Peter es un Niño de Verdad [Trans!Peter]

Veintitrés

  La angustia y la presión constante, estaban terminando por quebrar a Peter. Le costaba relajarse, comer e incluso dormir, sentía que sus ojos se le iban a caer por las pocas horas de sueño, pero no podía conciliarlo; se removía en la cama durante muchas horas y, cando lograba dormirse, se despertaba antes de que sonara la alarma.

  Comenzó a buscar alguna actividad para la noche, para mantenerse ocupado y productivo, tal vez incluso para dormirse sin darse cuenta.

  Lo primero que quiso hacer fue perfeccionar sus nuevos poderes. Sentía que día a día estos se intensificaban, estaba más musculoso (pese a que no ejercitaba demasiado), no necesitaba sus anteojos para nada y podía doblarse como un acróbata. Claro que, seguramente intensificado por la picadura de araña, sus rasgos se iban volviendo cada vez más femeninos: su cintura se había achicado considerablemente y sus pechos crecían cada semana.

  Luego de comprobar que podía dar giros en el aire sin hacerse daño, pasó a crearse un dispositivo que le proporcionara telarañas, eso era lo único que le faltaba para tener todo lo característico de las arañas. En el laboratorio de su papá Tony, logró crear unos brazaletes metálicos que, al presionarlos, sacaban una telaraña pegajosa.

  Podía tirarlas y tomar cosas de su escritorio sin pararse de la cama, podía sostenerse con ellas desde el techo e incluso, una vez, se le quedó el pie pegado a la pared por culpa de la telaraña que no se desintegró hasta una o dos horas más tarde.

  Pero quería más, necesitaba saber si podría transportarse con ellas desde su casa hasta su escuela, por ejemplo. Quería columpiarse por los edificios.

  No podía salir así como a quien no le importa la cosa, los neoyorkinos vivían rodeados de superhérores, pero se alarmarían de ver a un adolescente flotando por los aires en pijama, por eso necesitaba un traje.

  Durante toda su vida, Peter había entendido que lo mejor para él, era tener una identidad secreta, y en ese momento necesitaba una nueva. Fue así que, un día de noviembre luego de la escuela, corrió a comprar todo lo necesario para crear un traje que lo cubriera por completo. No tenía la más mínima idea de costura, pero se pasó una noche mirando tutoriales en youtube y, si bien no se volvió un genio costurero, pudo hacerse un traje completo con una araña dibujada en el pecho de un chaleco de algodón, con un conjunto azul debajo, medias rojas largas y, por supuesto, un pasamontañas con unos lentes en los ojos.

  Parecía un pijama, pero al menos le funcionaba.

  Fue así como decidió salir por los cielos de Nueva York, columpiándose en sus telarañas hasta que sentía que podía caer dormido en cualquier techo, lo que lo hacía volver a su casa para descansar algunas dos horas hasta que sonara la alarma.

  Era divertido y le encantaba. Podía ver toda la ciudad de noche, a las personas que parecían figuras lego desde los techos y a algún que otro niño que lo saludaba, emocionado. Le pareció irónico como la solución a sus problemas siempre parecía ser crear una nueva identidad en la que pudiera esconderse.

  Hubo momentos en los que no podía mantenerse en el aire, los edificios se le terminaban, no apuntaba bien o se quedaba sin telarañas. Esos eran grandes problemas que lo hacían bajar al suelo, y le daba la oportunidad a los ciudadanos de sacarle alguna foto.

  Fue así como su imagen comenzó a hacerse conocida, recibiendo el nombre de "Spider-Man", algo que le agradó muchísimo. Para el mundo, él era un mutante con poderes arácnidos que tenía complejo de superhérore, aunque no había logrado nada heroico desde su aparición.

  —¿Habían escuchado de éste tal Spider-Man?— preguntó un día su pop Steve, mirando el diario.

  —Por supuesto, está por todo el internet— aseguró Tony—. Necesitás Instagram para enterarte más rápido.