Capitulo 3: La despedida de Lao. Un nuevo mundo

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Lao se levantó del suelo y me felicitó, había dominado la técnica muy rápido.

Ahora estaba al nivel de un general de la Armada.

Esa noche Lao preparó un gran banquete y toco su flauta como solía hacer en las mañanas para despertarme, ahora sabía tocarla muy bien, parecía todo un experto y tocaba canciones con mucha alegría.

Unos seres pequeños rodearon el campamento y comenzaron a bailar al ritmo de las canciones.

—¿Que son señor Lao? —pregunté intrigado.

—Son simplemente duendecillos que viven en lo profundo del bosque, parece que quieren festejar con nosotros —respondió Lao con una pequeña risa.

Su apariencia era bastante llamativa, tenían orejas grandes y puntudas, gorros de todo tipo, ropajes llamativos aunque el color que más se hacía notar era el verde, estaban descalzos y tenían la voz aguda.

Uno de ellos robó la mazorca que yo me estaba comiendo, lo comencé a perseguir y este me llevó bosque adentro.

Allí pensé que ese enano estaría atrapado entre las raíces de dos grandes árboles.

—Ya te tengo enano(...)  —dije con una voz malévola mientras me acercaba con las manos extendidas  hacia él,  como si fuese un monstruo.

Recibí una piedrita en la cabeza.<< Miré hacia todos lados>>.

No había nada, solamente estaba yo y aquel duende ladrón que se encontraba temblando de miedo. De pronto recibí una lluvia de piedrecillas golpeando todo mi cuerpo, mire hacia arriba y ahí estaban, un montón de duendes con bolsas llenas de piedras atacándome salvajemente, corrí hacia el coliseo  y observé a Lao riéndose.

—No te metas con ellos Iros, son mas fuertes que un general —se río de mí.

Esa noche nos fuimos a dormir tranquilos aunque había algo que me inquietaba, sentía que al día siguiente se cumpliría algo, pero no sabía que era.

Tuve un sueño, en ese sueño todo a mi alrededor se convertía en cenizas y perdía a todos mis seres queridos, hasta que en el sueño aparecieron 8 guerreros los cuales me salvaban de mi perdición. Me levanté sudando, y mi mirada se dirigió por instinto al reloj colgado en mi habitación; eran las 5:47 am, me levanté, me dirigí hacia la habitación de Lao pero él no estaba en su recámara, lo busqué para contarle mi sueño, ya que sentía que aquella visión nocturna era algo muy importante.

Salí  y no estaba por ningún lado, pero en el césped estaban sus huellas. Por instinto las seguí.

Llegué a un acantilado y ahí estaba él, mi maestro, mi segundo padre, con sus alas abiertas y noté el color negro amarillento cubría toda su piel. Ese maldito color amarillento sucio y negro, como una gangrena que oscurecía su piel debido a(...) Esa  maldición del general Orgar.

El brillo del Sol mañanero  reposaba sobre su piel consumida.

Él volteo a verme con los ojos llorosos y me dijo:

—"Es tiempo de partir Iros, he estado contigo, ahora tu estarás conmigo".

Se desplomó y corrí sujetándole.

—¡SEÑOR LAO, NO, NO!

—Calma Iros, sabíamos que esto llegaría, pon tu mano en mi pecho — ordenó. —Así lo hice, puse mi mano sobre su pecho con mucha suavidad, pude sentir sus latidos. Eran débiles, muy débiles.

—No estaré contigo pero seré parte de ti, vengate, libera al mundo, ¡PROMETE QUE SERÁS EL MEJOR GUERRERO DEL MUNDO Y LIBERARAS A LAS NACIONES!.

— L-o prometo señor Lao.

Me miró con un gesto de paz y en mis manos se desvaneció, su cuerpo emitió una gran luz y sentí como su energía entraba en mi.

Su cuerpo se hizo polvo, un polvo negro y oscuro el cuál entre lágrimas recogí y puse en un pequeño tarro. Con mucha tristeza.

Lentamente me retiré y grité al mar. —¡Lao, maestro, gracias por todo!

Adiós(...) Es tiempo de salir al mundo.

"Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte".

Lao Tse.

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