Once

1.6K 191 192
                                    

No sé si es porque se me ha roto el corazón y el mundo se me viene abajo, pero siento que los segundos y los minutos pasan demasiado rápidos y que son tan efímeros que con solo un pestañeo ya es como si hubiesen pasado veinte años. Tal vez no sea así y todo sea fruto de mi imaginación, de mi cerebro que no deja de pensar en formas de salir y huir de este sitio sin que resulte demasiado cantoso.

Pero al final desecho todos esos planes rápidos, porque son de todo menos realistas. Simplemente opto por levantarme de la mesa, sin importarme que mi bebida esté a medio terminar y que sólo haya podido comer un churro. Busco, con las manos temblorosas, el monedero que está perdido en algún recoveco del bolso, y dejo un billete de cinco euros encima de la mesa.

—Yo pagaré por los dos —digo con voz triste, mientras más y más lágrimas recorren mis mejillas, frías de repente—. Creo que será mejor que me vaya.

—Luna... —susurra Jeongin, con un tono de voz tan bajo que casi no le escucho bien.

No me importa que me llame, salgo lo más rápido que puedo y me enfrento al frío que hace fuera y que a parte de mi cara también enfría mi corazón, quizás haciéndolo de piedra o quizás formando más grietas. No sé si me sigue o si no, porque aunque no escucho ningún ruido a mis espaldas tampoco me giro para comprobarlo. 

Camino tan rápido que cuando llego a mi portal me cuesta respirar, me duele la cabeza y creo que voy a vomitar en las escaleras; no obstante, soy capaz de subir, quitarme las zapatillas, la ropa y meterme en la ducha ardiendo. Me quedo estática bajo el chorro de agua hasta que la temperatura se vuelve insoportable y hace que la piel me duela.

Los rizos artificiales hechos con el rizador de mi madre desaparecen, y mis lágrimas se mezclan con las gotas de agua.

Me siento muy miserable.

Cuando salgo de la ducha y me seco por completo, veo en el móvil que tengo tres llamadas y cinco mensajes de Jeongin, pero no entro en la aplicación para leerlos. De hecho, la mejor idea que tengo es apagar el móvil y arrebujarme bajo las sábanas.

Lloro y lloro hasta que me duele la cabeza de tanto hacerlo y me quedo dormida. Me despierto cuando ya es de noche, y estoy tan agotada mentalmente que no me pongo a darle vueltas al hecho de que he podido descansar bastantes horas del tirón, sino que intento entretener a mi cerebro haciendo otras actividades.

¿Es una mala idea escapar del tema como si fuese una niña pequeña? Seguramente, pero ahora mismo no me creo con las fuerzas suficientes como para afrontar el problema.

Me gusta Jeongin, me gusta tanto que podría incluso llegar a estar enamorada... Y saber que mis sentimientos son correspondidos me animan, me alegran el corazón y me dan ganas de verle y abrazarle hasta que me duelan los brazos, pero el hecho de que se vaya a su país y esté tanto tiempo fuera me duele.

Porque en un año pueden pasar muchas cosas: hace doce meses mis sentimientos por él no eran tan fuertes, mamá no estaba todo el día fuera de casa y no tenía tanto insomnio. Las clases me iban bien, me encontraba bien conmigo misma y tenía muchos planes de futuro.

Ahora en cambio todo ha cambiado, y no sé si estoy preparada y si soy lo suficientemente madura como para esperar un año por Jeongin, sin garantías.

🌸

El domingo por la noche me veo obligada a encender el dispositivo para ponerme una alarma y así poder ir al instituto al día siguiente, y veo que tengo otros quince mensajes: diez de Jeongin y cinco de Lucas. Los de este último dicen que si no doy muestras de vida vendrá a casa.

Entro en el chat y les dejo en visto, a los dos.

El lunes es un día difícil: Nuria y Sebastián se preocupan tanto por mí que cada rato que tienen libre entre clase y clase me buscan, aunque cada cambio los paso encerrada en el baño; Lucas no ha ido al instituto y Jeongin intenta establecer conversación conmigo más de una vez, pero me voy antes de que siquiera pueda pronunciar ni una sola palabra.

Insomnia | JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora