CAP. 23.

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-Qué haces aquí? 

-Dónde tienes el teléfono? 

-Qué haces aquí? 

-No me vas a responder? 

-Y tú? 

Bufé y me acerqué a Joel agarrando la copa del suelo. 

-Erick deja eso.

Miré sus ojos cuando el olor a alcohol inundó mis fosas nasales recordándome todas esas veces que mi madre se emborrachaba y me hacía pasar cosas que ninguna persona debería pasar. 

Mi vista fue hasta la copa que estaba a mitad.

No sé me ocurrió otra cosa que tirar el contenido por el balcón mientras observaba como su cara pasaba a indignación. 

-Qué coño haces? 

-Crees que voy a dejar que te emborraches sin dar una respuesta a nadie? Sabes realmente lo preocupado que está Zabdiel? 

-No me importa. No quiero saber nada de nadie. Vete. 

-Joel escúchame

-Erick vete 

Miré sus ojos viendo como se aguaban y como ellos me pedían que me fuera de verdad. 

-Por favor- susurró bajando la cabeza. 

Me acerqué lo poco que queda para juntar mi pecho con el suyo levantando su barbilla con mi dedo. 

Acaricié su mejilla viendo como seguía sin mirar mis ojos. 

-Te amo- susurré acariciando su nuca. 

-Y por qué haces esto Erick? Cuando me consigo decidir de toda la mierda que tengo en la cabeza eres tú el que no quiere.

Miré su rostro y quité un mechón de pelo de su cara eligiendo mentalmente las palabras adecuadas. 

-Tienes que entender que para mí ha sido muy complicado entender tus cambios de humor 

-Y a mi entender los tuyos ahora! Qué haces aquí si no quieres nada? 

-Joel, tú crees que estaría aquí si de verdad no me importaras nada? 

-Entonces?- susurró mirándome a los ojos.

Sin poder evitarlo lo abracé como necesitaba hacerlo hace mucho. Mi cara fue a el hueco de su cuello notando como sus manos se paseaban delicadamente por mi espalda. 

Solo ahí me di cuenta de que habíamos jugado papeles estúpidos y que para nada éramos nosotros los que nos controlabamos. 

Nunca me han importado las críticas de las personas y hace unos años juraría que jamás lo harían. No hasta que conocí a Joel.

Joel ha sido mi vida entera y estoy seguro de que es el único hombre que me sabrá completar siempre. 

Siempre estará el miedo. Nunca puedes proteger a tus seres queridos para toda la vida por mucho que quieras. Por eso mi mayor miedo era perderlo a él. Y ese miedo era algo que ni el más bonito poema podría quitar. 

Me separé de su cuello y él me sonrió levemente ladeando la cabeza. 

-Y si empezamos de nuevo? 

Mi boca dibujó una sonrisa y fue suficiente para sentir los labios de Joel sobre los míos en un beso tan necesitado que es difícil de explicar. 

Debo reconocer que me costó bastante sacar a Joel de ahí pero, una vez que lo conseguí,  nuestras manos no se separaron en todo el camino al hospital. 

Atrapado en el 21 |||| Joerick   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora