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—La espada te elegirá, no solo basta con comprarla. Estas espadas cortan con el filo del diamante pero únicamente cumplirá su función cuando tenga un digno portador.

Sujeté la Espada y froté suavemente su haz, el mango se sentía duro y ligero aunque poseía un tamaño considerable, era una espada bastante ligera, la moví con facilidad por el aire.

—WoW es increíble, estas espadas son increíblemente pesadas, ¿como puedes manejarle así?, ¡eres un digno guerrero —dijo la chica muy emocionada por lo que presenciaba. —Mira, prueba cortar esta lámina de hierro—. Entonces saco de sus ropas una gran tajada de metal.

Sujete la espada y recordando como las usaban los guerreros de mi aldea la empuñe, separé mis pies y lancé un tajo hacia aquella lámina que la chica poseía; entonces la corté, corté aquella tajada y quedó con una separación perfecta, el corte había sido milimétricamente perfecto.

—¡WOW, NO PUEDO CREERLO!, Has de ser un habitante de las islas sagradas, estas espadas fueron bendecidas por Hefesto únicamente para que está gente las usara.

Sonreí. —Lo soy.

La chica me abrazo y se puso de rodillas.

—Tienes que ayudarnos, tu pueblo es el pueblo que todo lo puede(...) Ten la espada, es tuya, no te cobraré nada, vete de aquí, el gobierno busca a cualquier sobreviviente de esa isla. Querrán asesinarte.

—No te preocupes. Estoy aquí para cambiar al mundo —dije en un tono serío y con mis manos de mantequilla guardé en sus bolsillos unas cuantas monedas de oro sin que ella se diera cuenta.

La chica se levantó y tomó una funda grande. —Ten, esto te servirá para guardar tu espada.

Le agradecí, salí de la tienda y ella me gritó desde la distancia —!me llamo Rosa, no lo olvides!. —Rosa eh, que chica más rara, pero muy tierna —dije en mi pensamiento.

Era la primera vez que realizaba un contacto con alguien en mucho tiempo y la verdad me había tratado muy bien, me sentí como alguien respetado y querido.

Aunque algo no andaba bien, sentía frío, entonces me percate que no me había puesto la ropa que recientemente había comprado, solo la espada; me devolví, le pedí permiso a Rosa y muy apenado pasé hacia un vestidor que estaba en el fondo del lugar.

Desde afuera solo escuchaba una risita delicada de niña —que olvidadizo eres—dijo rosa mientras me encontraba en el vestidor.

Salí con mis nuevas prendas y pregunté—¿y que tal?, ¿como me veo?.

Rosa se quedó en silencio, mientras analizaba mi cuerpo; tragó saliva y con la voz entrecortada dijo. —T-te ves muy bien.

Solo la miré, le agradecí, y salí de la tienda mientras sentía su mirada estupefacta.

Caminé durante un rato y logré divisar una gran plaza, esta tenía un tamaño mucho más considerable a la que había visitado con anterioridad.

Ahí se encontraba una fila, un grupo de hombres desplazándose lentamente, con grandes esposas en sus manos; se veían bastante tristes(...) Eran prisioneros, esto es lo que estaba buscando.

Pregunté a un señor que se encontraba allí, —disculpe, ¿estos hombres, a donde los llevan?.

—¿Ehh? Estos pobres diablos serán llevados allí —señaló entonces a una gran guillotina en forma de árbol. —Serán decapitados, han pillado cosas del gobierno y harán una ejecución pública para que permanezcamos en silencio.

Le agradecí al señor y me apresuré hacia la gente que se aglomeraba a presenciar este blasfemo acto de festival.

Un tipo comenzó a leer una especie de parlamento en el cuál se encontraban las acusaciones por las que serían ejecutados estos hombres y mujeres.

—Ante la ley doce versículo uno de la Constitución política y gubernamental Mundial, hemos de declarar estado de calamidad ante el buen nombre de nuestro gobierno, por hende se solícita el homicidio de estos traidores de la patria. La patria de las Naciones Unida; ahora procederé a leer las acusaciones:

—Espionaje.
—Asaltos revolucionarios y comunistas.
—Allanamiento  a las instituciones gubernamentales.
—Asesinato de soldados de la Unión.
—Contra decretos desafiando la magnificencia del estado.
—Eruditos proclamando exigencias que atentan al mandato de nuestros gobernantes.
—Y ante todo traición a nuestra gran comunión de Naciones.

—Ahora hemos de proceder con la ejecución—. Aquel hombre  entonces llamó al primer condenado. —Guapol Filtch, Sargento del ejército Finlandés. atentó a la magnificencia de los gobernantes. Acusado de espionaje hacia nuestro nuevo gran gobierno.

Ese tipo que iba a ser ejecutado poseía ojos parecidos a los de(...) Un búho o halcón.

Sed de justiciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora