24. Vacaciones

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Lexa's Pov

El primer día que llegamos a Italia, más concretamente a Roma, su capital. Nos desplomamos en la cama de la casa que había comprado hace unos años atrás, lo que más me enamoró de la casa fue que estaba ubicada exactamente en la playa con una vista plena hacia el mar, decidí invertir en ella puesto que anteriormente me encantaba frecuentar este maravilloso país en mis ratos libres, por lo tanto esta era el único lugar en el mundo en donde me sentía en paz y con suprema tranquilidad, sin preocupaciones ni problemas.

Al siguiente día me desperté poco a poco y sonreí al ver a una hermosa rubia yaciendo frente a mí con unos cuántos rayos pequeños de sol reflejando en su hermoso rostro. La acaricié tiernamente en una de sus mejillas y después rocé sus labios, se sentían tan suaves y apetecibles. Su pecho subía y bajaba a un ritmo tranquilo, parecía como si hubiese caído en los brazos de Morfeo. 

Salí de la cama y me di una corta ducha, fui directo a la cocina y me percaté de que no había absolutamente nada como era obvio, intenté hacer memoria y recordé que la última vez que estuve en aquel lugar fue hace como dos años, y desde entonces nunca volví, hasta ahora. Fui a la habitación a coger mi billetera para salir en busca del desayuno y algunos alimentos, pero antes de salir de la habitación le eché un último vistazo a la bella durmiente. Se veía tan hermosa.

Cuando pisé el pavimento de las calles de Roma, respiré profundo, alcanzaba a oír a los pajaritos cantar y podía sentir los rayos de sol que comenzaban a pronunciarse más debido a que casi se acercaba el medio día. Mientras caminaba por aquí y por allá, saludaba a algunas personas con las que me topaba y algo que me tenía satisfecha de aquella ciudad era que podía caminar libremente a dónde quisiera sin tener que preocuparme por si alguna persona me reconocía a simple vista. Con cada paso que daba, me permitía el lujo de detallar cada escaparate de las tiendas, cada detalle de las angostas calles de Roma, cada casa tenía su toque, algunas eran coloridas y otras eran totalmente simples, con un color bastante plano a mi parecer. Algunas personas iban y venían mientras que algunas otras solo estaban en algún local tomándose un café. 

Después de una caminata llena de detalles, por fin llegué a mi destino, una cafetería que desde el primer día que la pisé no quise volver a salir. Esta cafetería tenía un ambiente rústico y a la vez moderno, pero me encantaba aún más el hecho de que al estar ambientada de dos maneras, nunca perdía el toque cultural de la región, y al parecer era eso lo que atraía bastante a los turistas, porque apenas entré vi que la cafetería estaba llena, no lo suficiente para sofocarse pero en la mayoría de las mesas había gente desayunando o simplemente pasando el rato.

Me acerqué al mostrador y sonreí al ver de espaldas al sujeto dueño de aquel lugar. 

—Anche sulla mia schiena posso riconoscerti. (Incluso de espaldas puedo reconocerte). — mencioné en idioma Italiano lo suficientemente alto como para que me escuchara.

El hombre se dio la vuelta con el ceño fruncido, pero cuando me vio directamente su cara fue de asombro.

—¡Lexa! ¡Amico mio! (¡Lexa! ¡Amiga mía!) —dijo este feliz al verme  a la vez que rodeaba el mostrador para acercarse a mí.

—Mi sei mancato, Alexander. (Te he echado de menos, Alexander) —dije sincera al mismo tiempo que nos abrazábamos.

—Pensé que no ibas a volver —mencionó este con un poco de decepción en sus palabras pero ahora hablando mi idioma natal.

—He tenido muy poco tiempo libre para venir—dije haciendo una mueca al dar mi explicación.

—Te entiendo, eres una mujer muy ocupada. ¡Pero lo que importa es que estás aquí! —dijo esto último de la misma manera animosa lo que me hizo sonreír.

Un amor inesperado [CLEXA AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora