Capítulo 6

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Carstender

Luego de aquella horrible experiencia solo supe que me llevaron a al enfermería, la figura de Arthur me acompañó todo mi trayecto, el muchacho sangrando y los tentáculos cayendo de golpe al suelo, tomando tonos distintos, la sangre brotando cada vez más y más de su espalda...Y mi figura, un aura oscuro y demoniaco...las alas y la cola surgiendo, aquella mirada de miedo que inundó por unos segundos el rostro delgado y marcado de Arthur...Me sentía horrible, como un monstruo.

La manta no fue suficiente para reprimir las vibraciones que generaba mi cuerpo, uno de los ferruquimistas presentes tuvo que consumir un poco de su metal para así poderme calmar, sus manos solo tomaron mis pequeños hombros y me hicieron caminar por los pasillos hasta la camilla, al llegar me separé del cuerpo inconsciente de Arthur, estaba aún en shock como para hablar, una de las enfermeras dejó sobre mis manos una taza de té, el olor denotaba por todo el sitio mientras que varios de sus clones empezaban a verme y tocarme en busca de algún rastro de malestar.

-¿Te duele algo?-Preguntó la enfermera en un tono delicado alejándose, sus clones se unieron a ella desapareciendo y dejándola a ella sola-¿Tienes mareo? ¿Vista borrosa? ¿Debilidad?

Jamás respondí, solo pude asentir al final de las preguntas, ella lo tomó muy bien y solo me acomodó en la camilla con cuidado dejando la taza de té caliente en la mesita de noche.

-Mejor descansa cariño-Dijo sonriente tocando mi frente-Debes estar agotada, tu energía aún está baja y ese ojo debe ponerse normal-Salió del cuarto cerrando con cuidado la puerta.

No tomé importancia ante lo que dijo, lo único que quería era dormir, relajarme y descansar, olvidar un poco esto o siquiera superarlo, pero me parecía imposible, todo lo sentía demasiado tan vivo y el dolor era insoportable. Cerré los ojos negando, dejándome caer en la camilla por fin, mi mano estaba cerca de la taza, sentía el calor invadir la palma y solo pude suspirar sintiendo las lágrimas brotar.

-Perdón...Jamás quise...hacerte daño

Aquella voz...me despertó de golpe, con miedo casi tiro la taza, pero la mano la tomó de golpe, con miedo solo pude ver la figura masculina demasiado delgada...

-Pensé que...estaban operándote-Susurré asustada viendo como la taza la colocaba en su lugar, no se había quejado del té que le había caído en la mano.

-Lo están haciendo-Respondió dejando la taza sin problemas.

La figura solo me observó, pensaba que estaba enloqueciendo, que mis pensamientos ya me jugaban en contra, pero no creo que fuera eso, Arthur...estaba enfrente, no se veía lleno de sangre, seguía igual de delgado y pálido, pero no parecía tan muerto.

-¿Qué haces aquí?-Pregunté algo asustada.

-No sé-Respondió flotando-De repente desperté en la puerta de tu cuarto-Añadió mientras andaba.

Suspiré algo agotada, mis ojos pesaban, pero necesitaba respuestas y él era el único que podría dármelas...O eso creía, debía intentar, digo, casi nos matamos, así que por lo menos podría iniciar una conversación sana sin lastimarlo.

-Necesito...

-¿Respuestas?-Interrumpió el chico tomando una posición de piernas cruzadas en el aire.

Asentí levemente.

-Vale, pregunta-Dijo-Creo que habrá cosas que pueda contestarte

Pensé bien cada pregunta, no sabía cómo iniciar, ni de cuanto tiempo dispondría, pero por lo menos podía intentar averiguar algo de él en estos momentos.

-¿Quién eres?-Pregunté en voz baja.

Su mirada de confusión fue la primera impresión que tuve, pero luego de eso el aspiró y rascó su cabello lentamente.

-Soy Arthur-Respondió mientras bajaba un poco para luego verme a los ojos-No puedo contestarte acerca de mi pasado, porque no lo se

Aquello no me lo esperaba, pero su mirada perdida era respuesta honesta o es creía.

-Lo único que se de verdad es que no quería estar aquí-Sonrió con nostalgia-Hubiera preferido quedarme en mi vida tranquila y cien por ciento común

Suspiré, compartía aquel sentimiento que él tenía, se notaba en sus ojos aquella nostalgia por querer regresar a su "vida normal"; sonreí de lado recordando mi reacción cuando me obligó mi hermana mayor a venir.

-¿Cuántos años tienes?-Pregunté otra vez viendo su rostro-¿Y cuánto tiempo nos queda para hablar?

Él solo se quedó callado mientras flotaba algo más alto y daba una vuelta.

-Tengo una hora más-Respondió-Y apenas cumplí los 16

Asiento notando como su figuraba empezaba a bajar de tono; lo pálido se le notaba más, aquel muchacho vibraba ante cada segundo que pasaba, se veía cada vez más cadavérico; pensaba que estaba muriendo, cuando recordé lo que sentí al momento en que estaba en aquel modo "Adoctrinado".

-Eres la muerte propia-Susurré luego de haber escuchado todas sus respuestas-Aquello que eres...Es una maldición

Él solo asintió bajando la mirada a sus manos, estas ya empezaban a desaparecer; tragué en seco, la taza aún seguía irradiando aquel calor de siempre, como si no hubiera pasado mucho tiempo.

-Hasta luego...Mary-Dijo en voz baja desapareciendo por completo, luego de eso, solo pude dejarme caer en la cama y soltar mis lágrimas.

Con cansancio y sin fuerzas, mis lágrimas cayeron muy despacio por mis mejillas, quería gritar, golpear, arrojarme contra la pared y solo regresar a mi casa llorando y rezándole a mi hermana que me abrazara como siempre lo hacía cuando me sentía mal y sola; dejé mis ojos cerrarse y por fin me caí en brazos de Morfeo con la poca paz y tranquilidad que me había dejado aquella plática poco común con Arthur.

Mis manos estaban alrededor de uso brazos, las apretaban, escuchaba una suave voz hablando en voz baja, sonreí levemente sabiendo que estaba a salvo y en paz con aquella presencia.

-Prometo cuidarte Mary-Susurró acariciando mi mejilla-Y no te dejaré morir...nunca

De golpe todo se volvió negro...

Y desperté...

La ProclamaciónWhere stories live. Discover now