Cita a ciegas (4)

130 13 19
                                    

Con su torso apoyado contra ella, percibía a la perfección cada uno de los pequeños estremecimientos que su roce provocaba en la chica, que llevaba la cadera hacia él para sentir con mayor nitidez la rígida erección que el pantalón de Dohko pugnab...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con su torso apoyado contra ella, percibía a la perfección cada uno de los pequeños estremecimientos que su roce provocaba en la chica, que llevaba la cadera hacia él para sentir con mayor nitidez la rígida erección que el pantalón de Dohko pugnaba por contener. Incómodo, se levantó para deshacerse de él y para despojar también a Iara de sus bragas de encaje negro antes de volver a su posición anterior.

Ahora, el contacto entre sus cuerpos era total. Separó las nalgas de la chica con una mano y acomodó entre ellas su miembro, moviéndose lentamente a lo largo de aquel sexo húmedo y ardiente, sin penetrarla, jadeando en su oído y gozando a su vez del sonido de los suspiros de ella. Con lentitud, se retiró para abrirle las piernas y contemplarla, desnuda y entregada a él, deseosa de recibir placer. La tentación era irresistible: apartó los labios mayores y lamió aquellos pliegues rosados, excitándose aún más con el grito de sorpresa que se le escapó a Iara.

- ¿Quieres que siga? -preguntó juguetonamente.

- Sí, por favor...

Dohko volvió a juntar su boca con la vulva de Iara, pasándole las manos por las nalgas y apretándolas entre los dedos, succionando con suavidad durante varios minutos.

- Con los dedos, Dohko...

Obedientemente, él introdujo dos dedos, hundiéndolos sin resistencia hasta la primera falange, y comenzó a jugar con ellos, entrando y saliendo, sin dejar de besar y lamer su clítoris, hasta que sintió que ella estaba cerca del orgasmo.

- Dohko... Fóllame... -imploró, con un hilo de voz.

- Solo un poco más... -pidió él.

Ella emitió un suspiro de asentimiento y él le encajó de nuevo la erección en los labios y le cerró las piernas para reiniciar su lento balanceo, sintiendo el calor y la presión que rodeaban su miembro, oyendo los gemidos de Iara, saboreando su piel, deleitándose con el aroma de su sutil perfume, perdido en su expresión de goce.

- ¿Estás cerca, sirenita?

- Estoy a tres segundos... -musitó ella.

Dohko se apretó un poco más contra ella para intensificar el roce de su glande sobre el clítoris de Iara y ella se curvó contra él, tensando los brazos para intentar incorporarse.

- ¡Joder...!

Él sonrió al sentirla estremecerse en el clímax y se quedó quieto para permitir que ella se moviese a su antojo, apretándole el miembro de tal forma que fue consciente de que no podría aguantar:

- Ah, Iara, qué me haces...

Ella sonrió maliciosamente y, a pesar de haber terminado, continuó moviéndose, deseosa de hacerle gozar, pero Dohko tenía otros planes: con rapidez, se separó de ella justo a tiempo para eyacular en su espalda, salpicando su creación y tomando a continuación el pincel para ejecutar unos cuantos trazos.

Destellos doradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora