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Narra Lou

— ¿Tienes pensado quedarte todo el día en mi casa? —miro al chico que hace unos minutos me estaba bloqueando entre su cuerpo y la puerta —si no tienes nada interesante que decirme y no vas a responder a mi pregunta vete.

— ¿Qué pregunta? —me hago el inocente.

— Te he preguntado que si no eras un acosador como es que sabes tanto de mi como presumes.

— Porque... oye yo debería tener derecho a tener mis secretos —me cruzo de brazos —y me voy a mi casa.

Solo tengo que girarme sobre mis talones, alargar mi mano, tomar el pomo de la puerta y abrir. Hago esas tres acciones, sintiéndome libre de tener que delatar mis sentimientos, perdiendo toda esperanza de ello cuando su mano bloquea mi única salida, sintiendo su aliento en mi nuca.

— No me gusta que me dejen con la palabra en la boca. Y menos de alguien que un día quiso colarse en mi casa decidido ante la idea de que te pertenecía —me giro hacia Ayno.

Si puede ser posible que ahora mismo el suelo fuese abierto por una grieta y esta me tragase lo permitiría por la vergüenza que estoy pasando.

— Olvida eso —intento abrir la puerta sin éxito.

— Respondeme a una pregunta y podrás irte.

— ¿Qué pregunta?

Su pausa, su silencio, me hacen sentir más nervioso de lo que ya de por si estoy.

— ¿Sientes algo por mi?

— No voy a responderte a eso —intento alejarle de mi cuerpo, consiguiendo solo unos centímetros de espacio —dejame irme por favor.

— Responde o no te vas —sus labios rozando los míos solo me pone más nervioso —¿qué sientes por mi?

— Me gustas ¿contento? —le aparto de un empujón —¿siempre eres así? Mira no quiero saber la respuesta.

Esta vez si abro la puerta, sin cuidado alguno, saliendo a la calle, sintiendo de nuevo como me detiene, con un tirón.

— He dicho que no qui...

Por un instante, para nada breve, me tenso, frunciendo los labios cuando los suyos presionan contra los míos, tratando de separar mis labios, apretando sus dedos sobre mi cintura, tensando los míos en sus hombros, rindiendome cuando su lengua cobra vida, rozando mis labios, introduciéndose en mi cavidad bucal, enredándose con mi propio musculo, intentando respirar por la nariz, sintiendo la falta de aire aunque no me aparte ni rompa la unión de nuestros labios.

— También me gustas Lou —niego, sin abrir los ojos —mirame por favor.

— Dejame irme y no me mientas. No te burles de mis sentimientos.

— No me estoy burlando —me suelto de su agarre —no soy un capullo de esos a los que les gusta jugar o hacer apuestas.

— Demuéstramelo —le reto, intentando sonar tranquilo aunque realmente no lo esté —ahora me voy a casa pero te doy una semana para demostrarme que no te estás burlando de mi.

Y dicho eso salgo de la casa, encaminándome a la mia, encontrándome con mi hermano mayor que abre la puerta antes de entrar, aplastando mis mejillas de forma que me deja algo confundido.

— ¿Qué hacías en casa del vecino? ¿Otra vez te has equivocado?

— Solo me lo he encontrado por casualidad y he hablado un poco con él —me aparto de su agarre —¿ya se ha ido tu novio y te aburres?

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