Capítulo 12

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Carstender

Pensé que iba a pasar un momento de paz y tranquilidad luego de haber tenido aquella plática tan ardua y tranquila con Arthur, el chico se veía cada vez peor desde aquel reflejo o espectro; pensé que en algún punto todo esto sería mejor, que arreglando algunas cosas todo podría cambiar.

Bueno, no era así.

-¡TODOS AFUERA!

Eso fue lo que gritó una de las enfermeras desde el pasillo, apenas y pude levantarme de la camilla cuando sentí aquella potente explosión, la onda se sintió en todo el sitio, negué sosteniéndome con fuerza de la camilla; cerré los ojos mientras regulaba mi respiración por momentos.

Mis manos apenas se apretaron contra las barandillas de la camilla, trataba de calmarme, sentía mis manos ir fluyendo con el paso de mi aura, negué sorprendida volteando a varios lados en busca de los medicamentos; el miedo empezaba a inundar mi pecho, no sabía cómo reaccionar ante esto, sentí aquella presencia tan pesada y nada amigable por parte de alguien; abrí los ojos notando cada zona blanca en el aire, muchos auras se inundaban fuera de la Torre, miles de ellos, con aires de dolor y furia.

El golpe de oscuridad en el cielo se sentía, el aire tan pesado y poco cálido era abrasador, dentro del cuarto las explosiones seguían, temblores más seguidos, golpes, sonidos contundentes, gruñidos, gritos; todo eso envuelto en el mar de dudas que tenía dentro de mi cabeza, sin duda esto empeoraba de poco en poco.

Me coloqué los pantalones y camiseta que dejaron hace mucho en el cuarto, lo suficientemente cómodas como para ayudar mis moretones a no doler tanto, así me encaminé con ayuda de una muleta, no era que la necesitara, pero por lo menos necesitaría un arma, aunque fuera la más inservible en este mundo; así me fui dirigiendo por los pasillos hacia la sala de entrenamiento, donde veía que se encontraba toda una fuente completa de energía; mis pasos se dirigieron hacia allá de poco en poco, evitando escombros, cubriendo mi boca del humo y tratando de mantener la compostura.

Enserio...Me hubiera quedado en casa, fingiendo estar enferma o escondida tras los arbustos del jardín a tener que aceptar las palabras de mi hermana para así venir sin dar oposición alguna.

Seguí los caminos por los que me guiaban aquellas líneas de energía, suspiré agotada, apenas podía mantenerme bien en pie sin tropezar o dudar si dar vuelta o no, tragué en seco, cada vez aquellas auras de energía se iban haciendo más y más potentes conforme me acercaba, no sabía cómo entrar, ni siquiera sabía a quién me encontraría dentro de ese sitio, solo tenía presente lo que mi nueva habilidad me permitía y lo recién aprendido.

La alarma seguía sonando, con fuerza, retumbaba por sobre mis oídos provocando un choque en mi tímpano, pegué mi cuerpo a la pared cuando un leve chirrido me hizo tener escalofríos; giré mi rostro en busca del origen de aquel sonido tan estresante.

-No...-Susurré viendo una enorme figura enmascarada arañando la pared con sus manos.

Tragué en seco, deseando nunca haber volteado para callar mi curiosidad nociva, solo pude bajar la cabeza dejando que el movimiento oscilante de las manos de aquella figura pasaran cercanas a mi cabeza, el miedo mi inundó más, llenando mis pulmones de un aire excesivo; me hiperventilaba; no era nada bueno, para nada, apenas podía calmar mi respiración, sentía sobre mi espalda un peso enorme, uno que solo este ser reflejaba, como si quisiera hacerme ver que sostenía a todo un mundo sobre mis hombros.

-Atlas-Dijo una voz masculina desde atrás-Ve por el chico

Dejé de sentir.

El dolor, el sufrir, el peso de todo se perdió, solo quedaron leves migas del poder que aquella cosa emanaba, las manos enormes y cortantes desaparecieron de mi vista; unas botas sonaron, el paso lento pero seguro, me sostuve de mis cuatro extremidades sudando, el calor dentro de este sitio junto con la presión de energía era insoportable, los pasos continuaron, se escuchaban cada vez más cerca, cerré los ojos queriendo desaparecer de este sitio, frenaron, callaron por un segundo.

Abrí los mismos para dar en otro lugar, mi cuerpo, se sentía distinto, más ligero, sin tanto dolor, con mejor movilidad a antes, me levanté completamente confundida, hace unos minutos estuve a punto de ser cercenada de la cabeza y casi se me acercaba otra criatura; pero ahora, me encontraba fuera de los pasillos, sentía la calma tan cercana de las cosas, de mi cuerpo y sus sensaciones, entonces volteé a todos lados.

-¿May?-Preguntó una voz de forma bajita-¿Eres tú?

Callé un quejido, el sobreesfuerzo de mantenerme de pie aún sintiendo los mareos por parte de los sucesos pasados me alteraron; solo observé en silencio el cuarto, las ventanillas limpias y una escena horripilante...Miles de seres enmascarados, todos en Libertad, sobre los cielos, con armas o protuberancias que parecían nocivas, la Torre completamente inundada de ellos, envuelta en humo y llamas.

Lamentos, gritos, llantos, todo ello inundaba como una melodía tediosa y poco amigable, rodeaba y mataba, te hacía soñar con las caras de los lastimados, daban mucho miedo, parecía el infierno mismo reclamando su lugar en la tierra viva; me acerqué a la ventana para así salir de mi zona.

Regresé, de golpe.

Estaba de nuevo en los pasillos, las botas desaparecieron, estaba sola, escuchando gritos y golpes potentes lejanos.

¿Qué había sido eso?

Me tomé de la cabeza negando, pensaba que me encontraba en otro lado, en otro sitio, a salvo...Pero no, ahora estaba aquí, de nuevo, envuelta en todo este caos y sufrir; solo pude observar con curiosidad todo el lugar notando como las auras disminuían o desaparecían.

-¿Alguien sigue vivo?-Preguntó una voz a lo lejos.

Me pegué a la pared negando, temía por aquella brusquedad y fuerza en la voz, no sabía si ir o no, solo podía atenuar mi aura para así negarme ante la presión de ser atrapada; empecé a ver a los lados buscando el origen de esa voz, solo pude esconderme encogida contra la esquina de la pared.

-¿Hola?-Preguntó de nuevo la voz.

Ahora fue que alcé la mirada dando con la figura de un muchacho, alto, con el brazo tirado y del otro lado sosteniendo a alguien, entonces fue que apenas pude levantarme, viendo con miedo y desdén a aquellos que venían juntos.

-¿Carstender?-Preguntó aquel muchacho con cansancio.

Cuando dejé de ver a través del humo di con ambos tutores.

Mariane y Brandon.

Ambos se mantuvieron unidos, el chico apenas lograba mantenerse en pie, se veía agotado, mareado y sin tanta conciencia o fuerza de voluntad para alzar la cabeza, el cabello le caía por la frente, así como el brazo caía de lado; solo los vi tratando de pararme; la cabeza todavía me zumbaba con cierto dolor, un mar de confusión y lagunas entraban y salían a cada rato sin control alguno.

-¿Brandon?-Pregunté pegando mi mano a la pared-¿Mariane?

Observé con temor ambos, se veían heridos, sin energías y a casi medio morir.

-Ayuda...

La chica cayó del hombro de Brandon, me acerqué para tomarla con cuidado, escuchaba su pulso tan bajo y temeroso; tenía miedo ante lo que sucedía, ni siquiera entendía lo que pasaba, toda esta catástrofe, la muerte y el sufrir de todos; cada escombro caía como una nota al aire de una sonata desafinada, así fue como todo se regeneraba, las notas caían por el suelo como si fueran simples migas, el miedo se olía y todo ello se inundaba de pesadez.

Solo me quedé quieta.

El miedo me inundaba.

-Ayuda...

La ProclamaciónWhere stories live. Discover now