Su cuerpo comenzó a molestarse, era una sensación de estar sucia, soltó la mano de Hunter sintiendo alivio y tranquilidad.
—Me retiro — salió lo más rápido que pudo de esa habitación, yendo en dirección al comedor, encontrándose con una niña con el cabello color caramelo hecho dos colitas vestida con un hermoso vestido de flores violetas.
—¡Hola Natasha!— saludó muy animada mirando en su dirección dejándola plasmada al momento.
Su rostro, su rostro era igual al de Penélope.
Su corazón comenzó a palpitar rápidamente viendo a la niña que no dejaba de sonreír.—Paulette ve a jugar afuera —ordenó Caleb entrando de brazos cruzados con una camisa blanca, corbata y el cabello largo atado en una coleta.
La belleza de los hombres en esta época era indiscutible.
—¿Qué sucede, Natasha?, te has quedado mirando a Paulette de una forma extraña — comentó tomando asiento en una de las sillas de la cocina.
— ¿Paulette? — soltó sin aliento, se tocó la cabeza pensando que había escuchado mal.
Segundos bastaron para que Caleb estuviese muy cerca de ella.
—Respira, Natasha, te has puesto muy pálida.
Preocupado acercó uno de sus dedos hasta la nariz de la mujer enfrente suyo comprobando que todavía respiraba.
Tomó una taza de uno de los muebles, sacó leche del refrigerador y sirvió un poco de la sustancia lechosa, abrió uno de los cajones y sacó un puñado de flores violetas, las agregó encima sabiendo que estaba listo.
—Toma, esto te hará relajar — extendió la taza en dirección a Natasha que todavía se encontraba procesando lo sucedido.
Natasha aceptó la taza mirándola extrañada, pero sin pensarlo mucho la bebió de un golpe.
Azúcar, acidez y mucha frescura.
Agradeció a Caleb.
sin saber que más decir observaba todo con la taza aún en sus manos todo en sí era temática muy natural, flores, hojas y mucho blanco eso hacía enamorarte de la cocina estilo plantas y flores.
Tratando de despejarse y concentrarse en otra cosa, observó con demasiado detalle la cocina.
Algo que no le cuadraba era que todo era muy irreal, demasiado perfecto para cuando cualquier estructura que puede tener sus defectos, esto era un sueño, algo que ella realmente anhelaría tener.
De un momento a otro el gran cuerpo de Caleb se había acercado rápidamente acortando la distancia.
—¿Qué haces, Natasha?— la tomó de los hombros mirándola con preocupación.
—¿Qué?, nada, suéltame— se negó a soltarla mientras sus ojos observaban su rostro.
—Por un momento creí verte desaparecer.
Su piel se erizó a tal punto que era molesto rozar sus brazos.
—Estás tomado o drogado, yo no voy a desaparecer— soltó riéndose, era llorar o reír así que eligió la más tranquilizante.
Él sonrió.
El teléfono de Caleb vibró revelando una llamada bastante importante.
—Debo contestar, trata de no perderte en esta casa, Natasha, más tarde iré a ver tu condición.
Y con eso se alejó a atender su llamada
Respiró profundamente quedándose en una paz un poco sofocante, era demasiado molesto escuchar las carcajadas de un mono.
¡Carcajadas!
Comenzó a buscar la fuente de esas carcajadas que no se detenían, pero seguían en el mismo volumen, uno en el que si no estás prestando atención no se los escucharía.
Salió de la cocina con la duda de dónde provenían esas carcajadas.
En el camino se cruzó con Diurka que había comenzado a amenazarla con cosas que en un futuro muy lejano llegaría a querer hacerle algo bastante macabro, según ella.
—¡No me ignores!, te morirás en algún momento y ahí yo estaré contenta atan...pisando tu cuerpo—gritó moviendo las caderas como el trasero de una araña.
Una mucama con uniforme rosa pasó por su lado con un bandeja llena de carne cruda, tapó su nariz rápidamente, la mujer solo pasó por su lado con la vista hacia abajo.
Comenzó a impacientarse así que decidió irse por uno de los pocos pasillos que tenía a su alcance, encontrándose con una habitación bastante llamativa, su puerta de roble pintada de colores atrayentes simulando una cascada te invitaban a pasar.
Entró a la habitación encontrándose una clara representación de lo que era el hábitat de ese lobo pequeño en una habitación apta para seres humanos, todo estaba ahí en distintas formas, simulando ser un hábitat.—¿Qué haces en mi habitación, Natasha— susurró alguien en su oído.
Estaré leyendo sus comentarios y contestando (◕ᴗ◕✿)♥️
ESTÁS LEYENDO
Amor Salvaje©
Hombres LoboUn zoológico abriría sus puertas el día martes trece, los niños y adultos iban y venían con los famosos boletos dorados mostrando alegría por todos los animales que verían y conocerían, solo que uno de estos era demasiado peculiar. Un zoológico. Una...