25. Las esmeraldas del caos (2)

57 6 5
                                    

**ADVERTENCIA**

ESTE CAPÍTULO ES ALGO CONFUSO, PERO NO DIFÍCIL DE ENTENDER. SI HAY ALGUNA COSA QUE NO ENTIENDAN, RECOMIENDO LLEGAR AL FINAL PRIMERO Y LUEGO DARLE UNA PEQUEÑA LEÍDA A CAPÍTULOS ANTERIORES. YA DE A PERDIS, PREGUNTEN EN COMENTARIOS. ¡GRACIAS Y DISFRUTEN!
————————————————————

Me escondí entre varios de los cables que ahí había para evitar que me vieran. La pequeña puerta se abrió por completo dejando ver unas manos que fueron a dar hasta la pantalla, que ahora parpadeaba con la palabra "Reboot". Solté el aire que contuve poco a poco con alivio, para que no descubrieran que estaba ahí, pero para mi bendita suerte, al abrirse la puerta, mi comunicador volvió a tener señal. Los llamados de ambos personajes se hicieron presentes en el silencio del lugar. Maldita sea...

—¡Black! ¡Contesta, con un carajo!— gritó Wolf. —¡¿Qué parte del "shooting down" y el reinicio de la electricidad del sistema no entendiste?! ¡Te expliqué perfectamente los pasos para no cagarla con esa computadora! ¡Ashura no puede regresar sin regresarse a que lo atrapen!— se escuchaba su voz muy alterada por el brazalete. —¡Estás solo!, ¿escuchaste? ¡Solo! ¡A ver cómo mierda sales de esta!—.

Traté de tapar el ruido lo más que pude, pero no funcionó. Los gritos de aquel lobo eran realmente bastante altos, y eso me dejó en evidencia. Al final del escarmiento, el brazalete se apagó, pero bueno, todo mundo sabía que había un intruso en el cuarto de cableado del sistema. Estoy doblemente muerto.

—¡¿Quién anda ahí?! ¡Más te vale que salgas y nos informes quién te envió o para quién trabajas!— la voz de ese tipo no era para nada amigable.

—S-soy... Ammm... Bl-Black... Sh-Sh-Sha...de—.

—¿Quién te envió?— su voz ahora estaba un poco más calmada, seguramente al enterarse que mi voz era de un chico.

—Lo siento, pero eso no es algo que pueda decir— mascullé. Le di un azotón a la pequeña puerta y subí de regreso a la tubería de ventilación.

Seguí derecho el camino por donde debía bajar antes. Lo recorrí unos metros más y me detuve hasta llegar a otro entronque y una escotilla al frente. Me asomé por las rendijas para poder ver, pero lo único que llegué a divisar fue un largo pasillo, unas cámaras de seguridad y varios grupos de tropas que iban y venían. Otra vez metí la pata, y hasta el fondo.

Varias alarmas empezaron a sonar por todo el lugar, y dentro de lo que pude ver por la escotilla fue que las compuertas empezaban a cerrarse. No sabía si ir por la izquierda o por la derecha, ni a qué lugar me llevaría cada dirección.

—Shadow, concéntrate. Nunca vivimos esta situación porque no estábamos en peligro de ser encerrados en Isla Prisión durante toda nuestra vida si nos dejábamos ver, ni en peligro de morir rebanado por ventiladores. Así que lo más coherente en esta metida de pata sería...— pensé por un momento, la respuesta llegó casi al instante. —Siempre a la derecha yo iré... No quie-ro-yo morir...— empecé a cantar. Después de esto, opté por el lado derecho.

El tubo se había vuelto un poco más pequeño, así que tuve que gatear para poder seguir avanzando. No tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo, ni si ese era el camino que me sacaría de ahí, pero de alguna manera necesitaba escapar de los soldados y huir hacia mi libertad. Trataba de hacer el menor ruido posible ya que por debajo mía escuchaba voces, pasos y alguno que otro sonido de armas cargándose. Me ponía de nervios el no saber cuánto más tenía que recorrer para encontrar alguna salida que me pusiera a salvo.

Empecé a sentir el malestar de la claustrofobia por segunda vez, o algo parecido. La cabeza me punzaba, y eso pasó a ser un dolor insoportable que me doblaba, no me dejaba pensar. Me detuve por un momento y apreté los ojos. Más imágenes me empezaron a llover: un chico de orbes moradas, la misma murciélago de ojos azules, un sentimiento que me quemaba por dentro, una discusión; un regalo, un perdón, y una sensación que hacía que sintiera mariposas en el estómago. Todas esas imágenes se desvanecieron al escuchar el estruendoso sonido de unos motores. ¡Los putos ventiladores! Ashura debía desactivarlos para que yo pudiera pasar, y luego volver a activarlos para no activar ninguna alarma por el hecho de que estuvieran apagados y no pudieran filtrar la energía caos retenida de toda en toda la base. Seguramente por mi culpa sí era cierto que se habían largado y me dejaron morir solo.

Welcome to my lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora