Capítulo 9

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Yeger

En mi sueño tomaba sus manos, podía ver a mi amigo, aquel muchacho demasiado delgado, más alto que yo y con aquella mirada perdida y expresión seria de siempre, su cabello largo ser alborotado por todo el viento del sitio...¿Viento?

De golpe desperté de mi sueño, observé hojas salir volando del pequeño escritorio que había en el cuarto cuando la puerta se abrió para dejar pasar a Mariane con sus clones, jamás creí ver a alguien tan modesta y vanidosa, pero parece que ahora ya la había encontrado y era ella justamente.

-Buenos días, señorita Yeger-Saludó ella...o uno de sus clones, no sé la verdad, pero ya las había enumerado para no confundirlas, fue la mejor manera en que lo hice, como se habían colocado una a lado de la otra, pues les puse así.

Mariane 1, Mariane 2 y Mariane 3, si se a la próxima no venían en la misma formación de seguro las confundiría; que chistoso, ¿no? Bueno, dejé eso de lado y estuve con cuidado observando a las tres chicas acercarse.

-Estamos aquí porque es la persona más cercana a Arthur-Dijo la número dos.

-Y necesitamos tu ayuda en la rehabilitación-Añadió número tres con una leve sonrisa, cosa que hizo que las otras dos hicieran la misma acción.

¿Por qué yo? ¿Qué acaso no podían mantenerlo en una camilla?

La mirada de las tres chicas clonadas empezó a verme de manera tan fija que me hicieron sentir incómoda, mi aura estaba saliendo lentamente por mi espalda, negué bajando la mirada a mis manos, tenía miedo; él estaba en problemas, tenía miedo de perderlo, no quería perder a alguien más.

-¿Dónde está?-Pregunté en voz baja, apreté los puños negando.

-Sígueme por favor-Respondió la morena haciendo que los clones desaparecieran, solo era ella...Su figura tan delgada empezó a andar por los pasillos de la enorme Torre.

Observaba cada rincón que me llevaba, parecían estar todos en la misma formación y patrón, pero mantenía una pequeña diferencia en alguna esquina, inferior o superior; empecé a andar pasando mi mano lentamente por toda la superficie, las zonas ásperas, las lisas, las resquebrajaduras y el repellado; todo ello me indicaba un camino "invisible", uno que solo yo conocía y reconocería para ver mi ida y vuelta al cuarto de Arthur.

-Casi llegamos-Anunció la morena colocándose a mi lado-He escuchado por parte de los mentores que has avanzado muy bien en tus entrenamientos...-Añadió jugando con su pulsera plateada-Aparte de ser de las mejores en la rama Aurica

-Gracias-Respondo avergonzada bajando la cabeza, no sentía si lo decía para bajar mis nervios o para animarme.

-¿Quieres que me quede?-Preguntó señalando la puerta, aparecía con una equis en alto con arena oscura...Arena áurica.

Negué de golpe, entré en el cuarto para dar con una escena horrible...

Hubiera preferido que ella se quedara, que se mantuviera a mi lado o por lo menos me diera la advertencia por la arena...No pensé que fuera a estar tan apresado, al principio pensé que sería una camilla y catéter para calmar su ritmo, aparte del marcapasos típico de un hospital; era distinto, estaba amarrado a cadenas, tentáculos negros y humo salían de sus manos y boca, parecía muerto; negué, observé aquella mirada tan perdida, tan sin vida, solo pude mantener mi mirada por segundos hasta sentir el gran pesar en mi pecho, la caída de todo sobre mí.

-Arthur...-Toqué la enorme pila de cadenas que le apresaban-¿Qué te pasó?

Al instante en que mis dedos chocaron contra el material, los objetos se encendieron hasta el punto en que parecían arder sobre la piel del chico; tragué en seco, tenía miedo de haberlo lastimado, apenas captaba algún signo de vida por su parte.

-Por...favor...

Su voz, aquella suave voz lo único que logró fue hacer que varias lágrimas cayeran por mis mejillas, ¿por qué?

Giré la cabeza hacia su rostro, sin tanta vida, demacrado, entonces supe que le pasaba.

-Perdón, en verdad, ¡perdón!-Grité quitando mis manos de las cadenas.

La energía rodeó todo este sitio, sentía el choque de auras en el aire, parecía que quería tragarme aquel poder tan alto, pensé que iba a caer de rodillas, que todo este lugar se volvería sobre mis hombros y me tragaría hasta volverse polvo.

-Tempo

Todo, se detuvo.

Apenas pude enfocar ante la poca luz, ya no veía esas enormes cadenas, no sentía el aura del chico chocar ni su oscuro poder consumir el mío, toqué la pared, creía haber sentido algo distinto en ella, aún la luz no regresaba, ni siquiera encontré las primeras cadenas que en algún momento estaban junto al cuerpo de Arthur.

ARTHUR.

Empecé a palpar toda la pared en busca de su cuerpo, de alguna parte que quedara...Su cuerpo se veía herido, corrompido.

Una explosión.

Sentí el aire caer en mi cara.

Luego la luz.

De ahí, solo vi una figura.

Alta, esbelta, poderosa.

Y todo comenzó.

La ProclamaciónWhere stories live. Discover now