—No tienes que preocuparte por eso, yo puedo coger un taxi y...
—Clarke, muévete —dije con poca paciencia. Sí era cierto, ella podía coger un taxi pero a altas horas de la noche dudaba que fuese a ser fácil. Y sin más dudas ella accedió.
Vi el reloj de mi muñeca y marcaban la una y cuatro minutos de la madrugada. No pensaba que hubiese tardado tanto en la disco. Mientras tanto, caminábamos en completo silencio hacía el lugar donde había aparcado el auto, pero ella decidió romperlo.
—Lexa... —escuché que dijo casi en un susurro pero no le respondí y seguí caminando. Ella notó la ausencia de mis palabras más, sin embargo siguió hablando.
—¿Leíste la carta que dejé en tu bolso esta mañana? —preguntó al lado mío y seguí sin prestar atención—. Sé que sigues enojada pero te pedí perdón, Lexa. Creo que con eso al menos merezco que me dirijas la palabra —dijo ahora ella enojada.
Y entonces frené en seco y volteé a verla a lo cual ella se asustó por mi repentino cambio.
—Tú lo que menos te mereces es que yo te dirija la palabra cuando tú ni siquiera fuiste capaz de darme la tuya.
—Lexa...
—No Clarke. ¿Querías hablar? hazlo ahora —dije haciendo evidente mi enojo.
—A hablar no me refería de esta manera, no aquí. Tal vez si me dejas un día de estos invitarte a un café podamos aclarar las cosas —dijo ella más calmada.
—Pues entonces, ya no hay nada de qué hablar.
—Pero...
—Y ahora súbete de una maldita vez al auto si no quieres que cambie de opinión —solté ya abriendo la puerta del auto.
Arranqué y conduje guiándome por la dirección GPS que ella me había dado. Desde que subimos ninguna había emitido ni una sola palabra.
Cuando paramos en un semáforo la vi de reojo, estaba recostada en la ventanilla del copiloto. Me puse a detallarla ya que en todo este tiempo no lo había hecho; tenía su hermoso cabello rubio cayéndole por el rostro, al menos de perfil. Llevaba puesto unos vaqueros de mezclilla, una camisa blanca y una chaqueta a juego con su pantalón.
Una vez llegamos al la entrada de su casa, me detuve y esperé a que saliera pero ella no hacía ningún movimiento, solo se quedó con la cabeza gacha mirando sus manos como si estuviera pensando. La miré y carraspeé. Se estaba tornando incómoda la situación.
—Gracias... y lo siento. No quería amargarte la noche con mi presencia —dijo finalmente mirando al frente. Y como vio que no emitía ninguna palabra siguió.
—Lexa, por favor. Te lo suplico, déjame hablar las cosas contigo en otro lugar. Es lo único que te pido —dijo suplicante incapaz de mirarme a los ojos.
Estaba empezando a sentir lástima por ella, notaba cada vez más su desesperación.
—Clarke, ya te lo dije si no es ahora, nunca lo será —dicho esto abrió la puerta.
—Adiós señorita Woods, que tenga una linda noche —se despidió con un tono bajo y algo molesto para entonces salir e irse.
Apreté el volante con impotencia por la rabia que sentía dentro, mi subconsciente me decía que cediera a su petición, pero muy en el fondo sabía que si lo hacía terminaría odiándola aún más. Iba a arrancar el auto cuando vi por el retrovisor que la luz de la casa a la que apenas iba a entrar Clarke se encendía y salía una mujer, que a simple vista no la pude reconocer pero después de detallarla más, supe quien era, se trataba de Abby, la madre de Clarke, quien lucía estupendamente, parecía haber mejorado después del tratamiento.
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Un amor inesperado [CLEXA AU]
FanfictionLexa Woods, una empresaria fría y egocéntrica, dejó envolverse en un caparazón después de la muerte de sus padres. Un día por un simple favor, decide encaminarse hacia un lugar el cual le daría un vuelco inesperado a su vida. Clarke Griffin, una es...