Su cuerpo se acercó con una rapidez inhumana hacia Natasha.
Su boca se abrió revelando unos dientes como dagas, su piel cambió a una gris, el rostro que era una copia exacta de caleb, comenzó a desvanecerse, en su lugar unas facciones duras y rugosas aparecieron.
Era él, Mefistófeles, ese maldito bastardo la había seguido todo este tiempo.
-Es increíble que hayas encontrado mi cuerpo y alma después de haber reencarnado tantas veces -Comentó Natasha aún en trance.
-Claramente iba a encontrarte, Natasha - Contestó él mientras acercaba su rostro hasta el de Natasha despidiendo un hedor horrible por la boca.
-¡En todas mis malditas vidas me mataste!- Gritó con rabia, se apresuró hasta el cuerpo de Mefistófeles.
El cinturón que llevaba en su cadera estaba ahora en ambas manos, rodeó el cuerpo de Mefistófeles que intentó con todas sus fuerzas detenerla.
Lo cierto, era que el no quería dañar los tejidos de la humana, su carne sabía mejor con el pasar de los años, para él era un juego de niños.
Soltó una carcajada.
-Me ofende que pienses que un simple cinturón podrá detenerme, así lo pongas en mi cuello, bastaría con un chasquido para partirte en dos, Nimue, aún sigues siendo la misma tonta.
Se regocijaba, está vez había sido fácil atraparla, jugar con su psiquis, le encantaba.
-Lo más gracioso de todo esto es, que así pasen los años, tu estupido corazón siga esperando por el, ese maldito saco de pulgas, Belcaz. -Soltó varias carcajadas, tocaba su vientre después de tanto reír
Natasha se dispuso a sentarse en el colchón observando detenidamente al ser ante sus ojos, su cuerpo reaccionaba rápidamente a el, tenía miedo.
Cómo si de un flash todas su vidas pasaron por su cabeza, siendo una campesina, hasta una princesa y ahora, una mujer del siglo XXI, en todos estos malditos años, este bastardo se las arregló para matarla.
Y su padre, el que creía perdido, se encontraba en las alturas intentando salvarla, Autunm.
-Lo más cómico de todo, es que siempre esperaste por el, jamás llegó a tu rescate Natasha, jamás, así que ríndete, no hagas nada tonto.
Y con eso salió de la habitación.
Tres horas habían transcurrido, según marcaba el reloj.
-¡Corran!, ¡Ellos están aquí!, ¡Corran!-Una voz femenina se escuchó en medio de silencio.
Pasos rápidos se escuchaban por toda la casa, los monstruos que tenía disfrazados de humanos Mefistófeles, comenzaron a proteger la puerta.
Alaridos y muchos más gritos se empezaron a escuchar con claridad.
Eran ellos, Natasha lo presentía.
-¡Tapa tus oídos Natasha!- Esa voz erizó cada uno de sus cabellos, era el, Caleb.
-¡Haz lo que te dice, hija!- Gritó otra voz gruesa, mientras el sonido de huesos quebrarse se hacía presente.
El olor a sangre era fácil de percibir, un charco de ese líquido olor a hierro comenzó a escurrirse por debajo de la puerta.
-No te voy a entregar tan fácil. - Sentenció Mefistófeles saliendo de la nada agarrando el cuello de Natasha.
Natasha con todas sus fuerzas levantó una de sus piernas intentando darle en su parte baja, lo consiguió, ni se inmutó.
El la tomó de sus cabellos, enojada, con toda la rabia contenida de años, lo empujó hacia el suelo.
-La parte divertida llegó antes de lo esperado- Dijo extasiado mientras saboreaba sus labios.
Natasha no contenta con eso, tomó entre ambas manos un candelabro, con una fuerza inhumana se lo partió en la cabeza.
Al mismo momento que la puerta salía disparada en trozos en todas direcciones.
En ella se asomaban toda la familia Mayer, y nada menos que Caleb, y su padre Autunm.
El mismo se apresuró a cubrir a su hija con su capa Blanca inmaculada.
Miró con desdén a Mefistófeles y sentenció.
-Te ordeno, como Dios de todo lo creado que te hundas en lo más hondo de la tierra, un lugar en donde sea imposible respirar y sientas el calor ardiente de la misma tierra, te destierro maldito hijo de perra. -Sentenció Autunm.
El cuerpo de Mefistófeles fue absorbido por la misma tierra mientras el intentaba con mucha desesperación soltarse.
-¡Lo pagarán!, ¡Si no soy yo!, ¡Será otro!, ¡Jamás descansarás, Natasha!, ¿Me oyes?, ¡Jamás!. -Declaró con decisión.
Siempre Mefistófeles lograba romper el sello, creando maldiciones hacia Natasha.
-Hija, te quiero pedir perdón por todo el daño que ocasioné, hace dos décadas atrás me prometiste el no meterme en tus asuntos, pero no pude, no podía hacer más de la vista el gorda- Autunm se arrodilló pidiendo clemencia.
-Agradezco el que hayas respetado mi decisión padre, pero recuerda que no soy tu hija legítima, no merezco ser mirada por ti. -Natasha se agachó hasta su altura.
-¡Tonterías!, mi sangre y la de tu madre corren por tus venas, eres hija mía. -Soltó en tono afligido.
Una mano caliente se posó en la muñeca de Natasha.
Era él.
-¡Caleb!- Gritó Natasha para fundirse en un abrazo gigante con el hombre que le juró amor eterno en todas sus vidas pasadas.
La familia Mayer miraba conmovida todo sin poder decir nada, sus prendas se encontraban manchadas de sangre, pero estaban satisfechos, en esta época lograron vencer todas las trampas mentales que Mefistófeles puso a través del tiempo.
-Mi querida, Nimue -susurró Caleb antes de besar la frente de Natasha.
¡Buenas!, ¡Buenas!, ¿cómo andan?, después de dos años actualicé!, puff!, un montón, espero que apoyen este capítulo, si veo gran apoyo, me comprometo a terminar la historia de Caleb y Natasha, o mejor dicho en su primera vida, Belcaz y Nimue.¡Los leo!, ¡Comenten mucho!, ¡Aún falta ver mucho más de Natasha y Caleb!.
Mil gracias por seguir ahí!, los amo!❤.
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Amor Salvaje©
Hombres LoboUn zoológico abriría sus puertas el día martes trece, los niños y adultos iban y venían con los famosos boletos dorados mostrando alegría por todos los animales que verían y conocerían, solo que uno de estos era demasiado peculiar. Un zoológico. Una...