Sting no recordaba nada de la noche anterior. Bueno, algo sí, se recordaba a si mismo echando hasta la última gota de alcohol en el retrete de su casa. Rogue lo observaba desde la puerta con una mirada algo molesta mientras Minerva le explicaba que su marido seguía sin tener autocontrol al beber como si se tratara de un adolescente.
Ahora estaba sentado al borde de la cama, un dolor de cabeza tremendo mientras esperaba a Rogue, quién se había ofrecido a traerle una pastilla cuando se había despertado ese día. Rogue estaba molesto, era notable. El vaso de agua se derramó levemente ante la fuerza con la que Rogue lo había posado en la mesilla de Sting, apenas dejó las cosas salió de la habitación.
Sting suspiró, tomando la pastilla y volviendo a tumbarse. No tenía ganas de preguntar qué ocurría porque eso llevaría a una discusión, y una discusión significaba dolor de cabeza. Rogue no regresó a su habitación en toda la mañana, tampoco cuando llegó la hora de comer y sus tripas sonaron dio alguna señal de vida.
Se incorporó, los ojos aún cerrados sintiendo la pesadez en su cuerpo y esforzándose por salir de entre las suaves sábanas.
—¿Rogue?—preguntó, buscando alguna luz encendida sin encontrarla. Bufó, buscando su teléfono, preguntándose en su interior que tan mal había hecho al emborracharse anoche.
Escuchó la música del teléfono cerca y, pocos segundos después, el sonido de la puerta. Rogue hizo una mueca al ver a Sting y se dirigió a la cocina.
—Rogue—llamó Sting en queja, acercándose al pelinegro—. ¿A donde has ido?
—A por la comida—informó con molestia marcada, Sting fingió inocencia acercándose hasta quedar junto a su compañero.
—¿Qué vamos a comer?
—Comida.
—Oh, gracias mamá.
—Cállate.—Sting no respondió, no dijo nada más y simplemente ayudó a vaciar las bolsas que Rogue había dejado apartadas.
—¿Por qué estás molesto?—cuestionó Sting tras unos minutos de silencio;Rogue lo miró con el ceño marcado en una profunda molestia—. Solo me he emborrachado.
—Minerva tuvo que traerte a rastras hasta el apartamento—gruñó en respuesta, volviendo a darle la espalda mientras organizaba los elementos en el interior del refrigerador—. Ah, y se me olvidaba lo más importante: se lo contaste todo mientras llorabas.
—¿Todo el qué?
—Mi situación con inmigración, nuestro matrimonio falso y el futuro divorcio.—Rogue volvió a mirar a Sting, sin apartar la mirada—. Eres jodidamente irresponsable.—Sting apartó la mirada, Rogue soltó un suspiro—. Tuve que explicarle todo bien, dado que entre tu llantos
y tu borrachera no entendió demasiado.—Minerva es buena amiga, no dirá nada.—Sting volvió a acercarse a Rogue, agarró su mano pero Rogue la apartó con un gruñido de advertencia.
—Me da igual, Sting. No tengo ganas de complicar más todo. Es como darle vueltas al mismo asunto una y otra vez y estoy cansado.—Rogue suspiró, se dio la vuelta y se dirigió a la salida de la cocina—. Ya ha pasado un tiempo; tal vez deberíamos ir planteando ya el divorcio, como habíamos planeado.—Rogue clavó su mirada en la azulada, que solo entrecerró los ojos.
—¿Solo porque Minerva lo sabe?
—No, Sting, porque cuanto más tiempo estemos con esto; más se complicará.—Se formó un silencio entre ambos, quizá el silencio más pesado e incómodo que habían vivido en años.
Sin una respuesta, Rogue salió de la sala. Sting solo se mordió el labio, evitando soltar todas las maldiciones que querían salir. Se dio la vuelta, dispuesto a hacer la comida y colocando música para tratar de distraerse.
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Vivan los "novios"
FanfictionRogue se ve encerrado, no puede encontrar una salida ante aquella situación que veía venir desde hacía tiempo atrás. Está asustado, porque volver a su país significaría perder toda su vida. Sting le ofrece su ayuda, una idea descabellada que Rogue s...