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Abrió la puerta con pereza. Entró, intentando ignorar su nerviosismo.

Había visto el auto del rubio en la entrada, sus cosas en el sofá y sus pantalones en la escalera.

—¡Hyunsin, ya llegué!—gritó tan alto como pudo, para hacerle saber a su hermana que ya estaba en casa.

Y que no quería a nadie desnudo dentro del lugar...o fuera. Como sea.

Namjoon se golpeó internamente cuando recordó que sus pantalones no estaban en el cuarto. Maldita la hora en la que su novia tomó las riendas de las cosas en la casa. Y pensar que a penas hace 2 días le había dicho que no hasta el cansancio.

Pero la chica no parecía querer rendirse.

—Genial, esto no puede estar peor—murmuró su novia, colocándose rápidamente su blusa.

Ellos no estaban por completo desnudos, pero tampoco estaban vestidos exactamente.

—¿Mi camisa?—preguntó Nam, cuando se dio cuenta que no estaba alrededor.

—En...el sofá.

—Mierda.

Claro que Namjoon los había detenido cuando llegaron al cuarto, alegando , pero no detuvo el despojo de ropa mutuo.

Hyunsin, con su ropa ya puesta, abrió la puerta de su cuarto.

—Vamos por tu ropa—habló con calma. Por dentro estaba muriendo de vergüenza. ¿Qué iba a pensar su hermano sobre ella?

—Hyunsin, tu hermano me va a ver semidesnudo...

—¿Y? Nada que mi hermano no haya visto antes en sí mismo.

Los dos eran hombres, lo que Hyunsin decía era verdad. Los dos tenían lo mismo.

Hyunsin salió sin prisas y el rubio la siguió, maldiciendo por lo bajo. Él no quería que Seokjin pensara mal de él.

Muy tarde.

Cuando iban a mitad de las escaleras, Nam divisó sus pantalones en uno de los escalones. Lo tomó con rapidez y se lo pudo con dificultad.

Llegaron al final de las escaleras y Jin salió de la sala. Con la camisa de Namjoon en las manos.

El rubio sintió que su respiración se detenía.

Jin tuvo que fingir muy bien su sonrojo. Namjoon no tenía un mal cuerpo, para nada.

—¿Me pueden explicar qué hacía esto en el sofá?—preguntó con calma.

—Jin...yo...no le digas a mis papás—terminó por decir la chica.

Namjoon no dejaba de ver como el pelinegro hablaba, muy seguramente enojado y dándole una advertencia a su hermana y muy posiblemente a él. Pero poco importaba.

—Namjoon, ¿entendiste?

—Si—mintió.

Jin le lanzó la camisa al pecho, y con un enojo inexplicable subió las escaleras, se metió a su cuarto y se encerró ahí.

Me estoy volviendo loco.

Jin quería culpar al rubio de no poder sacarlo de su cabeza por ese beso.

Había pasado más de una semana y él simplemente no podía olvidarlo. Tanto fue la tortura, que su novia se dio cuenta de aquello.

—Sé que no me besas a mí Jin—había dicho ella—Sé que cuando pones tus labios sobre los míos, no en mi en quién piensas. Y esta bien, uno se puede des-enamorar, pero yo no quiero estar con alguien que no quiere estar conmigo.

Jin no pudo poner objeción ¿Qué iba a decir?

De eso hacía una semana exacta.

Necesitaba salir. Necesitaba olvidarse del rubio.

I Kissed a Boy •NJ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora