Un juego

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Todas las tardes me pongo a pensar en la divinidad, en el control del universo, y apareces. Tú, para mí, eres la divinidad. Tú eres la que controla el universo de mis pensamientos.
Entregaría mi vida en tus manos sabiendo que la dejarías caer. Cantaría canciones sabiendo que no me escucharías. Te escribiría poemas, torturando mis dedos, sabiendo que ni por el remordimiento los leerías.
Amé todas tus palabras, amé tu cuerpo como si hubiera sido el mío. Te amé como un perro a su dueño, pero patadas de desprecio fue lo que recibí.
Dije: "Déjame entregarte mi vida por si necesitas otra". Entregaría mi corazón por si ya no tienes, sabiendo que lo volverás añicos. Entrego mi amor a la perdición, sabiendo que lo poco que tengo se quemará y me consumirá.
Seré un caballero, aunque patees mis costillas y muerdas mi cuello. No queda algo más que entregarme, y dejarme morir.
Eras la luz más débil cuando supe de ti, y quise date fulgor y brillo, y eso me opacó. Quedé seco de tanto besarte, quedé vacío de tanto amarte, quedé adolorido de tanto gritar.
Déjame contarte mis miedos para que puedas afilar tus anillos. Ya todo para mí terminó: ya las canciones perdieron el ritmo, ya mi vida cambió, ya los poemas se escriben a través de otras manos, ya lo que alguna vez sentí, ahora se convirtió en impureza dentro de mi corazón.
Mi voz agudiza el dolor en mi alma y armoniza mis sentimientos con la realidad. Duele mi garganta, pero más duele mi corazón.
Me convertí en alguien más solo para salvarte, y soy ahora el hombre que ves. Nunca quisiste decir la verdad, y es que no te gustan las estrellas, y tampoco te gusté yo. Quise salvar algo nefasto, nunca me cansé de intentar.
Conectaba mi mente con tus manos y las punzadas no paraban.
Quise entenderte hasta más no poder, y me lastimaste hasta más de lo que creías poder.
Alejarte de mí solo fue una aguja más en mi tela desgastada. Quería verte feliz, y quién diría que sería con alguien más.
Recordar los buenos y pocos momentos de amor que pensé que tuvimos, y que necesité para sentirme amado, para después sentirme destruido.
Porque podías conocer el paraíso, pero era mejor que te quedaras en el infierno, quemado lo chamuscado, e hiriendo a los enviados.
Para ti fui el tono negro en el cielo cuando es de noche, ignorado, pero el que da el toque a las estrellas... Por eso nunca fui tu amado.
Seré malo con ella, pensé, pero la verdad es que no te podría lastimar, no podría siquiera sacarte una lágrima. Quisiera entenderte, y amarte más, pero el problema es que no tienes alma.
De todas formas, gracias por ser la única que confió en mí, y la única que hizo un juego lo que sentía por ti.

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