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Sting miró la puerta cerrada de la habitación de Rogue nuevamente. La ansiedad había invadido su cuerpo desde que habían regresado de recoger a Rogue hacía poco más de una hora. Juvia lo había llamado llorando y podía escuchar los gritos de Gajeel al otro lado pareciendo querer pelear con alguien. A Sting le costó comprender que ocurría debido al ruido al otro lado, pero supo donde debía estar Rogue por los comentarios que Gajeel gritaba. Había ido lo más rápido que pudo, seguramente le llegarían por correo algunas multas de velocidad, pero en aquel momento no lo pensó. Cuando llegó, Rogue ya había salido, caminando al exterior del recinto.

Sting no dijo nada, tampoco lo tocó, el rostro de Rogue se lo indicó antes de subir al coche. Habían regresado al anochecer, Sting tenía ya la cena preparada con una película a punto de ser reproducida mientras esperaba el regreso de su amigo, pero nada más llegar, Rogue se encerró en su habitación.

Sting continuó mirando la puerta de madera y tocó con duda la manivela para abrirla. Rogue lo necesitaba, pero no sabía si era ahora o en un par de horas. A veces era demasiado complicado entender a su mejor amigo. En lugar de abrir, llamó un par de veces a la puerta.

—Rogue, ¿quieres cenar? He hecho pasta y he comprado flan de postre—dijo creyendo que preguntar un "¿Estás bien?" sería demasiado duro.

—No tengo hambre—escuchó la voz opacada tras la puerta. Sabiendo que la contestación de Rogue significaba que quería hablar con él, abrió la puerta con lentitud.

La habitación estaba oscura, la única luz entrando por la puerta junto a Sting. La cama estaba deshecha, un bulto que debía ser Rogue ocupándola. Rogue se movió asomando la cabeza para mirar a su mejor amigo.

—Cierra la puerta—indicó haciendo un hueco en la esquina de la cama junto a él. Sting obedeció a pesar de que sabía que no vería nada y se llevaría algún golpe antes de llegar junto a Rogue.

Llegó con dificultad a la cama, sentándose tras asegurarse de que no iba a aplastar al pelinegro. Buscó a tientas en las sombras la mano de Rogue, Rogue fue quien lo encontró finalmente. Poco a poco sus ojos se adaptaron, siendo capaz de identificar los muebles de la habitación y pudiendo ver la silueta de Rogue en la propia oscuridad. Apretó la mano de su mejor amigo antes de hablar.

—¿Quieres contarme lo que ha pasado?—preguntó en un susurro, tratando de mostrarle a Rogue seguridad y confianza. Rogue se revolvió sin apartar su mano de la de Sting.

—No ha pasado nada—contestó, Sting no dijo nada. Simplemente observó el bulto en la cama—. Querían saber cosas como la fecha de la boda, donde sería y decirme que me estarían observando a partir de ahora—informó el pelinegro y Sting frunció el ceño. Gajeel le había contado por llamada, después de recoger a Rogue, lo que había ocurrido en el establecimiento, se lo habían llevado casi como si fuera un criminal. Sentía la ira apoderarse de él, por lo que trató de relajarse. Quería tranquilizar a Rogue, si se inquietaba seguramente Rogue volvería a callarse y lo echaría del cuarto. Acarició con su pulgar la mano de Rogue antes de hablar.

—Sé que eso no es todo—respondió Sting sin dejar las caricias. Dudando un poco, se tumbó al lado de Rogue, escuchando el quejido del pelinegro debido a la invasión repentina de su espacio personal. Sin embargo, no se alejó, lo que era buena señal para Sting.

—¿Qué te ha contado Gajeel?—cuestionó Rogue, su voz un tono más grave debido a las ganas de llorar que tenía nuevamente.

—Todo, por supuesto—contestó con seguridad, sintiendo como la mano de Rogue temblaba—.¿Quieres hablarlo?—Un silencio se formó en la habitación. Ambas respiraciones se fusionaron como único sonido, Sting pronto escuchó el sonido de la puerta siendo arañada como señal de que Lector y Frosch querían pasar, pero dudaba que los gatos consiguieran que Rogue se sincerase. No separó la vista de Rogue, a pesar de no poder ver los brillantes ojos rojos.

Vivan los "novios"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora