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El estresante tiempo que quedaba antes de la boda fue para Sting y Rogue casi como un sueño. A su alrededor todo avanzaba, sus amigos les ayudaban y se notaban incluso más nerviosos que ellos mismos ante la situación. Se sentía extraño dado que para ellos casi parecía un juego: pasaban parte de las tardes bailando, iban y venían de las diferentes obligaciones y finalizaban el día yendo a descansar juntos a la cama. No habían comentado en voz alta aquel cambio que, con el paso de los días, se convirtió en algo cotidiano. Sentir el calor del cuerpo contrario ahí era nuevo, pero parecía encajar perfectamente, como si supieran que siempre debían haber estado así, como si hubieran encontrado la pieza faltante.

Y toda aquella perfección, todo aquel ensueño que los consumía, no parecía querer venirse abajo. Ni siquiera el mismo día de su boda, cuando se separaron porque la madre de Sting les había indicado que daba mala suerte verse antes del gran acontecimiento. Ambos hombres notaban los nervios y la sonrisa que los acompañó durante tanto tiempo dudó levemente. ¿Qué pasaría después de todo aquello? La misma pregunta estaba en la mente de ambos. Era obvio, el divorcio, pero aún así había cierto malestar ante aquel pensamiento.

Sting soltó un suspiro pesado y, segundos después, sonrió. Una sonrisa grande, sus ojos cerrados mientras imaginaba lo que ocurriría a continuación aquel día. Era extraño estar feliz pero, de cierto modo, se sentía bien. Quizá porque sabía que estaba haciendo algo bueno por su mejor amigo o porque sabía que su familia lo quería demasiado. Quizá, simplemente quizá, todo aquello les estaba llevando por el buen camino, aquel camino que debían seguir para ser felices.

Rogue,por su lado, no tuvo la facilidad de relajación de su mejor amigo, aunque sabía ocultarla bien. Miró su reflejo, nunca había considerado que el color blanco le quedara especialmente bien. Pensar que finalmente había llegado el día en el que se casaría con Sting, su mejor amigo y, quizá, el único amor que había tenido y sentía real. No podía permitirse estar tranquilo ante aquellos pensamientos. Necesitaba saber con certeza si, tras todos esos acontecimientos, ellos podrían seguir siendo los mejores amigos del mundo, si podrían seguir riendo juntos como cada día.

—Rogue.—La voz dulce no impidió que Rogue se sorprendiera, miró a la mujer en la puerta que, con una sonrisa, decidió entrar—. Pronto empezará la ceremonia, ¿estás listo?—La madre de Sting sonrió, sabiendo de ante mano los nervios del pelinegro. Rogue volvió la vista al espejo, acomodó la diadema en su cabello y suspiró.

—No lo sé—murmuró, un tono de voz lo suficientemente alto para permitir a la mujer acercarse a él.

—Sentirse nervioso es normal, pronto los sentimientos serán más positivos, ya lo verás.—La sonrisa se formó en el rostro contrario, Rogue se giró hacia la mujer como si esperase alguna palabra más de su parte—. Sting también está nervioso, se encerró en el baño.—Rogue suspiró con pesadez sabiendo de antemano las reacciones de su amigo.

—¿Puedo contarte algo?—Rogue preguntó con cierta inseguridad que no se marcó en su voz—. Sting ya lo sabe, somos los únicos que lo sabemos, bueno, y Juvia.—Rogue permaneció en silencio, la mujer pestañeó y asintió segundos después como señal de que podía avanzar—. Desde hace unos meses los agentes de inmigración han estado buscando una forma de echarme del país—murmuró inseguro, la mujer a su lado se sorprendió, queriendo hablar y preguntar, pero se mantuvo en silencio. Rogue llevó una mano a su pelo, buscando distraerse—, la cuestión es que...todo esto lo hemos organizado Sting y yo para, bueno, evitar que me deporten.—Rogue no miró a la mujer, miró a cualquier lugar antes que a ella. Se mordió el labio con nerviosismo y sus dedos se movieron más nerviosos sobre el mechón de su cabello.

—Suena a la típica idea que tendría Sting.—A pesar de que el tono de voz era serio, los labios de la mujer formaron una sonrisa. Rogue seguía sin mirarla, sin saber cómo debía actuar o tan siquiera si había hecho bien—. Sting me lo contó hace un par de días, me sigue molestando que hayáis hecho algo tan imprudente, pero ya no podemos hacer nada.

Vivan los "novios"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora