Welcome to my life

39. Fantasía

Sentía que era el día más importante de mi vida. Me levanté temprano, me puse el uniforme que debía portar cada vez que voy al cuartel del G.U.N., y desde mucho antes que los demás se despertaran, ya estaba en la sala esperando. Esos nervios no me habían dejado dormir esa noche, y aún seguían comiéndome el estómago.

La voz de Tikal me sacó de mi estado de trance. Al parecer ella igual necesitaba estar temprano para ir a un congreso en el mismo cuartel. Ella igual lucía muy bien arreglada, y con su gafete de visitante. Se veía como toda una profesional.

—Buenos días madrugador— saludó con una sonrisa.

—Hola Kal. ¿Más cosas para la universidad?—.

—Pfff... Sí. Créeme que ya estoy harta y lo que le sigue, pero dentro de poco al fin se acaba todo. Voy a ser completamente liiiibreee—.

—No sé de lo que me pierdo porque no estudio— reí.

—Regresaste sabiendo tanto que siento que sería una completa pérdida de tiempo estar en la secundaria. Podrías ya ganarte un buen lugar si vas conmigo a la universidad. Me impresiona toda tu sabiduría y tu inteligencia—.

—Sabio pero no inteligente— musité. —Aplico todo lo que sé con el G.U.N. De hecho, estamos implementando más en los sistemas de seguridad, y seguimos experimentando con los radares para ver si encontramos las esmeraldas. Gracias a Ashura cada vez estamos más cerca, ¿sabes? Cada vez más cerca de eso y del paradero de María— expliqué a la equidna con emoción.

—Eres increíble, hermanito. Aún recuerdo cuando cuando eras ese mensito asustado por enojarse con su mejor amiga a quien tuve que ayudarle a que lo perdonaran. Y de nada, porque terminaron siendo novios— dijo divertida. —Y ahora... Trabajas con el G.U.N., eres tan responsable, tan maduro... Te volviste todo un hombre, Shad—.

Le sonreí, y ella a mí. Después mi cara cambió a una de completa seriedad, y algo de melancolía. No recordaba la parte donde ella me había ayudado, sólo cuando Rouge aceptó ser mi novia en aquel entonces. Tantos años ya habían pasado, y tanto amor desde hace tanto... No terminaba de comprender por qué me hice el valiente y el egoísta, y acabar con el amor que me tenía. Fui tan imbécil...

Tikal se fue a la cocina por unos minutos, y regresó a la sala con un par de sándwiches para ambos. Me acercó uno y lo tomé, se sentó junto a mí y antes de que pudiera darle una mordida a mi sándwich, me detuvo.

—Sé que tantos años no se olvidan tan fácil. Y sé que te duele, así como te duele todo lo que se te ha juntado durante este tiempo que llevas con nosotros de nuevo. A veces uno te puede dar el consejo de "pasado pisado", "olvida y supera", sin saber la historia que hay por detrás. Y siento haberte recordado a Rouge así como así, pero uno siempre necesita recordar lo bueno y salir adelante con eso. No le debes hacer caso al error, que al fin y al cabo se te convirtió ya en una experiencia—.

Miré a mi sándwich, y luego a Tikal.

—Vas por filosofía, ¿no?— bromeé.

—No podría desperdiciar tanto potencial— dijo con orgullo.

—Si pudiera recordar eso por mí mismo... No tienes la idea de cuánto me encantaría que me ayudaras a recuperarla. Al primer amor jamás se le olvida, más si fue el amor de tu vida, y lo sigue siendo. La extraño tanto—.

—No sé si es un dicho, pero hay algo que dice: "si amas algo, déjalo ir. Si regresa es tuyo, y si no, nunca lo fue". No me refiero a que ella sea tu propiedad, no es tuya, Rouge no es un objeto. Es mucho más ligado a lo que tuvieron, su relación, el amor que se tuvieron. El problema es que uno no sabe cuánto dura el amor, ni cuándo termina. Puede que solamente sea una prueba más, que soltaste su amor y que apenas ha pasado muy poco tiempo para que regrese a ti, o que ya pasó tanto que pronto regresará—.

A veces me impresionan mucho sus analogías.

—¿Y si no?—.

—¿Sabes que hay más peces en el mar?— habló con ironía. —Has superado tanto, que siento que un corazón roto es un rasponcito en la rodilla para ti—.

Después de mis vivencias con chicas ya no sé qué tanto más tengo roto: si la cabeza, los sentimientos o el corazón...

Dos camionetas negras blindadas nos escoltaban, por delante y por detrás. Era una ocasión tan especial que era la primera vez que hacíamos un show por la ciudad con las camionetas. Sonic juraba que podía salir por el quemacocos a ser el centro de atención, pero esta vez no iba a ser así, el caprichito no se le iba a cumplir. Gerard le ordenó que se controlara, que esto no era un desfile. Era un requerimiento importante y no podía hacerse el tonto. Bien. Idiota.

En el cuartel nos recibieron varios soldados. Al pasar el erizo azul, los cadetes e iniciados no dejaban de saludar y reverenciar al "héroe", y él claramente no iba a ausentarse con sus payasadas. Respiré aliviado cuando Ger otra vez actuó y detuvo su chiste. ¿Qué no se supone que ya somos lo suficientemente mayores como para evitarnos esto? ¿O es que la madurez aún no le llega al cerebro?

Caminamos todos en fila hacia una sala enorme, donde había una pantalla inmensa, varias computadoras por las paredes, cámaras de seguridad, y paneles de aislamiento de sonido. Cada uno de nosotros tuvo que pasar por unos cuantos filtros, y después de estos nos daban una tarjeta de identificación; no podíamos entrar con algún tipo de electrónico, estábamos por ver algo de gran importancia tal vez, y de sumo cuidado. No necesitábamos más polizones ahí dentro.

Nos acomodamos en un semicírculo para así poder ver todos la pantalla. Pasos metálicos viniendo de la puerta de escucharon, avisando que mi más antiguo rival amoroso arribaba a la sala, refiriéndome a la rubia, obvio. Ashura estaba completamente cambiado, aunque su seriedad se mantenía intacta. Esas pequeñas horas de servicio e investigación con los G.U.N. le habían sido de increíble ayuda, y para la mayoría de los cuarteles también. Tomó asiento algo lejos de nosotros, sin distraerse con nuestra presencia.

—Niños, me es increíble que hoy estén todos aquí ante un evento de vital importancia para todos. A pesar de todo lo que hemos vivido, creo que esto puede que nos junte más como la familia que hemos formado, o incluso que rompa cualquier vínculo. Aunque no me gustaría pensar para nada en lo segundo. Ustedes son nuestra alegría y nuestras ganas de seguir día con día, hemos compartido tal vez un pedacito de su vida, y aunque no tengamos del todo algo que nos junte biológicamente, los vamos a seguir amando como el primer día que tuvimos a cada uno en nuestros brazos—. El equidna verde respiró hondo antes de seguir. No podía estar más nervioso cada vez.

Entró a la gran computadora. El entorno de la pantalla era justamente el mismo que el de la gran pantalla de la estación espacial. Y aquí viene el dolor de cabeza... María una vez más... Apreté los ojos y esperé a que el dolor pasara. Cada vez se hacía más fácil olvidarme de eso reemplazando el pensamiento con alguna otra cosa, ya era más voluntario borrar la imagen que se me aparecía. El problema ahora era que estábamos ahí por saber el paradero de la eriza. No había nada que me distrajera que no fuera ella.

Gerard tecleó una muy larga contraseña para ingresar a los archivos del sistema. Lo primero que podíamos ver era una carpeta con las iniciales de todos nosotros, y una foto que teníamos todos de pequeños. ¿Cómo es posible que me hayan suprimido todo eso? Me hubiera encantado recordarlo.

Abrió un folder encriptado, se llamaba "PLANOSARK". Y dentro había un número exuberante de carpetas con números, nombres, archivos de los que jamás había visto su extensión, y por último: una base de datos. ¿Qué no sólo veníamos por María?

—Durante todos estos años ha habido mucho que no les hemos podido contar, porque no se nos tenía permitido y porque eso los hubiera puesto en más riesgo del que ya estaban. Ahora saben por qué tantas veces tuvimos que mudarnos de casa y de ciudad— rió con nerviosismo el equidna. —Les vamos a dar toda la información recaudada, y vamos a responder a todas sus dudas. Ya es momento de que sepan de dónde viene cada uno de ustedes—.

En el lugar gobernaba un silencio ensordecedor. A todos se les había ido el habla; las respiraciones apenas podían escucharse, eran más fuertes los leves sonidos de rápidas palpitaciones de los corazones de cada uno.

Puedo jurar que esa escena la viví hace años, habiéndome enterado de ciertas cosas en las que ninguno de ellos había decidido indagar aún. Quiero pensar.