― prologue

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PROLOGUE
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Aasha no tenía muchos recuerdos de su vida antes de conocer a los Cullen, recordaba escenas al azar, no tenían demasiado sentido y algunas veces solo eran voces diciendo cosas incoherentes.

Lo que si podía asegurar y lo que sin duda sus ojos no eran capaces de ocultar, era la soledad que siempre había sentido.

Si era cierto que jamás hablo con nadie sobre ello, siempre dijo que su vida comenzó cuando Carlisle y Esme decidieron adoptarla, cualquier recuerdo anterior fue guardado bien lejos de su mente, lejos también de la de Edward.

Por lo que en consecuencia, su primer recuerdo fue el día en que Carlisle la llevo a su residencia en Alaska, donde conocería a su nueva madre, sus hermanos y hermanas y también al que sería su amigo y su futura pareja.

No sabía qué edad tenía cuando se enteró de que ella era la pareja de por vida de Edward, pero si sabía que la idea le agrado al instante.

Ella recordaba cómo le había parecido un príncipe cuando le conoció, después él se convirtió en su mejor amigo y de la noche a la mañana le confesaron aquello.

Siempre estuvo emocionada con esa realidad porque eso significaba que nunca más iba a estar sola. Ahora alguien iba a amarla por siempre y eso era todo cuanto una niña huérfana quería, por lo que nunca se planteó no quererlo.

Aasha lloro cuando Carlisle y Esme le dieron un apellido y le mostraron su habitación, fue algo inevitable porque por fin se sentía amada. Ellos no sabían de ella más que su nombre, ni su edad, ni de dónde provenía, nada; y aun así le brindaban la posibilidad de tener una familia.

Esme se sintió conmovida con las lágrimas de la niña y paso el resto del día con ella en sus brazos, porque de alguna forma tener a una pequeña le recordaba al hijo que una vez perdió y sentía que por fin, en aquella inmortal vida, podría tener lo que tanto deseaba.

Rosalie, por su parte, había odiado la idea de traer a una pequeña niña a la casa y condenarla sin opción a aquella eternidad que tanto odiaba. Sin embargo, con el tiempo no hubo forma de no caer rendida a sus pies.

Las primeras semanas todos habían intentado encontrar algún rastro de ella, pero entre poco y nada fue lo que hallaron, era como si no existiera, ni si quiera encontraron su acta de nacimiento.

Aasha sabía hablar, no escribía del todo mal y parecía ser bastante espabilada, por lo que intuyeron que debía tener unos cuatro o cinco años aproximadamente.

Buscaron entonces en hospitales e incluso en depósitos de cadáveres, pero los más recientes apenas tenían unas semanas o cerca de un mes, por lo que tampoco encontraron nada allí.

Al final se dieron por vencidos y se dedicaron a disfrutar el tiempo con la pequeña niña humana. Ella le aportaba mucho color a sus días, con ella todo era nuevo y todos se sintieron un poco más humanos al tenerla en sus vidas.

DECISIONS ― jacob black✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora