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Como era de esperar, al día siguiente cuando Rogue se despertó todos seguían dormidos. Era bastante temprano, debido a que el reloj biológico de Rogue se levanta demasiado pronto para gusto de cualquiera. Se paseó por la casa con poco ánimo, observando como habían caído sus compañeros en cualquier lado para dormir. Sólo unos pocos habían llegado a las camas o colchones que estaban destinados para ellos. Rogue suspiró con pereza, imaginándose limpiando todo aquello. Se acercó a la máquina de café y apretó el botón mientras el contenido caliente salía.

Se apoyó en uno de los muebles junto a la ventana para observar por ella. La nieve caía lentamente mientras el sol terminaba de salir. Para cuando Rogue terminó su café, el sol ya iluminaba el cielo por completo. Recordó con cierta nostalgia cuando iba con la familia de Sting a aquel lugar en verano, cuando acampaban en el exterior o iban al río en busca de más fresco. Sonrió ante el recuerdo, aunque había perdido a sus padres siempre ha tenido una familia con la que estar, que le daba apoyo.

Muchas veces había pensado que, quizá, Sting podría llegar a gustarle, y de hecho gran parte de su adolescencia fue tratando de averiguar su orientación sexual, aunque no llegó a darle respuesta a aquello. Decidió olvidarlo, no darle importancia y continuar con su vida. Llegados a ese punto no podía evitar preguntarse nuevamente, ¿podría ser que Sting le gustase? La respuesta era sí, pero no era capaz de encontrar un por qué que se lo explicase. Soltó un suspiro, realmente no quería averiguarlo.

Cuando pasó una hora y se dio cuenta de que nadie iba a dar señales de vida hasta al menos la hora de la comida, regresó a su habitación para acostarse nuevamente en las cálidas sábanas. No pasaron ni dos minutos antes de sentir el cuerpo de Sting acurrucarse contra el suyo en busca de calor, soltando un suspiro cuando volvió a acomodarse en el colchón. Rogue miró como dormía Sting, como su cuerpo estaba tan relajado contra el suyo, antes de imitarlo y enterrar su cabeza en su cuello.

...

Cuando todos despertaron Rogue lo agradeció, estaba cansado de estar tumbado sin hacer nada, pero sabiendo que no tenía nada mejor que hacer. Sting se levantó debido al estruendo en la cocina, con una gran queja comenzó a moverse y soltó su agarre de Rogue sólo para darse la vuelta.

—Que dolor de cabeza—susurró Sting, Rogue rodó los ojos en respuesta.

—No deberías haber bebido tanto.—Sting gruñó rodando en la cama y quedando junto a Rogue, que ya se había incorporado. Abrió uno de sus ojos para mirar como su mejor amigo lo miraba con lamento antes de volver cerrarlos y tratar de dormir—. Son las doce de la mañana, no te voy a dejar dormir más—habló Rogue, su dedo clavándose en la mejilla de Sting sin importar sus quejas.

Rogue se levantó yendo al baño para lavarse la cara mientras hacía tiempo hasta que Sting decidiera incorporarse,pero cuando salió Sting volvía a estar profundamente dormido. Sin más remedio, Rogue de dirigió al salón sin mucho ánimo de enfrentarse a un montón de gente con resaca, y no se sorprendió cuando al entrar en la cocina todos parecían querer morir ahí mismo. Ayudó a preparar el desayuno y repartió pastillas para ayudar a sus amigos con el dolor. Finalmente tuvo que subir a por Sting, con una pastilla en una mano y un vaso con agua en la otra. Abrió la puerta sin preguntar, encontrando a Sting sentado en el colchón envuelto en sábanas observando un punto perdido en la pared. Rogue se acercó con lentitud y se sentó junto al rubio.

—¿Cómo te encuentras?—habló Rogue mostrando a Sting la pastilla junto al vaso de agua. Sting aceptó, abriendo la boca debido a la pereza que le daba tan siquiera asomarse de entre las mantas. Rogue suspiró pero accedió a colocar la pastilla y acercó el vaso a los labios de su amigo.

Vivan los "novios"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora