II Capitulo 36 II

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-______, ¿sigues conmigo?-preguntó él, tocándole un brazo-Si no quieres hacer esto...

-No.

Ella se sentó en la tabla y se frotó la sien. Joel también se sentó mientras ella trataba de pensar, aunque no se le ocurría nada, salvo que aquello estaba bien y que quería estar ahí. Con él.

-Quiero hacer esto-Afirmó-Pero también quiero hacer esto.

Acto seguido, se acercó a él, y lo besó, acariciándole la mejilla. Joel no se sorprendió ni un poquito. Llevaba queriendo hacer eso desde que había llegado, por lo que reaccionó inmediatamente: la tomó de la cara y gimió complacido. Pero en aquel beso hubo algo más... Joel la besó con una ternura imposible, aprovechando cada décima de segundo. No quería separarse de ella, pero el aire les faltaba.

-Bueno...-dijo después, bajando la cabeza sonriente y volviendo al reencuentro de los preciosos ojos de ______-es una buena forma de empezar el día.

______ no podía estar más de acuerdo con él, pero habían ido a hacer surf. Le mostró cómo estudiar las olas antes de decidir hasta dónde remar, cómo esquivar a otro surfista o a un nadador, y cómo ponerse en posición de cara a la playa.

—Cuando se esté acercando una buena ola y no haya otros surfistas, empieza a remar. Cuando te alcance, te levantará y te empujará hacia delante, así que muévete si es la ola que quieres. Sujétate de las asas y salta para ponerte en pie en el centro de la tabla, con las piernas separadas unos sesenta centímetros —le mostró cómo hacerlo—. Asegúrate de que la proa esté por encima del agua; no demasiado, porque la ola te tiraría, pero lo suficiente para que no se hunda. ¿Entendido?

—Eh...

—Así, mira.

________ se volvió a recostar, esperó a que llegara una ola y le enseñó cómo remontarla. Después volvió remando adonde estaba Joel.

—¿Preparado para intentarlo?

—¿Me resultará tan fácil como a ti?

—No.

Él rió.

—En ese caso, estoy tan preparado como puedo llegar a estarlo.

—De acuerdo. Cuando te dé la orden, rema —esperó hasta el segundo exacto—. ¡Ahora! ¡Rema!

Animosamente, Joel fue por la ola y plantó su cuerpo atlético sobre la tabla. Movió las manos en el aire para buscar el equilibrio que parecía no poder encontrar y cayó de cabeza en la ola.
________ hizo una mueca de dolor, pero él volvió a la superficie en perfecto estado. Cuando regresó con ella, le ofreció una sonrisa modesta.

—Es más difícil de lo que parece.

—¿Quieres que lo dejemos? —preguntó ella.

—No, para nada. Quiero continuar.

________ volvió a decirle cuándo remar, y él sacó de nuevo aquellos apetecibles músculos para ponerse en posición en la tabla y extendió los brazos para encontrar el punto de equilibrio, aunque tardó tanto en conseguirlo que la segunda cresta lo derribó.
Después de salir a la superficie, se sacudió el pelo de aquella manera tan sexy y rió.

—Sí. Desde luego, es más difícil de lo que parece.

________ lo tomó de la mano y lo atrajo hacia sí. Cuando lo tuvo cerca, cedió a la tentación de tocarle el pecho y los hombros mojados.

—¿Qué haces? —preguntó él, con la voz algo ronca.

—Me aseguro de que estás bien.

A él se le encendió la mirada.

—Si digo que no, ¿me seguirás tocando?

Ella soltó una carcajada y lo soltó, pero Joel le atrapó una mano y volvió a llevarla hacia sí.

—Tengo una idea —murmuró—. Monta una ola y después deja que te toque para comprobar que estás bien.

Joel le recorrió el cuerpo con la mirada y, sin previo aviso, la sacó de la tabla, se la sentó en el regazo y la besó, sin dudar en un momento en introducir su lengua dentro de la pequeña boquita de la chica, robándole, como siempre hacía, el aliento. Era increíble como sus labios podían amoldarse con aquella perfección a los suyos, parecían dos piezas de puzzle, dos imanes que contrariamente, no se repelían.
Sabía tan bien y era tan grande y cálido, que ______ se acurrucó contra él y disfrutó de sus caricias. Pero cuando Joel le puso una mano en el trasero y comenzó a acariciarla cerca de los senos, soltó una carcajada y gritó:

—¡Para!

—¿Estás segura?

Era obvio que no estaba segura en absoluto. Temblaba de deseo por él; Joel podía verlo, podía sentirlo.
________ oyó los gritos de los otros surfistas desde la orilla y supo que se burlarían de ellos.

— Joel ...-Él sonrió antes de apartarla de su regazo—Deja de distraerme. Aquí viene una buena.

Y se marchó, dejándole el cuerpo ardiendo por su contacto. Joel necesitó dos horas más para conseguirlo, y ella tuvo que ayudarlo. No se rindió en ningún momento, ni siquiera cuando Red y dos de sus compinches se unieron a ellos y les ofrecieron ayuda entre bromas e insinuaciones. Pero finalmente logró remontar una ola sin caerse de la tabla ni acabar con la cara en la arena. Agotado, se desplomó en la playa.

Seduceme II Joel y tú II TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora