◆Libertad◆

474 58 16
                                    

“No pienso molestarte, pero quiero decirte que te quiero, Yukiocchi<3”

Su rostro se tornó rojo, no por el hecho de que lo había enviado el rubio idiota, sino por que se lo imaginó perfectamente, diciéndole aquellas palabras.

¡Incluso escuchó su maldita voz chillona!

-…Ignóralo Yukio…—Murmuró, bajito, para sí mismo y bloqueó ese número, habiéndole dejado en visto.

-…Entonces…—Murmuró el invitado, algo incómodo por lo que había sucedido antes.

-…Cuéntame Kandō-Kun ¿Desde cuando eres amigo de Yukihito? En lo personal, pienso que debieron haber mejores especímenes para escoger…—Sonrió inocentemente, mientras tomaba asiento en el sillón individual.

-…¡Oye! —El pelinegro frunció el ceño y se irguió rápidamente, viéndolo fijo.

-…No me pidas que mienta, porque en familia no puedo…—Rió, haciendo que en la frente del menor se inflamaran varias venas.

-…Eres un-

-…Admito que fue difícil acercármele…—Sonrió, siguiendo el juego. Le encantaba ver a Yukihito enfadado. Llegaba a ser tierno en ciertas ocasiones—…Pero pensé un poco y me dije: ¡Ey! Tener cerca a alguien con cara de “Voy a matar a todo el mundo”, sería muy útil.

-…¡R-Ryoma! —Yukihito le miró, sorprendido.

-…Perdón, Kasamatsu-Kun. No puedo mentirle a tu hermano…—Le sonrió y acarició los despeinados cabellos del menor.

-…¿Eres mayor que este torpe de aquí? —Le miró, sorprendido. El contrario asintió, sin dejar de sonreír—…Te ves más joven que él. Es increíble.

-…Sus padres también son así…—Habló Yukihito, cerrando sus ojos, disfrutando las caricias en su pelo—…No parecen de su edad.

-…¿Conociste a sus padres? —Su sorprendida mirada ahora estaba en su hermano.

-…He ido a su casa muchas veces…—Murmuró y volvió a recostarse en el regazo ajeno—…Es muy cool. Tienen un gran televisor y wifi.

-…Perdón por no cumplir tus expectativas…—Yukinose rodó los ojos, mientras se acercaba a ellos, quitándose el delantal que yacía lleno de manchas de variadas salsas—…Ya está servido, pasen a la mesa, por favor.

-…Me sorprende que puedas cocinar…—Habló Yukio, levantándose, yendo tras los dos más jóvenes—…¿O es que pediste algo y vas a decir que lo preparaste tú?

-…Me ofendes, hermano, me ofendes…—Negó el mayor—…Estás volviendo a ser el Yukio salvaje que no respeta a nadie, ahora que tocas la libertad de nuevo. Creo que empiezo a preferir que el rubio ese te atosigue para que estés calmado, controlado.

-…¿Porqué quieres desearme el mal, hermano? —Frunció el ceño, tomando asiento, junto a su hermano menor—…No sabes lo bien que me siento ahora. Si hubiese sabido que tú arreglarías todo, te hubiera pedido ayuda mucho antes.

-…Claro, y si él no hubiese aparecido, no estarías aquí con nosotros, conociendo a tu cuñado...—Mencionó, mientras caminaba a la cocina por la bebida.

-…Él…—Yukihito entrecerró la mirada, mientras que Ryoma estaba sonrojado, con la mirada baja—…Dijo la verdad, no hubieses venido a vernos si no fuera por el idiota ese.

Al parecer, no había escuchado muy bien lo que había dicho el pelinegro mayor.

Por suerte.

-…Oh, entonces ¿Te gustaría llamarlo cuñado? —Enarcó una ceja y sonrió ladino al verlo hacer una fea mueca—…Eso creí.

Un lobo en ropa de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora