Capítulo 27

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Me quedo en silencio por unos minutos que parecen eternos. ¿Qué se supone que diga? No soy buena expresando mis sentimientos. Ni siquiera le puedo decir a mis hermanos que los quiero, como se supone que le diga a él que lo amo.

-¿Vas a decir algo o te vas a quedar callada? - me pregunta - Para que me avises y así nos sentamos aquí - me dice con una sonrisa de lado que lo único que hace es ponerme más nerviosa de lo que estoy

-Yo... yo... - maldita sea, no puedo decirlo, estoy a punto de jalarme los pelos

-¿Tu qué? - estoy segura que lo hace por joder - Vamos brujita tu puedes decirlo

-No me estas ayudando Caden- le digo entre dientes

Como siga así juro que le lanzo un cuchillo.

-¿Por qué te cuesta tanto decirlo? - pregunta curioso

-¿Tu crees que es fácil hacerlo? - le pregunto intentando no estresarme

-¡Lo acabo de hacer!

-¡No me digas genio, eso ya lo sabía!

-¡No me grites!

-¡Pero si tu comenzaste!

-¡Entonces dilo!

-¡No me ordenes idiota!

-¡Dilo!

-¡¿Y qué si no me da la gana?!

-¡Ahhhh, me sacas canas mujer!

-Es un don que te puedo decir- soplo mis uñas y las limpio contra mi ropa

¿Bipolar, yo? Naaaah.

-¿Siquiera te sientes igual que yo? - me pregunta con la mirada apagada

-¿Estas dudando de mis sentimientos?- le pregunto un poco indignada

-No es eso brujita - suspira cansado- Solo quiero saber si sientes lo mismo que yo, eso es todo- responde con una mueca

Todo rastro de ira se esfuma y no puedo evitar mirarlo con ternura, así que me acerco despacio y coloco mis manos en sus mejillas a la vez que las acaricio suavemente.

-Claro que siento lo mismo, es solo que..., siempre me ha costado expresar mis sentimientos... y no quiero equivocarme- le respondo

-Te prometo que no lo harás- me asegura pegando su frente a la mía

-Más te vale- digo y cierro los ojos disfrutando del momento

Puede que sea una mafiosa hija de puta sin corazón y toda esa mierda. Pero lo amo y no pienso negarlo, ni siquiera a mi misma.



...

Estaciono mi auto frente a la cabaña al igual que Caden y nos bajamos de nuestros autos intentando no hacer mucho ruido para no despertar a la pelirroja y a Stephan.

-¿Duermes conmigo brujita? - me pregunta el tatuado cuando me alcanza

-Claro, espérame allá ahorita te alcanzo, voy a guardar esto- le contesto enseñándole los maletines con armas

-Esta bien, pero no te demores eh- me dice con una sonrisa pícara a lo que sonrío y le guiño un ojo

Lo sigo con los ojos hasta que sube las escaleras y luego yo me dirijo al pequeño almacén que tengo detrás de la casa para guardar las armas. Una vez las dejo en su lugar y cierro todo con llave, regreso a la casa y subo las escaleras para luego entrar a mi habitación, en donde encuentro a Akira echada en medio de la cama y sin intenciones de moverse.

LA JEFA DE LA MAFIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora