5- Body Exchange

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-Esto es ridículo... recuérdame por qué querías hacerlo, por favor.

Ícaro miraba las mangas de la chaqueta, que le colgaban exageradamente. Ulises, que ya estaba vestido todo de negro y su pelo caía lacio sobre sus mejillas, se acercó para ponerle la chaqueta más a su estilo. No hubo protesta alguna por parte del otro.

-Por nada, es que me aburro y me gusta buscar retos. Verás cómo lo hago mejor que tú.

Ulises aún estaba arreglándole la ropa, así que Ícaro tampoco podía defenderse demasiado, pero frunció el ceño y contestó con un tono afilado.

-Ni de broma. No vas a volver a ganarme en nada hasta que te mueras.

Podría haber seguido hablando, pero se vio interrumpido por las manos de Ulises echándole el pelo hacia atrás. Cerró los ojos como acto reflejo, pero podía sentir la mirada del otro perfectamente.

-Oye, te queda mejor el pelo apartado de la cara.

Ícaro miró a Ulises con incredulidad. Esperaba que sus mejillas no se estuvieran volviendo tan rojas como creía. No tardó nada en bajar la mirada, avergonzado y expuesto. No era por nada, es que no estaba acostumbrado a que le dijeran esas cosas a tan pocos centímetros de su cara.

-No digas tonterías y acaba ya.

Ulises acató sus órdenes, puesto que pocos minutos más tarde ambos estaban listos. A Ícaro le parecía muy injusto que su estilo le quedara tan bien a Ulises, y en cambio él parecía recién salido del circo.

 A Ícaro le parecía muy injusto que su estilo le quedara tan bien a Ulises, y en cambio él parecía recién salido del circo

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-Y, ahora, ¿qué? -preguntó, intentando que dejara de ser tan obvia la vergüenza que sentía.

-Pues yo tengo que actuar como tú y tú como yo.

-Ah, eso es fácil. -carraspeó antes de hablar, pero simplemente usó su tono de siempre-. ¿Quieres pelea?

-¿La quieres? -contestó Ulises, con un tono amenazante.

-Eso no es algo que yo diría.

-Ah, claro, perdona. No me he metido en el papel aún. Espera y verás.

Se cruzó de brazos e imitó la postura usual de Ícaro, apoyando el peso en una pierna y con la cadera levemente hacia fuera. Al hablar, su tono era claramente una burla y muy lejos de ser acertado.

-Hola, soy Ícaro. Mi nombre es súper feo. Voy de emo, pero luego hago cuentos de princesas. Soy un poco friki también, y me gusta tirarme el café encima.

-Eso no es algo que yo diría tampoco -contestó, impasible.

-Pero es todo cierto.

Ícaro se masajeó el puente de la nariz, rogando paciencia a los cielos.

-Esto no está funcionando. -terminó por declarar.

-Pues... vámonos de fiesta.

Ícaro no daba crédito a lo que acababa de escuchar. Habló muy lento, como si pretendiera que el otro le entendiera sin dificultad.

Too CloseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora