II Capitulo 44 II

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—Tómate esto.

—Estoy bien.

—Tómatelo de todas formas.

Las toallas revelaban las largas piernas que le abría gustado tener alrededor de la cintura toda la noche.

—Estaré atento —añadió él, yendo hacia la puerta—. Si necesitas algo, lo que sea, me llamas, ¿de acuerdo?

—Sí.

El temblor de su voz lo hizo detenerse y volver a la cama.

—________...

—Estoy bien. En serio.

Pero era mentira, y los dos lo sabían. Joel se sentó en la cama y al ponerle una mano en la pierna notó que estaba temblando.

—Oh, ________...

—Estoy bien —repitió ella.

—¿Puedo hacer algo? ¿Quieres que te prepare algo de cenar?

—Joel, te estás poniendo pesado.

Él le acarició la pierna como si pudiera hacerla entrar en calor, aunque sabía que no temblaba de frío, si no dé la impresión.

—Ya lo sé. Pero es que me siento impotente, y es una sensación que no me gusta nada.

—Entonces déjalo y vete.

—Creía que podría, pero no puedo —confesó, sentándola sobre su regazo—. Dime qué debo hacer, ________. Dímelo y lo haré.

Ella sacudió la cabeza y apartó la mirada, aunque no antes de que él pudiera verle las lágrimas contenidas.

—Por favor —insistió Joel—. Me estás partiendo el corazón. Haz algo. Grita, llora, patalea... tienes derecho.

—De acuerdo.

Con los ojos cerrados, ________ le pasó una mano alrededor de los hombros y se acomodó mejor sobre el regazo.

—Esto —dijo, mordisqueándole el cuello antes de mirarlo a los ojos—. Esto es lo que quiero.

Acto seguido, ________ se abrió las toallas, revelando la piel bronceada y las deliciosas curvas con las que él soñaba desde hacía semanas. Abrió los ojos como platos. Sin embargo, Joel no podía aprovecharse de la situación.

—________...

—Quiero que me hagas olvidar todo. Eso es lo que quiero de ti.

—________...

Apretó su cuerpo de ensueño contra él, haciéndolo temblar por el esfuerzo que tenía que hacer para contenerse. Joel trató de pensar, algo que no resultaba fácil cuando no era su cerebro el que estaba al mando. Tuvo que cerrar los ojos para evitar la visión de aquel cuerpo glorioso, pero fue en vano, porque la tenía grabada en la mente.

—Espera, ________. Estás en estado de shock y eso te trastorna —dijo, con tono desesperado—. Han tenido que suturarte la mano. No podemos...

—Hazme el amor, Joel.

—________...

—Hazme olvidar, por favor —suplicó, sellando el trato con un beso terriblemente perfecto; dulce, sensual, tierno, lujurioso.

Joel no podía darle más vueltas. Quería hacerla feliz, quería darle todo lo que tuviera en sus manos, quería verla sonreír cada noche y cada día, quería que no le faltara absolutamente nada, y si en aquel momento hacer el amor era todo lo que ella quería... Se lo daría.

Seduceme II Joel y tú II TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora