13. Es cierto

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—Ahora tú ¿qué querías decirme? —dijo acariciando mi mejilla.

—Ehh yo... —no pude continuar porque su celular comenzó a sonar pero ella no contestó—. Deberías contestar.

—No, tranquila después devolveré la llamada.

—Lexa, contesta por favor —le dije casi suplicante. Quería evadir la verdad aunque sabía que entre más esperara tarde o temprano se daría cuenta.

—¿Hola, Arnold? ¿qué sucede?

Miraba atenta a su llamada.

—¿Qué la empresa qué! ¿Cómo que han ingresado a la base de datos! 

Oh no.

—Arnold tienes que estar equivocado, yo soy la única persona en el mundo que tiene los códigos. —Estaba muy alterada—. No toques nada, voy para allá. 

Dicho esto colgó y se disponía a irse pero la detuve— ¿Qué sucede Lexa?

—Alguien ha entrado a la base de datos de la empresa y se está robando los ingresos. Volveré pronto, Clarke — dijo antes de cerrar la puerta.

Fue mi culpa... —dije con un hilo de voz pero esta ya se había ido. Me derrumbé en medio de la sala. ¿Cómo había podido llegar a esto?

Lexa's Pov

Salí corriendo directo a una de mis empresas apenas recibí la llamada de Arnold, uno de mis trabajadores.

—¿Qué está sucediendo?

—Señorita Woods, nos están robando ingresos... —dijo Arnold mostrándome las estadísticas, en menos de una hora ya habían robado más de un millón de dólares.

Me quedé toda la noche en la empresa buscando indicios, información, algo que nos llevara con la presunta rata que había ingresado pero no encontrábamos nada.

Me desperté poco a poco y me incorporé en el sillón de la oficina de la empresa, vi el reloj de mi muñeca, marcaban las once y veinte minutos de la mañana. ¿Tanto dormí? Me pasé las manos por los ojos para quitarme la ensoñación y de repente escuché como tocaban la puerta.

—Buenos días señorita Woods, aquí le traigo un café —dijo amablemente Cindy, mi asistente personal.

—Gracias, ¿ya se ha encontrado algo?

—No, todavía no pero estamos en eso.

—Lo que no entiendo es ¿cómo sucedió?

—No sabemos quién habrá podido ser, ya que usted es la única que tiene los códigos necesarios para acceder.

—Lo sé, pero yo a nadie le he... —no pude acabar porque alguien nos interrumpió.

—Señorita Woods, encontramos una posible fuente del intruso —anunció un empleado.

—¿Qué encontraste? —pregunté dejando el café en la mesa.

—Proviene de The Mounth Club.

Apenas oí ese nombre supe al instante quién estaba detrás de todo esto.

Maldito hijo de perra.

Salí furibunda de la empresa dispuesta a encarar a ese malnacido, me subí a mi auto y antes de arrancar abrí la cajuela de este y saqué un arma que guardaba en casos de emergencia, la guardé dentro de mis pantalones y si hacía falta la usaría contra él. Aparqué frente la fachada del sitio pero desgraciadamente cuando quise preguntar por el propietario me dijeron que no se encontraba ahí.

Un amor inesperado [CLEXA AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora