18. La invitación.

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Por un momento me quedé inmóvil pero después reaccioné y me dejé llevar por las caricias de sus labios con los míos, empezó siendo un beso lento y tímido pero después se aceleró un poco debido a la necesidad que habíamos estado guardando cada una al besarnos nuevamente. Ella posó una mano detrás de mi cuello para intensificar el contacto de nuestros labios y yo por querer intentar hacer lo mismo se me había olvidado que tenía la mano hinchada y me lastimé.

—¡Agh! —dije entre sus labios haciendo que esta se separara.

—Perdóname, no debí hacer esto —dijo ella como si se hubiera arrepentido de haberlo hecho.

—No Lexa, tú no tienes la culpa, yo no debí seguirte el beso —dije ya guardando un poco de distancia.

Y nos quedamos en un silencio incómodo hasta que decidí hablar.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunté.

—¿Por qué seguiste tú? —me contraatacó.

—Lexa, yo te pregunté prime...

—Porque necesitaba besarte, Clarke. Necesitaba sentir tus labios otra vez —dijo esta mirándome con sus ojos penetrantes—. Porque me di cuenta que no vale la pena seguir engañándome a mí misma diciéndome que ya no te necesito, porque lo cierto es que no es así.

Me confesó apartando la mirada. 

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—Lincoln me abrió los ojos, me hizo darme cuenta que estaba cegada por el odio, me hizo ponerme en tus zapatos y ver que con todo lo que pasaste, traicionarme era tu única opción.

«Traición. Esa palabra me sigue doliendo».

—Lexa, de verdad lo siento tanto... —dije mirándola a los ojos con lágrimas que amenazaban salir.

—Shhh, está bien nena. Te mentiría si te dijera que es fácil superarlo pero no es cierto, pero lo que sí te puedo decir es que no soporto verte llorar —dijo esta acercándose nuevamente a mi rostro pero esta vez sin intenciones de volver a unir sus labios con los míos, sino que pegó su frente contra la mía mientras me acariciaba la mejilla.

Yo solo me limitaba a mantener los ojos cerrados para así poder disfrutar de su cercanía.

—Gracias —dije en un susurro lo suficientemente audible.

—Doctora Griffin, vengo a decirle que si quiere ya se puede ir —informó Jackson apareciendo de repente por la puerta. Y por suerte Lexa y yo ya habíamos hecho un poco de distancia antes de que nos encontrara juntas—. Oh, lo siento no quería interrumpirlas —dijo este apenado.

—No te preocupes y gracias por avisarme Jackson, en unos minutos me voy —le avisé limpiando disimuladamente los rastros de mis lágrimas.

Y entonces se despidió haciendo un gesto con la cabeza.

—¿Quieres que te lleve a tu casa?—se ofreció Lexa.

La miré dubitativa. Esto estaba siendo tan surreal.

—No sé si deberías... en estos últimos días te he dado tantas molestias que...

—Clarke, no empieces ¿quieres? Estoy intentando ser amable contigo.

Suspiré rendida. Esta vez no la quería seguir cagando.

—De acuerdo.

Dicho esto salimos de mi oficina dispuestas a ir hacia el parking del hospital donde Lexa había dejado su auto.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —mencioné.

—¿Puedo hacerte yo otra? —asentí— ¿Por qué me tienes que preguntar cuando me quieres decir algo? —dijo sacando de su bolsillo las llaves del auto ya que estábamos frente a él.

Un amor inesperado [CLEXA AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora