◆Ojitos Castaños◆

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El día siguiente empezó de la mejor manera para Yukio.

Se levantó totalmente descansado, no había dolor de caderas ni semen escurriendo de sus nalgas ni mucho menos marcas de mordidas o chupetones en su piel. Todo estaba en su lugar. Comió el desayuno que su hermano mayor había preparado y salió del departamento, no sin antes tomar una foto de la durmiente y joven pareja en la que su hermano menor estaba siendo partícipe.

Le serviría de chantaje para alguna ocasión próxima.

Al bajar, llamó un taxi y partió a su hogar para prepararse pues sus clases ese día empezaban un poco más tarde. Cuando llegó a su departamento, no había nadie afuera, rondándolo.

Suspiró aliviado.

Era verdad. No estaba soñando.

Kise lo había dejado totalmente libre.

Estaba muy feliz.

Entró en su hogar y rápidamente fue en busca de sus útiles y materiales necesarios para las clases. Se duchó, colocó una ropa decente y formal, y se puso en marcha a la Universidad. Esta vez iría caminando, pues sentía ganas de hacerlo, además de que el tiempo era más que suficiente para ello.

Sin duda alguna, los días próximos serían los más tranquilos de toda su vida.

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-...Y recuerda, no hables con extraños...—Le decía a su hermano, verificando que todo estuviese en orden.

-...Ya lo sé, Taiga...—Bufó y negó—...Ya vete a casa ¿Sí? Solo debes esperarnos con un delicioso almuerzo y bocadillos.

-...No me hables de es- ¿Eh? —Enarcó una de sus dobles cejas, confundido.

-...Lo olvidaste, ¿Verdad? —Se cruzó de brazos. El pelirrojo tan solo desvió la mirada—...Hoy empiezo a impartirle clases de inglés a Tetsuya, bro...—Cerró sus ojos por un momento—...No quiero que me pongas en vergüenza frente a un kouhai, así que vete a arreglar el departamento.

-...Espero que de verdad sea para clases, Tatsuya...—Frunció el ceño—...Me voy yendo entonces...—Se despidió con la mano y comenzó a caminar.

-...Tu hermano es un idiota, ¿Lo sabías? —Mencionó Aomine, llegando hasta su lado, recostándose en el muro perimetral.

-...Al igual que usted, oficial Aomine...—Se burló, sonriendo de lado.

-...Oye...—Gruñó, frunciendo el ceño.

-...Oh, ahí viene Sakurai...—Señaló a la nada, haciendo que el moreno buscara desesperadamente al susodicho—...I think you idiot is too short...—Rió y caminó hacia la edificación.

-...No sé que dijo, pero miente...—Resopló y acomodó su quepi correctamente, observando que todos los estudiantes llegaran sanos y salvos.

-...¿Estás seguro que va a funcionar? —Murmuró un nervioso Sakurai, tomando la mano del más bajo—...De verdad quiero que no me vea.

-...Sakurai-Kun ¿Cuando ha fallado mi mis-direction? —Preguntó en su plano tono de hablar y le haló un poco para que comenzaran a caminar.

Ryo temblaba mientras pasaban frente al oficial, quien parecía estar buscando a alguien entre todos los chicos. Quizás a él, o quizás no. No podía saberlo a ciencia cierta. Suspiró aliviado cuando ya se encontraban dentro de la institución. Ahora estaba a salvo.

-...Me has salvado, te estoy agradecido...—Le sonrió al oji-celeste.

-...Puedes pagarme con una malteada de vainilla...—Mencionó, antes de que sus ojos fuesen tapados—...Esto no es divertido, Kise-Kun.

Un lobo en ropa de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora