Siete

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Lucas es un chico bastante más organizado e inteligente de lo que parece. Dentro de su cabeza pequeña y bajo su pelo despeinado y tupido, se esconde un cerebro bastante peculiar, movido por diminutos engranajes que hacen que funcione sin parar.

En cuanto menciono por encima de qué trata mi libro y película, toma notas con prisa, mirándome fijamente y asintiendo, pero sin dirigirle una sola mirada a la hoja en la que está escribiendo. Me pregunto si una vez llegue a casa podrá pasar esos apuntes a limpio o si necesitará la ayuda de un diccionario de jeroglíficos para descifrarlo.

—Podríamos hacer un pequeño debate para ganar puntos: tú explicas por qué piensas que lo tuyo es mejor que lo mío, y al revés —sopesa, golpeándose con su bolígrafo azul en la barbilla.

Me parece una idea tan brillante que no puedo evitar asentir con entusiasmo, haciendo que él suelte una pequeña risita. Me percato de que tiene ese tipo de sonrisa que enseña parte de las encías.

Seguimos adelantando trabajo, y hacemos tan buena pareja estudiantil que después de cuarenta minutos ya tenemos todo preparado: el guión, qué hacer el día de la presentación del trabajo... Solo nos quedaría maquetarlo en algún programa de diapositivas, de lo que he prometido hacerme cargo.

Jeongin solo vuelve para entregarnos las bebidas, con esa sonrisita dulce y ojos brillantes que tanto le caracterizan, y que desaparecieron ayer cuando me apartó de esas chicas. Cualquiera diría que es el mismo chico.

Después de hacer todo el trabajo y viendo que aún nos quedan casi las bebidas por completo, Lucas es el que decide romper el hielo para que no se instale un silencio incómodo entre nosotros.

—¿Y qué quieres estudiar? ¿Planeas hacer alguna carrera universitaria? —pregunta mientras estira el brazo. Se lleva la taza de café a la boca y me mira expectante, esperando una respuesta.

—Pues desde pequeña quiero estudiar periodismo, pero si veo que me es muy difícil creo que haré algo relacionado con audiovisuales, porque es algo que me interesa mucho. ¿Tú? —quiero saber de vuelta. Sé tan poco de Lucas que no sabría decir qué carreras pegan con él y cuáles no.

—Me gustaría hacer algo relacionado con la música o con el teatro, pero mis padres no le ven mucha salida laboral. Quieren que haga algo como abogacía, medicina... Algo así. —Sus ojos se vuelven un poco tristes y me parece ver una luminosidad sospechosa parecida a lágrimas, pero no presiono porque parece un tema doloroso.

—Deberías hacer lo que a ti te haga feliz, ya que al fin y al cabo es en lo que va a girar en torno tu vida.

—Es solo que... No quiero defraudarlos. Son muy importantes para mí.

Le entiendo: mi relación con mis padres no es la mejor del mundo (de mi padre no sé nada desde hace seis años y mi madre se pasa tanto tiempo trabajando que solo la veo los días que tiene libre), pero sé lo que es no querer hacerles daño y querer complacerles aún cuando eso te puede perjudicar a ti mismo.

Hablamos de muchas cosas en poco tiempo: de deportes, de comidas y bebidas, de videojuegos y de música. Termina confesándome que Ivory está planeando sacar nueva música entre el mes que el viene y el siguiente, y que presentarán el mini álbum a una discográfica.

—Sois muy buenos —asiento dándole un trago a mi bebida—, y treinta mil seguidores en Instagram no es poca cosa, y menos para lo poco que lleváis en la plataforma.

—Sí, bueno. Supongo. —SE rasca la nuca, claramente avergonzado, y cambia de tema tan rápido que me quedo sorprendida—. Perdona que te pregunte, pero ¿De verdad te gusta Jeongin o esas cartas son falsas? —Debo de ponerme pálida, porque habla otra vez, aclarando sus palabras—: Si no quieres responderme no hace falta, y siento si te ha molestado. Es solo que... Como amigo de Jeongin no quiero que le haga nadie daño. Estoy seguro de que lo que sientes por él es real, pero, quiero... Ya sabes, asegurarme.

Insomnia | JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora