CAPÍTULO 11: CITA (PARTE 2).

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Luna y Lincoln se quedaron bajo un árbol esperando a que la lluvia para poder así continuar con su cita que Lincoln quería darle a Luna antes de que se valla una semana. Cuando estaba dejando de llover...

—Vaya, sí tardo un poco en parar la lluvia, si continuaba lloviendo de esa manera ya me hubiera tocado dar por perdido está cita —dijo Lincoln, observando cómo estaba parando de llover.

Lincoln miró a Luna la cual se había quedado dormida en su hombro, esperando a que la lluvia termine. Al verla, al tener su rostro tan cerca, no pudo evitar sonreírle.

Luna en realidad es muy hermosa... —pensó el jóven peliblanco—, no la cambiaría por nada en este mundo —se acercó a su oído—, Luna, despierta dormilona ya paro la lluvia —le dijo Lincoln con un tono de voz cariñoso.

Luna poco a poco fue despertando y luego miró a su amado hermano.

—Hola hermano, ¿Qué sucede? —preguntó aún somnolienta, luego de eso miró a sus alrededores—. ¡Oh genial, ya paro la lluvia! Eso significa que podemos continuar con lo nuestro ¿Verdad Lincoln?.

—Claro, Luna, ese supone que ese es el objetivo o ¿no es así? —preguntó de manera irónica el peliblanco.

Luna y Lincoln salieron del lugar de donde se estaban escondiendo de la lluvia y comenzaron a caminar por el parque. Al avanzar, en el camino se toparon con varios charcos de agua, los suficientemente grandes como para caminar con cuidado.

—Luna, camina con cuidado y no pises lo charcos de agua, no me gustaría para nada que te caigas en uno y te ensucies la ropa —Dijo Lincoln mirando a su hermana.

—Oh Lincoln, es lindo que te preocupes por mí de esa forma, pero la que tiene que decirte eso soy yo, yo debería de cuidarte a tí, ya no tengo ni 10 ni 11 años jaja. —Dijo Luna con una tierna sonrisa en su rostro.

—Jajaja, Luna puedo cuidarme yo solo, no soy un niño tonto ni nada por ese estilo —dijo Lincoln, intentando sonar como todo un chico maduro y responsable.

Luna en ese momento dibujó una sonrisa maliciosa en su rostro, y miró a Lincoln directamente a sus ojos, oh sí,  ¿Ya no era un niño tonto ni nada por el estilo, eh?

—¿A sí que puedes cuidarte solo, eh? ¿Y que pasaría si no sé, viniera alguien y por cosas del destino, te empujara a uno de esos charcos de agua? —preguntó Luna, acercándose a Lincoln aún con su sonrisa maliciosa.

—Ehm, Luna... —murmuró retrocediendo el peliblanco—, ¿Qué pretendes hacer? No creo que alguien dulce como tú haga eso ¿Verdad? Aparte no creo que seas capaz de hacer eso.

—¿Hacer qué, hermano? ¿Empujarte a uno de esos charcos de agua? Hay cosas que no conoces de mí, Lincoln —respondió ella, con malicia, pero también bromeando un poco.

—Ok, ok, ya entendí, pero no hagas eso por favor —suplicó el peliblanco.

—Esta bien, no haré eso por esta vez, pero la próxima no te salvas de mí, eh, jaja.

Luna y Lincoln continuaron su camino y cuando estaban por salir del parque, Luna observó a otra pareja de enamorados los cuales estaban tomados de la manos, al parecer, pasándola bien, como lo que eran, una pareja de jóvenes enamorados.

Luna miró a Lincoln y en verdad quería que Lincoln la tomara de su mano, pero al ser ellos hermanos y conocidos en Royal Woods, los malos pensamientos y chismes no iban a tardar en aparecer. Sí, a veces ser muy conocidos no era lo mejor. Ver esa escena la frustró.

—Ni siquiera podemos caminar tomados de las manos sin que las personas piensen mal, ¡Rayos! —pensó Luna para luego dar un largo suspiro de frustración.

LA MELODÍA DEL AMOR ETERNO (LUNACOLN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora