Dos

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  Fue así como le quitaron los pantalones anchos, las zapatillas sucias y la "dad hat" a Morgan, para vestirla con polleras pomposas, zapatitos de charol y moños combinados.

  Dentro de su casa en Malibú, Morgan tenía la libertad de vestirse como quisiera, pero al salir a eventos o fiestas, se veía obligada a enfundarse en diferentes atuendos que, para ella, caían en lo ridículo, pero de los cuales no se quejaba demasiado porque sus padres se veían encantados.

  —Vamos Morgan, dejá de jugar en el taller que hay que prepararnos para el cumpleaños de Pop— la llamó Tony, entrando por la puerta de vidrio.

  —¡Pero no quiero bañarme!— gritó ella, entretenida mientras desarmaba un perro robot de juguete, solo para intentar rearmarlo y así entender como funcionaba.

  —Vení, mugrosa— dijo Tony, tomando a su hija por la espalda, levantándola y haciéndola reír, mientras la llevaba hacia arriba.

  El cabello de Morgan era largo hasta la cintura, pero siempre se encontraba enmarañado, ya que vivía apartándoselo de su cara bruscamente, o revolcándose en el suelo. Esa era otra de las razones por las que su ropa era un desastre: sus remeras estaban todas estiradas y sus pantalones, raspados o sucios.

  Tony bañó a Morgan mientras escuchaban un disco de vinillo que Steve había puesto para entretenerse mientras limpiaba. The Beatles inundaron la casa con sus melodías y letras mientras todos se preparaban para el cumpleaños del Capitán América. "Solo se cumplen 106 años una vez en la vida" era la frase del día de Steve.

  Todo el mundo estaba invitado, Natasha, Bruce, Clint, Bucky, Sam, Rhodey, etc; y Morgan estaba feliz de que vería a sus tíos otra vez, pero toda su sonrisa fue borrada cuando vio como su papá Tony, sacaba unas medibachas de su armario.

  Morgan se puso como loca, no quería saber nada de esas cosas que le apretaban la pierna y le hacían picar.

  —¡No quiero!— pedía a los gritos.

  —Pero Morgan, si no te ponés medibachas, vas a tener frío con el vestido— le dijo Tony, en tono tranquilo y comprensivo.

  —¡Entonces no uso vestido!— la niña pataleó, al borde de las lágrimas y Steve apareció por la puerta del cuarto de su hija.

  —¿Qué pasa acá?— preguntó en tono preocupado.

  —Morgan no quiere vestirse...

  —Ay ¿Por qué, princesa?— le preguntó Steve, arrodillándose junto a su cama, dónde ella se encontraba, y Tony lo imitó.

  —¡No quiero!— Morgan solo tenía 5 años, era demasiado pequeña para explicar lo que sentía, pero sabía cuando algo no le gustaba.

  —Pero mirá, princesa ¿No querés usar el lindo vestido que elegimos con papá?— Steve tomó el perfectamente planchado vestido de mangas largas color lila con pequeñas flores blancas y se lo enseño a su hija, quien solo volteó la cabeza, enojada —¿Qué pasa, Morgan? ¿Nos querés contar?

  —No quiero usar vestido— al voltear, sus padres vieron como los oscuros ojos de su hija estaban completamente cristalizados, con una pequeña lágrima que amenazaba con salir.

  Tony y Steve se quedaron estupefactos. Intercambiaron miradas de duda y miedo ¿Por qué lloraba su hija? Ni ella misma lo sabía, era demasiado pequeña para entender un sentimiento tan complejo.

  —Supongo que si hace un poco de frío para vestido— logró decir Tony, parándose y dándose media vuelta hacia el armario.

  Mientras Steve acariciaba la carita de su hija, Tony tomó un jean negro y un sweater a rayas para que su hija se pusiera.

Peter es un Niño de Verdad [Trans!Peter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora