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Las cartas llenaban el buzón a tope todos los días, Raoul se encontraba devastado sin poder siquiera salir de su cuarto desde aquel día en que perdió a Christine para siempre.

Aunque tenía un hijo que lo necesitaba eso no era suficiente para él, era como si este hubiera perdido una parte física de él y puedo comprenderlo totalmente... yo sentía lo mismo gracias al abandono de Erik.

Todos los días aquellas cartas que recogía del buzón las depositaba en el despacho abandonado de Raoul mientras cuidaba a Philippe, quien llevaba ese nombre en honor al hermano mayor de Raoul, quien había desaparecido hace casi 3 años, aquel día cuando se presento Don Juan Triunfante en el teatro Garnier.

- Mamá -Giré mi rostro hacia donde había escuchado aquella palabra y me topé con los hermoso ojos azules de Philippe- Mamá

Escuchar aquella palabra salir de la boca de Philippe era sorprendente ya que era su primera palabra, según su médico este debía decir su primera palabra a finales de su primer año y ahora estaba cumpliendo años mientras decía su primera palabra.

Tomé a Philippe entré mis brazos y subí rápidamente hasta el cuarto de Raoul, cuando llegué a este no toqué como regularmente lo hago, solo abrí la puerta con fuerza y emoción, necesitaba que él escuchara aquello que antes había dicho su hijo.

- Raoul -Dije y este giró a verme sin levantarse de la cama- ¡Philippe acaba de decir su primera palabra!

- Fabuloso -Dijo Raoul sin ánimos.

Suspiré y bajé a Philippe, caminé hacia Raoul y retiré con fuerza la sábana que lo cubría para después subirme encima de él, este se giró hasta poder verme fijamente, su rostro reflejaba duda pero esta no sobrepasaba su tristeza; respiré hondo y con fuerza golpeé la palma de mi mano derecha contra su mejilla izquiera dejándosela rojiza.

Raoul gritó pero su grito fue callado por otra golpe pero ahora en la otra mejilla con la misma mano, seguí golpéandolo hasta que este tomó las muñecas de mis manos con fuerza mientras me giraba para caer en la cama y él terminar encima mio.

- ¡¿Por qué me golpeas?! -Gritó.

- ¡Para que reacciones! -Grité- ¡Han pasado dos años desde la muerte de Christine y ni siquiera has podido pasar un cumpleaños de Philippe con él! -Raoul relajó su rostro- ¡Es tu hijo!

En ese momento sentí como varias lágrimas se resbalaron por mis mejillas, había comenzado a llorar como buena Magdalena que era.

- Lo siento -Susurró Raoul mientras agachaba levemente su cabeza y liberaba mis muñecas sin bajarse de la cama.

- Entiendo por lo que pasas, yo sufrí algo parecido y pude superarlo, tu también deberias hacerlo

- ¿Cómo? -Dijo mientras apoyaba sus manos en la cama una a cada lado mio, rodeándome- Yo no soy como tú, Christine a sido la única persona que e amado, estuve enamorado de ella desde que era un simple niño

- Yo también estuve enamorada de Erik desde que era una niña -Raoul me miró confundido- Cuando era una niña vivía en París y mi padre conocía al entonces director del teatro, gracias a ello conocí a Erik y me enamoré de él, luego tuve que irme de la ciudad y regresé hasta aquel día que tú también lo hiciste

Suspiré, sin querer la vida de Raoul y la mia no eran tan distintas, es más, eran mucho más parecidas de lo que nosotros creíamos, ambos nos habíamos vuelto a enamorar de aquellos de los que nos habíamos enamorado cuando eramos niños y los habíamos perdido en muy poco tiempo.

- Ambos hemos perdido a aquellos que amabamos -Susurré.

- Lo se -Dijo Raoul en un susurro mientras apartaba su mirada de la mia- Philippe no merece que yo sea su padre, no e podido superar la muerte de su madre después de todo este tiempo

- Estoy segura de que podrías ser un gran padre -Los ojos de Raoul se toparon con los mios- Eres un buen hombre, un hombre que amó con todo su corazón a una mujer aún cuando esta ya no se encuentra en la tierra, alguien que además arriesgo su vida por ella -Raoul sonrió.

- Aunque en realidad arriesgue mi vida por ti, ya que tú te hiciste pasar por ella

- Lo se pero creo que entiendes a lo que me refiero -Él asintió- Estoy segura que Philippe estaría encantado por saber que su papá comenzará a actuar como uno

Sonreí mientras veía como los ojos de Raoul se humedecían cada vez más, estaba a punto de llorar, aunque ahora sus lágrimas no eran de tristeza.

Raoul cerró sus ojos con fuerza y una lágrima cayó en mi mejilla izquierda, levanté mi mano y limpié la mejilla de Raoul, este abrió sus ojos lentamente mientras me veía confundido por aquello que había hecho.

- No deberias dejar que la tristeza se apoderé de ti -Dije- Es mucho mejor cuando sonries, aunque no lo creas, una sonrisa tuya ilumina el mundo de otro

Raoul sonrió y acercó su rostro al mio en un movimiento rápido juntando sus labios con los mios sin siquiera esperármelo; sus labios se movian de manera calmada mientras por sus mejillas algunas lágrimas se resbalaban fundiéndose en aquel beso.

Cerré los ojos, dejándome llevar por aquel movimiento que tenían los labios de Raoul contra los mios, sus labios estaban secos, al igual que su boca, seguramente eso pasaba ya que no se había estado cuidando mucho durante estos dos años... de no ser por mi habría muerto.

Acerqué mi otra mano al rostro de Raoul y lo sostuve con cuidado mientras nuestros labios aún seguían entrelazados, el aire nos comenzaba a faltar pero ninguno de los dos quería separarse era como si ambos necesitaramos aquel beso para sobrevivir.

- ¡Papá!

La voz de Philippe resonó por la habitación haciendo que Raoul y yo nos separaramos de golpe mientras nos girabamos hacia donde él estaba, Philippe, al vernos, sonrió mientras aplaudía fuertemente con los brazos.

Me giré hacia Raoul y este hizo lo mismo, cuando cruzamos nuestras miradas sonreimos, no puedo imaginarme que podrá pasar de ahora en adelante porque yo no estoy enamorada de él.

De Vuelta en la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora