Día 6. Fornido - Husky. Aquiles.

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—¿Listo, abuelo? —Silvina se hizo notar no solo por ese tono desafiante, sino por la sacudida que dio a su larga melena antes de atársela en una coleta. —La de las patas de gallo eres tú. —Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de recibir un puñetazo a la altura del hombro por parte de su compañera. —Imbécil. — Tanto ella como Aquiles disfrutaban de un día bastante tranquilo en una de tantas playas perdidas con las que contaba la región de Hoenn. El Sol apretaba con fuerza a pesar de estar poniéndose, y la arena estaba lo suficientemente caliente como para no desear estar mucho tiempo parado en el mismo lugar.

Ambos contaban únicamente con sus trajes de baño en aquel momento. Aquiles con un pantalón que llegaba hasta la altura de la rodilla, azul, para variar. Y Silvina con un bikini de tonos similares a los del bañador de Aquiles, con el extra de pequeñas perlas dispersas a lo largo del mismo. Un total de tres Mightyena dormitaban a la sombra de una roca, ajenos a los constantes enredos de sus entrenadores. De la misma forma, un trío de Sharpedo nadaba en círculos cerca de la costa, a la altura aproximada de donde se encontraban Aquiles y Silvina. —Breve recordatorio de que esta vez no vale hacer trampas, ¿eh? —El tono burlón de Aquiles buscaba una respuesta inmediata de ella, que apenas se hizo esperar. —¿Tengo que recordarte quién es el entrenador del Sharpedo que me arreó con un Hidrobomba la última vez? —Aquello hizo que Aquiles se echase a reír a carcajada limpia. —Todavía puedo ver tu cara llena de arena cabeza abajo. —Continuó riéndose ante la mirada resignada de ella. —Si no fueses un tramposo te habría ganado más de una vez. —Sí, seguro. —Mirando a su alrededor, Silvina utilizó su mano derecha como visera antes de lanzar una pregunta al aire. —¿Tienes idea de dónde se ha metido Matías? —Iba a dar una respuesta, pero algo hizo que no hiciese falta decir palabra.

A lo lejos, teniendo ambos que entrecerrar los ojos, ya que venía de la dirección en la que estaba poniéndose el Sol, pudieron verlo. Bañador hecho harapos, más de dos metros de alto y ciento y pico kilos, y a pesar de ello, Matías metía zancadas de más de un metro y medio a velocidad de vértigo. —¿...Qué hace? — Silvina preguntó, aún estupefacta, sin tener ni idea de qué se le habría pasado por la cabeza a aquel idiota. —¡Correr! —Y dicho eso, Aquiles echó a correr mientras se reía nuevamente sin parar, al tiempo que un grito agudo de Matías diese por hecho que la carrera acababa de empezar hacía ya rato. —¡Wiiiiihoooo....! —Silvina, entonces, se dio cuenta de lo que ocurría, al tiempo que Matías estaba cada vez más cerca de adelantarlos. —¡¡Eh, desgraciados, me cago en...!! —Y al igual que acababa de hacer Aquiles, Silvina puso pies en polvorosa, acercándose a la orilla, donde sería más fácil correr gracias al agua, intentando alcanzar a Aquiles al tiempo que buscaba evitar que Matías los pillase.

Básicamente, el 'premio' por no llegar último, era librarse de la limpieza exterior del submarino, aunque realmente aquel rato que pasaban los tres cada cierto tiempo, servía más como desconexión de la rutina y horas de trabajo, ya que, por un motivo u otro, entre todos se encargaban de poner excusas suficientes para terminar limpiando el submarino entre todos.

Cuando los Sharpedo se dieron cuenta de que sus entrenadores habían echado a correr, se pusieron manos a la obra, avanzando a la par que sus respectivos compañeros, sin perder de vista al mismo tiempo al resto de la competencia.

Aquiles avanzaba entre risas a una velocidad que Silvina no recordaba tan grande. —¡No te tropezarás y tragarás arena con esa bocaza, no! — Gritaba antes ser ella la que empezaba a reírse. Poco a poco notaba cómo alcanzaba a un airado Aquiles que, en cierto momento, dirigió su mirada hacia atrás, momento en que la cara de poderío y victoria pasó a ser casi de pánico. Ante aquello, Silvina dio por hecho que se debía a que en breve alcanzaría al líder, a apenas unos cinco metros por delante de ella. Fue al notar cómo el Sol dejaba de darle en la espalda cuando comprendió la preocupación de Aquiles.

Matías estaba, casi de manera literal, sobre ellos, aullando estrepitosamente conforme veía que se acercaba a sus dos compañeros. —¡¡Y eso que os he dejado media playa de ventaja, JAJAJAJAJAJA!! —¡Pero tienes las piernas más largas que yo, cabrón! —Aquiles metió caña al ritmo, algo que Silvina no dudó en imitar ante la imposible labor de evitar que Matías arrasase con ambos casi de manera inminente.

Sin esperarlo, Silvina notaba cómo algo le mojaba desde detrás, temiendo que nuevamente el Sharpedo de Aquiles hubiese hecho de las suyas. Girando la cabeza sin dejar de correr, vio como Matías estaba lidiando con un chorro de agua procedente de la playa. —¡AQUILEEEES! —El bramido de Matías asustó tanto a Aquiles como a Silvina, quienes no pudieron evitar echarse a reír ante la imagen de Matías intentando usar su enorme brazo derecho para repeler el ataque. —¡Sharpedo, échale una mano! —La orden entre risas de Silvina no se hizo esperar, y su Sharpedo arreó de lleno a Matías, quien dio un traspié antes de recomponerse y recuperar el ritmo ante los ataques constantes.

Reinó el silencio unos segundos, lo que hizo que Aquiles y Silvina diesen por hecho que Matías se había quedado rezagado. Pero ni mucho menos.

Cuando Silvina quiso darse cuenta, fue ella quien estaba siendo, por su lado izquierdo, adelantada por un Matías que parecía volar sobre la arena, y por el lado derecho, víctima y objetivo de los ataques de ahora tres Sharpedo, al ser usada de escudo por Matías. —¡No, no, nogrlp.....! —Y sin poder evitarlo, la potencia del chorro de agua la empujó hacia la izquierda en el momento en que Matías pasaba cerca de ella, golpeando a éste y haciéndole perder el equilibrio, pero no sin antes cobrarse su venganza contra Aquiles.

Estaba lo suficientemente cerca de su compañero como para estirar la mano y agarrarlo del hombro según caía. Pero la mano resbaló. Lo hizo por el hombro, por la espalda, y acabó enganchándose en el bañador, que no sólo bajó de golpe, sino que del tirón por la fuerza se hizo añicos, desgarrándose, y haciendo que Aquiles basculase hacia adelante estando a nada de caer de bruces contra la arena.

–¡JÁ, GANÉ! —Matías pegó aquel grito al tiempo que junto a Silvina se reían sin parar al darse cuenta de lo que él tenía en la mano. Aquiles, que había frenado en seco, echó un vistazo a donde supuestamente debía estar su bañador, gritando a continuación en una mezcla de falso enfado y ganas de reírse. —¡¡Cabrón, que sólo he traído ese!! —Se giró así hacia sus dos compañeros, que terminaban de reincorporarse, con intención de echarles en cara el maravilloso estado de libertad en el que se encontraba en aquel momento. Silvina se estaba retirando todos los restos de arena del pelo y las piernas, mientras que Matías observaba a Aquiles triunfante, haciendo girar en su mano el trozo de tela que anteriormente fuera el bañador de su jefe. —Sabes que tenemos que pasar por Oromar para volver a casa, ¿no? — Silvina se sacudía ahora el pelo, dirigiendo su mirada a un Aquiles que, lejos de mostrarse recatado, o con intenciones de recuperar su bañador, observaba ahora a los tres Sharpedo en la playa, estirando sus brazos al tiempo que giraba su mirada hacia Silvina tras escuchar la pregunta. —Me consta, pero siempre podemos ir buceando. El Sol está en la mejor posición para ello. —Silvina alzó las cejas, ya que aquella idea no le parecía del todo descabellada como colofón a aquella carrera. —Entonces, vas a limpiar el submarino tal y como estás ahora mismo, ¿no? —Silvina buscaba tantear a Aquiles, siendo consciente de que realmente no había problema en la guarida en lo que a la desnudez de cualquiera se refiere. —No me lo preguntes dos veces. — Matías, deteniendo el movimiento de la mano con el bañador, no dudó en hacer los honores. — Entonces, vas a limpiar el submarino tal y como estás ahora mismo, ¿no? —

Entre risas, comentarios y sugerencias de todo tipo, el Sol terminó desapareciendo en el momento en que todos y cada uno de ellos volvieron a fundirse con las olas del Mar de Hoenn.

FicTober 2019Where stories live. Discover now