3- Shooting Star

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"Hola. Soy Ícaro. ¿Quedamos mañana?"

"Ah hola"

"... ¿Quedamos o no?"

"Para qué?"

"Yo que sé. Para tomar algo. Quedamos en la colina detrás del parque de los perros a las 18:00"

"?"

"Nos vemos"

Ulises se dejó caer en la cama con los brazos abiertos. Frunció el ceño mientras miraba el techo detenidamente.

"Yo no quiero quedar con este friki, pero ni siquiera me ha dado elección... no sé qué coño pretende".

Resopló fuertemente, como si pensar tanto le hubiera quitado todas las energías de cuajo

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Resopló fuertemente, como si pensar tanto le hubiera quitado todas las energías de cuajo.

—Ulises, ¿Qué coño haces? ¡Vas a llegar tarde, para variar!

Los gritos de su madre se los devolvió de golpe también. Se incorporó en la cama y comprobó que era cierto, y que probablemente llegaría tarde otra vez.

— ¡Sí, sí, ya voy!

Echó un último vistazo a la pantalla del móvil e hizo un gesto desinteresado al metérselo en el bolsillo.

Ícaro, por su parte, sólo había dejado de escribir para enviarle los mensajes y, de vez en cuando, para darle una calada a sus cigarros, que ya se amontonaban en el cenicero. Estaba muy inspirado desde hacía días, y él mismo se lo agradecía, porque eso significaba evadirse tan fuerte de la realidad que a veces le daba vértigo volver a ésta. Siempre era un placer levantar los pies del suelo e irse a donde le llevara su mente, cuando las horas se le escapaban como arena entre los dedos. De hecho, sólo caía en que tenía que comer si algún amigo se lo recordaba, a sabiendas de sus tendencias a no despegarse de su mundo hasta que caía muerto de sueño sobre el teclado.

Sin embargo, el día siguiente supo parar a la hora que tocaba para ir a donde había quedado con Ulises. Intentaba no estar nervioso, puesto que sabía que esto era única y enteramente un experimento para ver si él podía ser el indicado o si, como temía y esperaba, no iba a pasar nada entre ellos. Pero ¿Y si pasaba? Eso era lo que le ponía nervioso, sólo el imaginarse la posibilidad.

Al llegar al sitio, puntual como un reloj, esperó recostado en un árbol y hablando con algunos amigos por el móvil para pasar el rato. No tardó mucho en sentarse en el césped y empezar a escribir en su cuaderno con olor a café. Se le volvieron a escapar las horas, de una forma tan sutil que sólo se percató de que estaba solo cuando no debía estarlo al notar que dejó de ver el cuaderno con claridad. El sol se estaba poniendo frente a él cuando levantó la mirada.

"Ah... me ha dejado plantado"

No quería sentirse decepcionado ni triste, quería que le diera igual. Sin embargo, no podía negar que le había hecho algo de ilusión. Resopló amargamente, aunque con media sonrisa resignada, y decidió aprovechar los últimos momentos de sol para seguir quemando las páginas con el lápiz.

Too CloseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora