◆Reencuentro◆

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-...Él no debe saber que estoy aquí.

Kyōtani entrecerró su mirada y sonrió de lado.

-...Veo que aún no lo superas ¿No?

-...No, él no me supera a mi...—Se cruzó de brazos—...No hablemos de él...—Gruñó—...Mierda. Y estaba de buen humor cuando llegué.

-...No estoy comprendiendo nada...—Yukio se cruzó de brazos—...Oikawa ¿Qué pasa?

-...Nada Yu-Chan...—Sonrió se inclinó a besar su mejilla—...Ya tengo que ir a clases, nos vemos~ —Se despidió alegre y corrió por los pasillos hasta su clase, borrando su sonrisa en el camino.

-...¿Estás saliendo con Oikawa? —Enarcó una de sus cejas y siseó—...Uy hombre, que mal por ti.

-...No estoy saliendo con él...—Rodó los ojos—...Y no entiendo que pasa ¿Quién es ese tal Iwaizumi?

-...Será mejor que le preguntes a él...—Suspiró—...De todos modos, yo ya debo marcharme. Estaremos en contacto...—Estrechó su mano y se marchó.

La curiosidad de Yukio solo aumentó.

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-...¡Ajá! —Lo señaló acusador—...¡Te dió tu primer beso!

-...¡Shhhhh! Baja la voz...—Lo chitó y cubrió su rostro con ambas manos—...No seas escandaloso, Kise-Kun.

-...No pensé que Kuroko-San lo lograría...—Comentó Ryo, sorprendido.

-...Al menos a mi no me lo dió un negro...—Gruñó. El castaño se sonrojó.

-...Ese fué el comentario más racista que has soltado, Kurokocchi...—Kise hizo una mueca y negó varias veces, decepcionado—...Que malo eres.

-...No quise sonar racista...—Se lamentó—...Pero es que literal es así ¿O quieres que mienta sobre el tono de piel del oficial Aomine? —Enarcó una ceja.

-...Por supuesto que no...—Negó—...Pero para eso existen los sinónimos ¿Verdad? Pudiste haber sido más consciente de tus palabras, Kurokocchi ¿Ese es tu ídolo, Sakuraicchi? Pues el mío no es.

-...No debería jugar con fuego, Kise-San...—Dijo, alejándose un poco, temeroso del aura oscura que comenzó a rodear al peli-celeste.

-...Aquí la pregunta es ¿Seguirás entrenando con él, Kurokocchi? —Sonrió el rubio.

-...Por supuesto...—Asintió. El contrario se dió un facepalm—...Tomaré tus palabras, Kise-Kun y me las pasaré por la cola.

Tanto el rubio como el castaño le vieron con sorpresa ¿De dónde había aprendido eso?

-...Sakuraicchi, tabla...—Dijo, extendiéndole una mano.

-...No hay tablas, pero tengo una regla de madera ¿Te funciona? —Ladeó el rostro.

-...Me sirve, me sirve...—Asintió varias veces y el contrario le pasó el objeto—...A ver Kurokocchi, pon las nalgas...—Sonrió de lado. El contrario tragó duro y dió un par de pasos atrás.

-...Ya siéntese, Srto. Kise...—Dijo la profesora, entrando al aula—...La clase va a comenzar. Todos a sus lugares.

-...La que debe sentarse es otra...—Murmuró entredientes y se acomodó en su silla correspondiente.

Y así las aburridas clases iniciaron.

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-...Sr. Takao...—Dijo ella, terminando de revisar los trabajos—...Debo hablar seriamente con usted. Irá a mi oficina cuando las clases terminen.

Un lobo en ropa de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora