Capítulo 11

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Cecile

Pensé que esto caería, que estaríamos bien en este mar platino, rodeadas de miles de espejos ventanas y pequeñas sonrisas sin sentido al momento de chocar con las miradas unas de otras, pero no fue así, jamás fue así.

Era un amor no hablado, uno callado.

-Necesitas apurarte-Susurró Skylar luego de acomodar una de las armas en su espalda-Es extraño que nos llamen a estas horas...Es muy tarde

Y era cierto, era más allá de las dos de la mañana cuando las primeras sirenas sonaron, bajo el lecho de descanso incalculable en el que nos encontramos fue interrumpido, por un momento creímos que era un simulacro, algo tranquilo, típico de nuestro entrenamiento, jamás creí que fuera la primera llamada de auxilio que recibiríamos.

La advertencia.

-¿Qué es lo que sucedió?-Preguntó Izzy llegando con las alas al rojo vivo.

Una sorpresa, luego de verla así; a mi cabeza solo llegó al escena del beso dentro de mi cuarto, con las mejillas totalmente sonrojadas, una sonrisa en el rostro y cientos de miles de fuegos fatuos floreciendo dentro de mi estómago; moví la cabeza más de una vez para así voltear a otro lado y centrarme en lo que debía hacer, enlistarme.

-Nadie sabe, parecía un simulacro-Contestó Skylar apretando su cinturón.

-Las alarmas no suenan más de doce veces-Comentó la castaña con cierta irritación-Esto...¿Creen que sea grave?

Grave, jamás pensamos que tanto tendría que influir esa palabra en todo esto.

La alarma volvió a sonar.

Entonces nos dimos cuenta, que grave era un cumplido, uno muy suave.

Apenas entramos a la sala de armas fue que vimos por las pantallas el verdadero caos, varios de los complejos se encontraban bajo ataque, un ser en cada uno de ellos, gente con máscaras, encapuchados y más allá de ellos unos seres fornidos, con espaldas amplias, máscaras que parecían pirámides y estrellas, se veían como verdugos, con grandes armas, notaba como emanaba aquella aura pesada, aún estando a muchos kilómetros de lejanía pude sentir aquella presión que me penetraba con tanta fuerza.

-¿Estás bien?-Preguntó con suavidad Izzy tomando mi mano con cierto cuidado.

Negué luego de ver la pantalla, sentía en mi cabeza aquella presión, el ver en cada una de estas muestras el poder que conllevaban, los individuos que eran y todo lo que se avecinaba, sabía que esto iba a empeorar, iniciaría una guerra; la amenaza había llegado, estábamos por primera vez en desventaja.

-¡ARCÁNGELES!-Gritó Mayor desde el centro de la plaza del Capitolio-Este día nos enfrentamos a una amenaza que hace mucho estuvimos investigando y siguiendo...Por desgracia nos encontramos en plena desventaja por el elemento sorpresa, pero ¡Este es nuestro territorio! ¡NUESTRAS TIERRAS!

De golpe todos los individuos dentro de este espacio empezaron a alzar los brazos, vitorearon y gritaron de euforia descargando todo su temor en ello.

-Este día tendremos que pelear contra un enemigo inusual, uno que busca energía...Ha tomado las alas de nuestros hermanos y hermanas-Alzó las manos dejando ver pequeños arillos de fuego que se incrustaban en sus dedos-¡HOY! NO DEJAREMOS QUE ESO SIGA, LO DETENDREMOS

Vaya, jamás pensé en escuchar tal discurso y menos ser testigo de como algo así haría a todo un ejército entrenado desde las puertas del Capitolio irradiar dicha furia e ira, parecían toros de pelea, listos para reducir todo a cenizas; si, a esto nos entrenaban, para defender y cuidar, pero también para perder la vida, para dejarla de lado y olvidarla en momentos de sangre y lamentos.

-¡Vayan a cada Puerta! ¡Lloren y venguen las muertes de sus hermanos y hermanas!

Y con eso, inició la guerra.

Quedé en silencio apretando mis dedos contra los del mango del arma, íbamos directamente a la batalla; mis alas completamente negras iban en desarmonía con la de mis compañeros y compañeras, era un ocaso que parecía ser interrumpido por una sombra desconocida; sobre mi cabeza se dirigían Izzy, Palas y Kan, su escuadra era de las más equilibradas, así como peligrosa, parecían ser de las más débiles por su tamaño, pero escondían un gran poder entre varios de nosotros.

Podían considerarse como una atacante perfecta de la mano de la castaña, Palas se encargaba de ser uno de los mejores estrategas y defensores, al final se encontraba Kan con un inmenso poder como velocidad; entre esa escuadra aún denotaban otras personas, varias se encontraban separadas para apoyar a los demás en otras zonas de Libertad,

Hice que mis alas desaparecieran para así caer dando una voltereta sobre la cabeza de unas de las criaturas; me sorprendí; al momento de sentir el contacto de mi aura con la suya sentí una total paz, mis brazos tan suaves, mi cuerpo empezaba a aflojarse de más, hasta que un vaivén me sacó de ese trance; el arma cayó de mis manos y solo salí volando, aquel individuo solo se volteó dejando ver su máscara llena de sangre, se encontraba rota, justo de la boca, parecía que la había roto a propósito solo para morder; tragué en seco, aquella sensación que me daba era horrible, solo pude encender mis manos con gran fuerza, el aura oscura de mi mano derecha junto con la blanca de la izquierda me hicieron reaccionar, no podía dudar, no podía volver a dejarme caer así.

-Vale, hora de cambiar el peso en la balanza-Dije seria para entonces aventarme contra esa criatura.

Si, podíamos estar en guerra, pero jamás dejaría morir a alguien más.

Mi misión era proteger a todos y la cumpliría.

La ProclamaciónWhere stories live. Discover now