Se quedó estudiando la escena observando como Caleb ni miraba a la mujer ante sus ojos, en cambio la señorita enfundada en un vestido de leopardo en su mirada denotaba "Amor", algo que se puede disfrazar con cualquier mirada de cachorro herido.
Trató, sí, trató de bajarse de los brazos de Caleb que estos no hacían más que asfixiarla, sin embargo no la soltó, incluso la apretó más hacia el.
—Disculpa...—tomó una leve bocanada de aire—. Lamento interrumpir tus pensamientos, pero me estoy congelando del frío y no me dejas respirar— susurró con lo último que llegó a respirar antes de perder la consciencia, actuando.
La mujer morena gritó pensando que estaba muerta.
Una risa escandalosa se hizo oír dando testimonio de que aún seguía entre los brazos de caleb, todavía estaban afuera y tenía que seguir fingiendo.
—Diurka debo pasar si no nuestra invitada puede morir — pudo sentir su mirada incriminatoria en todo su cuerpo.
Sus pasos fuertes la guiaron hasta dentro donde era realmente agradable, comenzó a subir por unas escaleras lo podía sentir al saber como sus piernas rozaban levemente su saco.
—Deja el teatrito — susurró en su oído antes de dejarla caer en una superficie terriblemente suave, segunda vez que la deja caer.
—¡Hey!, ¡no soy tu maldito chuche para que me sueltes así! — gritó en su cara, la miró con rabia limpiando la saliva que "tristemente" había caído en su rostro.
—Uh, como lo siento — soltó antes de volver su cabeza en la almohada enterrando su rostro por completo tratando de ignorarlo.
—Debes madurar.
—Madurar es para las frutas.
—Entonces yo soy una berenjena — comentó burlón antes de irse de la habitación de princesas, sí, esas cortinas de seda las podía ver en las novelas turcas, el color marfil, rosa claro y dorado predominaban la habitación haciéndola sentir pequeña entre tanto lujo.
—Debo ducharme — se acercó al armario de color marfil con rosas doradas, lo abrió descubriendo dentro vestidos y muchos vestidos, no había ni shorts, pantalones e incluso camisetas.
—¿Será una familia machista?— se cuestionó en voz baja antes de tomar un vestido color celeste y un conjunto de ropa interior, todos extremadamente sexys para la ropa interior de abuela que usaba.
El baño simplemente era bellísimo, de un maldito cuento de hadas.
Abrió el grifo de la regadera haciendo que instantáneamente agua templada cayera sobre su cuerpo dándole una sensación de relajación, desde la ducha se podía apreciar un hidromasaje, una tina y muchísima decoración, rosas rojas, rosas y doradas que parecían de metal.
Comenzó a refregar su cabello con un Shampoo de flores silvestres que encontró junto con un jabón de coco, ambos venían en una canastita con pétalos de rosa.
—Me estoy enamorando de este lugar.
Con prisa comenzó a lavar su cuerpo, cerró el grifo, se envolvió en una bata volviendo hacia el espejo, se encontraba demasiado pálida, parecía muerta.
—Calmate Natasha —respiró profundo—. Solo intenta salir de aquí y volver.
Se vestió, cepilló sus dientes y salió en busca de la tan agradable familia que la había acogido.
El ambiente se había puesto pesado, incluso creyó que le agarraría un ataque de pánico, respiró hondo, y se dedicó a caminar un poco más rápido.
El pasillo se encontraba lleno de cuadros de personas de alta alcurnia, por su forma de vestir y posar, entre uno de esos cuadros acechaban unos ojos rojos que te hacían desear dejar de ver hacia ese lugar.
Uno de ellos llamó su atención, una mujer esbelta, vestido pomposo y bastantes joyas sonreía al lado de un hombre bastante fornido.
Se tapó la boca rápidamente.
El hombre era caleb y la persona a su lado era ella.
Dejando de lado ese escalofrío que recorrío su columna vertebral.
—Calmate, no es lo que crees, es solo una maldita ilusión.
Pero el cuadro seguía ahí, burlándose en su cara, dejó de observarlo por puro miedo.
Comenzó a caminar repentinamente rápido, adelantó el recorrido anhelando llegar hasta la gran puerta que la sacaría de esa pesadilla.
No podía ser real, bastantes cosas comenzaron a pasar desde que había entrado en ese zoológico.
—¿Qué haces aquí, peste?— una voz calmada y filosa murmuró detrás suyo.
—Disculpa, las pestes como yo no hablan con una gourgandine como tú — sus pasos la guiaron hasta la sala de la mansión descubriendo a un chico demasiado fornido y con cara de estar en la revista "Forbes".
Este galán es pelirrojo, un muy lindo pelirrojo.
—Un gusto en conocerte, Natasha — se acercó tomando su mano antes de besarla.
—El gusto es mío..
—Hunter, soy Hunter señorita Natasha — sonrío en su dirección.
—Hunter, hermoso nombre — susurró viendo esos ojazos color ámbar.
¡Arderá troya hermanos míos!♥️Comenten mucho♥️.
Traducción:
Gourgandine: Prostituta.
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Amor Salvaje©
WerewolfUn zoológico abriría sus puertas el día martes trece, los niños y adultos iban y venían con los famosos boletos dorados mostrando alegría por todos los animales que verían y conocerían, solo que uno de estos era demasiado peculiar. Un zoológico. Una...