Capítulo 14

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Abordó su pequeño Fiat blanco junto a su gran Golden, la noche los recibía, conduciendo por la carretera decidió parar en una estación de servicio para cargar combustible

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Abordó su pequeño Fiat blanco junto a su gran Golden, la noche los recibía, conduciendo por la carretera decidió parar en una estación de servicio para cargar combustible.
Bajó del auto con Rocco listo para bajar, pero una sombra negra le impidió moverse, Rocco ladró, eso fue lo último que oyó Natasha antes de caer inconsciente.

El aire fresco le daba de lleno en su rostro, se encontraba sentada en la cima de la montaña, rodeada de flores silvestres, un árbol gigante era el único que la protegía del sol, el único en su mundo.

—Es tan complicado — susurró —. Jamás podré distinguir lo real de lo falso.

Se recostó en el árbol con sus piernas extendidas, unos pantalones grises y camiseta blanca la vestían, cabello suelto, sin nada en sus pies y paz, mucha paz.

Se puso a pensar en Penélope, esa niña sí que era bastante especial con lo que pedía, sonrío.

Recordó la vez en la que le había pedido conseguir una Barbie de edición ilimitada, trató y trató hasta que logró comprarla, horas extras en la empresa, más la pasantía del hospital la dejaban muy cansada, pero todo sea por Penélope.

—Esta niña, pide cosas sin pensarlo mucho.

Como si de un flash una mirada bastante frívola llegó a su mente, el vocabulario tan perfecto que presentó Penélope en el zoológico, sus actitudes tratando de ser infantil, no eran las mismas de antes y esa mirada que le dió cuando la volvió a ver después de semanas la hizo hacer click.

—¡Ella no es real! — gritó tomándose la cabeza, imágenes rápidamente comenzaron a pasar por su cabeza, mostrando ante sus ojos lo falso que tenía ante sus narices.

Penélope con esa sonrisa bastante escalofriante apareció, su hermana de corazón era un títere, alguien estaba detrás de todo esto.

—¡Maldita seas! — gritó de nuevo de pie y caminando de izquierda a derecha.

—¡Uh!, la pequeña mosquita supo una parte, ¡muy bien!, vas progresando mi niña — la voz se oyó en el cielo, haciendo enfurecer a Natasha.

El tenía la culpa de que ella estuviese ahí, el la tenía.

—¡Sácame de aquí, maldito bastardo!.

—¡Qué boca!, ¿con esa boca tuya le decías "Te amo, Penélope", a tu sobrina?, ¡qué vergüenza!.

Natasha dejó de prestarle atención tratando de calmarse.

—¡¿Y él?! — cuestionó al borde de la cordura.

El hombre se rió.

—El es tuyo, Natasha, siempre lo fue, desde que nació el estaba predestinado para ti.

—¡Ahora!, ¡trata de huir de ese bastardo Natasha!, ¡si no serás comida de gárgolas!

Y con eso la voz se dejó de oír.

El paisaje ante ella se desvaneció cual agua.

Calor.

Mucho calor.

Sus ojos se abrieron levemente, la luz de una habitación la alertó, no se encontraba sola, alguien estaba a su lado tomando su mano, su brazo se sentía húmedo, pareciera como si alguien hubiera llorado sobre el.

Giró en dirección a la persona que tomaba su mano, descubriendo a un Caleb con los ojos rojos de tanto llorar, apenas verla se lanzó sobre ella besando sus mejillas con cuidado de no aplastarla.

—Calmate, Caleb — susurró en el oído del hombre ante sus ojos, tan solo volver a ver su rostro lágrimas cubrieron su rostro.

—Yo...yo..te..dañé— hipeó sobre el rostro de Natasha.
Tenía un aspecto desarreglado, parecía que no se había movido de ahí desde varios días.

—No, no lo hiciste, Caleb, tranquilo — lo consoló tocando los cabellos del hombre que ante sus ojos parecía un niño sin consuelo.

El ponía resistencia mientras Natasha intentaba quitarlo de encima, pero él se negaba a soltarla.

—No te alejes nunca más de mí, ¿me oíste?— susurró Caleb en el oído de Natasha mientras la abrazaba tratando de no lastimarla.

—Si, sí Caleb no me alejaré de ti— contestó Natasha calmando la situación.

—Así que este vestigio humano supo cómo tenerte— comentó una voz distorsionada, la cabeza de Caleb seguía gacha, Natasha acercó sus manos hasta su rostro, lo levantó levemente encontrando unos ojos igual de negros, al de un demonio.
Se conmocionó, las venas azuladas enmarcaban todo su rostro haciéndolo más aterrador.
Poco a poco comenzó a alejarse del demonio haciendo que sonriera mostrando sus colmillos.

—Mefistófeles— susurró inconscientemente Natasha.

—¡Ah!, veo que me conoces hija ilegítima de Autumn, tal parece que tu padre se ha tomado el tiempo de enseñarte, imagino que sabes..

—Te alimentas de almas, puras—volvió a susurrar Natasha en un trance.

—Exacto, almas tan blancas que me tientan, por ejemplo, tu, un alma tan virginal como la tuya es difícil de hallar— comentó deseoso.

—Exacto, almas tan blancas que me tientan, por ejemplo, tu, un alma tan virginal como la tuya es difícil de hallar— comentó deseoso

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Amor Salvaje©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora