Dueto (3)

140 19 22
                                    







(En esta historia, hay algunas palabras en portugués; si necesitas traducción, la encontrarás al final de cada capítulo.)

Aldebarán se mantenía tranquilo, permitiéndole llevar la iniciativa, como un león que deja que un cachorro juguetee. Aún sentada de lado sobre sus rodillas, Andrea le tocó los labios con la lengua y él, obedientemente, abrió la boca para ella, que se iba soltando poco a poco, acariciándole el cuello y los hombros mientras le besaba, con un ligero temblor.

- Gatinha, você está com medo?

- ¿Miedo de ti? No, no... Estoy nerviosa...

- No hay por qué...

Aquel gigante se incorporó, llevándola en brazos, y recorrió el breve pasillo del apartamento hasta encontrar el dormitorio; se sentó en la cama, con ella encima, frente al espejo de pie situado en un rincón, de manera que ambos se veían reflejados en él. Sin esfuerzo alguno, le hizo darse la vuelta, dejándola de espaldas a él, y le apartó el pelo del cuello para comenzar a besárselo mientras le acariciaba los muslos y la cintura. Andrea suspiró, con los ojos cerrados, y él intensificó su contacto, llevando una mano a sus pechos y la otra entre sus piernas, como si ella fuese una de sus guitarras.

- ...Esos pantalones... -le pidió, en un susurro.

Ella se levantó, se deshizo de las botas y se bajó los vaqueros, arrojándolos al suelo de una patada. Después se quitó el jersey, quedando ante él solo con una camiseta negra de tirantes y unos shorts.

- Gostosa... -dijo él, y le tendió el brazo para volver a la posición anterior.

Andrea tenía que admitir que sabía dónde tocar... Se tomaba su tiempo, atento a los gestos de ella, tanto a la expresión de su rostro, reflejado en el espejo, como a los estremecimientos de su cuerpo. Con delicadeza, ocupándose de sus pezones con una mano, le apartó las bragas con la otra y le acarició los labios, masajeándole el clítoris con el pulgar al tiempo que le introducía en la vagina uno de sus grandes dedos; ella gimió y le pasó los brazos por el cuello, ofreciéndole su boca para que la besara e incrementando el tono de sus gemidos. Aldebarán continuó tocándola incansablemente, acercándola al orgasmo hasta que ella se tensó entre sus brazos y exhaló un "oh, joder, sí", seguido de varios suspiros. La besó una vez más, estrechándola con ternura y esperando hasta que la respiración de ella se ralentizó.

- Ahora quiero verte... -se incorporó y le ayudó a quitarse la camiseta, mordiéndose el labio al contemplar al natural su torso fuerte y sus anchos hombros. Él se quitó los pantalones y se echó en la cama, invitándola con un gesto.

Ella se tumbó a su lado y metió la mano bajo su ropa interior, comenzando una paja lenta que le arrancó el primer jadeo de la noche. Con una sonrisa maliciosa, descendió hasta situarse entre sus piernas, le quitó el bóxer y se introdujo su miembro en la boca tan profundo como pudo, a pesar de que el tamaño de aquel chico le resultaba complicado de gestionar. Cuando le notó del todo tenso y le escuchó respirar pesadamente, estiró el brazo hacia la mesita de noche, sacó un preservativo y lo abrió para colocarlo sobre aquella herramienta que se le antojaba colosal. No sin dificultad, consiguió desenrollarlo entero y se sentó sobre Aldebarán, que sonreía con tranquilidad.

- A ver si puedo con esto... -comentó ella, metiéndosela despacio.

- Claro que puedes... -dijo él, inmóvil, esperando que terminase de empalarse por sí misma.

Andrea inició su danza, arriba y abajo; disfrutaba de la sensación de sentirse llena por completo, al tiempo que él jadeaba y le pellizcaba los pezones, volviéndola loca por segunda vez. Se inclinó sobre él para besarle y Aldebarán aprovechó la ocasión para voltearla y situarse encima de ella; le levantó las piernas hasta colocarlas sobre sus hombros y la penetró profundamente, quedándose quieto un instante.

- No pares, por favor -pidió ella, con los ojos empañados.

Él obedeció, embistiendo despacio, pero hasta el fondo cada vez, notando cómo sus testículos la golpeaban, mientras ella se agarraba al cabecero de la cama y gritaba de puro placer. Fue aumentando la velocidad poco a poco, conforme ella se lo pedía, llegando a un punto en el que no pudo contenerse y corriéndose con un jadeo que casi sonó como un rugido, justo antes de desplomarse sobre el cuerpo de Andrea. Esperó unos segundos antes de retirarse y pasarse una mano por la frente, empapada en sudor.

- No vas a quedarte así...

- ¿Qué? -dijo ella, sin entender.

Aldebarán no respondió; le separó las piernas y le metió la lengua entre los labios, lamiéndola de arriba abajo, propinándole pequeños mordiscos y succionándole el clítoris sin tregua. Andrea se retorcía y le acariciaba el pelo mientras él le daba placer, decidido a no parar hasta regalarle un segundo orgasmo que la hizo lagrimear y gemir su nombre. Solo entonces se dio por satisfecho y se levantó para ir al cuarto de baño.

Cuando regresó al dormitorio, se echó en la cama y extendió el brazo para cobijarla contra su pecho, cosa que ella agradeció suspirando. Dibujando con el índice aquel perfil tan viril de su nariz aguileña, demorándose en la barbilla y recorriendo el cuello hasta la nuez, Andrea se maravilló de cómo las cosas habían cambiado en apenas una hora.

- Ahora si estou com fome dijo él y se echó a reír.

- No se te ocurra moverte, me das un calorcito súper agradable... -replicó ella, cruzándole una pierna sobre la cintura, como un koala.

- Bom, pero depois vou te preparar o jantar -bostezó.

- Sí, sí, lo que tú digas -ronroneó Andrea, acariciándole el lóbulo de la oreja.

➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣

Andrea se giró en la cama para evitar que el sol le diese en los ojos y, de paso, abrazar a Aldebarán, pero él ya no estaba. Al mirar a su alrededor, como si fuese a aparecer de repente, reparó en una nota adherida al espejo con un trozo de esparadrapo; la cogió e intentó descifrar la letra, que más bien parecía un jeroglífico. Madre mía, era más fácil entenderle hablando que escribiendo... Por lo visto, Aldebarán se disculpaba por no poder quedarse y le explicaba que había quedado con un amigo para visitar una exposición; tampoco quería molestarla por si ella tenía que madrugar para ir a clase. Finalizaba con besos y diciéndole cuánto le apetecía volver a verla esa noche en el R'n'Me.

Sonriendo, dobló el trozo de papel y lo guardó en la mesita de noche. Sí, ese chico le gustaba. Le gustaba a rabiar.

➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣➢➣

Gatinha, você está com medo?: Gatita, ¿tienes miedo?

Gostosa: sexy, atractiva.

Estou com fome: tengo hambre.

Bom, depois vou te preparar o jantar: bueno, después te prepararé la cena.

Destellos doradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora