Love Is Not Over (ZIAM)

35. Zosh

Cuando piensas que estás listo para mirar el pasado y sonreír por lo ocurrido, sea bueno o malo, el mundo coloca todo en contra tuya. Lo observas de cerca, a esa persona que hizo retumbar tu corazón en más de una ocasión, y te das cuenta de que aquella convicción de la que tanto te has jactado, va derrumbándose frente a tus ojos.

Solo basta con verle sonreír para que recuerdes el tiempo en que sonreía a tu lado.

Solo basta con verlo llorar, para que recuerdes los momentos, donde lo mantenías en tus brazos para acallar la tristeza que acongojaba su corazón.

Solo basta con verlo una vez más, para que seas consciente de que no lo has olvidado. Porque sigue allí, en tu corazón, como un recuerdo viviente, preparado para ser alejado.

El inicio de la historia de Josh y Zedd no fue tan diferente a las similares y repetitivas historias de amor. Tal vez, había sido el momento más feliz entre ellos, el momento donde siempre recordarían con una extraña nostalgia y una sonrisa temblorosa, porque, a pesar de haber sido una casualidad encontrarse, no fue en las mejores circunstancias.

Josh recordaba aquella noche como una de las más heladas que había sentido, desde su estadía en Londres. Bastaba con salir del restaurante para empezar a sentir como la brisa nocturna iba colándose por su abrigo y estremecía su cuerpo. Necesitaba llegar a su hotel y tomar una ducha caliente para, después, echarse a dormir y recuperar las horas de sueño perdidas. Aquella noche se mantuvo caminando por las calles de la ciudad, observando el panorama que lo rodeaba y sonriendo encantado por la tranquilidad que le daba la ciudad. Había escuchado sobre esa ciudad, pero nunca tuvo la oportunidad de verlo por sí mismo, hasta ese momento.

Sus pasos habían sido lentos y pausados, admirando cada tienda que observaba por el camino y pensando en lo que iría a comprar al día siguiente. Su camino era corto y no tenía necesidad de hacer largas pausas, solo caminar un par de cuadras más y llegar a su destino.

No obstante, cuando observó al frente, justo en el camino que parecía vacío y solitario, se topó con el cuerpo de un hombre. Sus pasos eran descoordinados y su cuerpo temblaba por el frío. Casi no podía ponerse de pie y sus brazos abrazaban su cuerpo con tanto ahínco que casi se hacía daño. Sus ojos parecían desorbitados y sin brillo, como si hubiese sido testigo de algo tan lamentable que toda su esperanza se hubiese esfumado.

La mirada del hombre subió por unos segundos y se topó con los de Josh, quien, observando como la distancia entre ambos se acortaba, se había detenido para estudiarlo un poco mejor.

— Disculpe, ¿se encuentra bien? — el más alto se acercó sigilosamente, al contrario, tratando de ver porque su cuerpo se hallaba húmedo y tiritaba en la acera.

El, en ese entonces, pelinegro solo lo observó unos segundos y, con una sonrisa triste, negó perezosamente. Josh quiso hacer algo por él, pero el contrario ya había reanudado su paso y había seguido de largo. Su consciencia le gritó que no dejara ir al hombre, por lo que giró y quiso ir tras él. No obstante, cuando este dio un par de pasos más, su cuerpo terminó desplomándose en la fría acera.

Josh lo tomó en sus brazos, sin pensárselo si quiera, y lo llevó hasta su habitación. Le brindó varias mantas y cuidó la fiebre que empezó a intervenir en su cuerpo. Con la ayuda de una chica del hotel, pudo cambiarle de ropa y dejarlo en su habitación, rezando para que el lindo desconocido se recuperara de aquello. Había visto varias situaciones parecidas en su vida.

Personas que trabajaban de más y terminaban desmayándose, producto del trabajo y las horas extras. Tal vez, aquel hombre se hallaba agotado físicamente y, por esa razón, había colapsado de esa manera. Eso debía ser la razón, ¿verdad?