m i n d

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 Richie dejó su mochila a un lado de la habitación mientras se tumbaba en la cama. Quería dormir. Estaba realmente exhausto. Esas ganas de llorar aún seguían atoradas en su garganta. Aunque, a decir verdad, el ver a Eddie había hecho que su día no sea una mierda del todo. Pero ahora no estaba con Eddie, estaba nuevamente solo en una habitación completamente oscura y fría, lo que le hacía sentir aún más solo.

La habitación del muchacho estaba adornada con posters de bandas como Nirvana, Ramones y AC/DC. Las paredes estaban pintadas por un verde oscuro que a Richie muchas veces le llegaba a parecer triste. Su cuarto definitivamente no era el más ordenado del mundo, pues camisetas y papeles habían estado en el suelo desde hace aproximadamente dos semanas.

 Suspiró con frustración mientras comenzaba a revolver su cama en busca de su walkman y sus audífonos. Necesitaba desconectarse un rato de la realidad, y la música siempre era la mejor solución. Recordó el día en el que Eddie se lo regaló, en el fondo sabía que esa era la única razón por la que nunca se separaba de aquél aparato. Ese día había sido la excepción, ya que desde su cumpleaños, día en que Eds se lo regaló, jamás salió de su casa sin él. Lo llevaba a todos lados donde iba, haciendo que no se sintiera tan solo, incluso cuando realmente lo estaba. Era una especie de amuleto de la suerte, y quizás al no llevarlo junto a él ese día había sido una mierda (aunque no tanto al final).

 Mientras que en sus pensamientos rondaba el pequeño hipocondríaco, como ya era costumbre, una voz lo sacó de sus pensamientos, provocando que un escalofrío le subiera por la espalda.

Nuevamente pensando en tu amor platónico, ¿eh, Richie? 

 Tragó saliva. El aire nuevamente se iba de su cuerpo. Quería levantarse de su cama y correr, pero sus piernas no respondían.

 — Tú... tú no eres real, ¿o sí? —preguntó al aire con desconfianza— No eres real —intentó convencerse a sí mismo.

 ¿En serio piensas eso?

 Le contestó, haciendo que Richie comenzara a temblar.

 — S-sí.

 Bueno, estoy en tu mente, sí, pero no te imaginas lo real que puedo llegar a ser.

 — Oh por Dios, tierra tragame ahora mismo... —susurró—. No, tú no eres real. No te tengo miedo, idiota —verificó a su alrededor si realmente el payaso no estaba ahí. Comenzó a sentirse estúpido por estar hablando solo con un producto de su mente.

 Pues con el paso de los días verás lo real que puedo ser. Quizás incluso tu peor enemigo.

 — Eso es imposible, estás en mi mente, además solamente eres un maldito payaso. No me asustas —dudó por un segundo de sus palabras.

 Estoy en tu mente, y tu mente es tu peor enemiga. ¿O me vas a negar las noches que pasaste a solas con tu mente carcomiendote por el hecho de ser...?

 — ¡Cállate! ¡No lo digas! —le interrumpió antes de que completara la oración. Los ojos del bocazas comenzaban a humedecerse. Se sentía tan estúpidamente débil. Cada día estaba más seguro de que era un marica.

El que no lo pronuncie no hará que las cosas cambien.

 Richie mordió su labio inferior, sintiendo las lágrimas comenzando a deslizarse por sus mejillas. Tenía razón. Aquél maldito payaso tenía toda la razón. Las cosas no iban a cambiar después de todo. El azabache odiaba eso.

Oh, pequeño Richie, ¿ya estás llorando de nuevo?  Eres tan débil...

 Su sangre comenzó a hervir de la rabia. No iba a dejar que las mierdas que dice un maldito payaso, que para colmo estaba en su mente, controlara sus estados de ánimos o lo manipulara de alguna manera.

Se aferró al wolkman que le había regalado Eddie mientras secaba sus lágrimas, las cuales ya habían humedecido su camisa verde y sus sábanas blancas.  

 — ¡Ve a joder a tu madre, idiota! —fue lo último que pronunció antes de colocarse sus audífonos y enterrar su rostro en la almohada, deseando despertar de aquella pesadilla. Pero no lo era. No era una pesadilla, realmente estaba pasando.

 Pensó en que jamás se había mostrado tan débil ante alguien. Las paredes de su cuarto eran las únicas que habían logrado ver como el chico se desmoronaba mientras se aferraba a aquél aparato. Probablemente en momentos así era lo único que le brindaba un poco de seguridad. Le gustaría que en esos momento esté Eddie para abrazarlo y decirle que todo va a estar bien. Que todo mejorará, aún si es mentira. Pero no podía dejar que lo vea así. Fue cuando otro pensamiento llegó a su mente. Si él le contaba a Eddie y sus amigos lo que le estaba pasando... ¿ellos entenderían? Le costaba creer que puedan comprenderlo. Probablemente si se lo contase ellos correrían lo más lejos posible de él, se alejarían, y Richie no soportaba la idea de perder Eddie ni a ninguno del club de los perdedores. Eran lo único que tenía. ¿Qué haría él sin los regaños de Stan, los consejos de Beverly y Bill, la ayuda en sus clases por parte de Ben, las charlas sobre la vida con Mike? Y sobre todo, ¿qué haría sin la sonrisa de Eddie y la forma en la que solamente él lo cuidaba? Exacto, nada. No podría hacer nada sin ellos.

 Miró hacia el techo. Definitivamente lo mejor sería guardar silencio, al  menos hasta largarse de ese horrible pueblo llamado Derry.

No será un secreto por mucho tiempo, pequeño Richie.

dirty little secret ;; reddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora