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Con que Guapol eh. Bueno, era mi momento de brillar, así que como un completo descerebrado dirigí mis pasos con severidad hacía el centro de la plaza y procedí a interrumpir aquellos homicidios públicos.

—¡Suelten a estos hombres que no han hecho nada más que buscar la forma de arreglar el mundo, es cierto que alguno que otro si será un criminal, pero veo bondad en los corazones de la mayoría!.

Todo el mundo calló, estaban estupefactos. Procedieron a murmurar como un montón de simios asustados.

—¡OH! Pero que indignación —dijo aquel sujeto que pronunció la ejecución. —¡Estos criminales están aquí por desobedecer mandatos reales!. ¡Soldados, les ordeno que lo arresten y lo ejecuten como a todos estos bastardos!.

Solo me quedé ahí de pie mientras los soldados me apuntaban con sus armas de odio.

—¿Que esperas maldito?, Pon las manos arriba.

Procedí a alzar las manos.

La gente murmuraba y me observaba mientras hablaban de mí con cierto repudio y pena.

Un soldado vino hacia mí para arrestar me, mientras otros cuatro me apuntaban.

—Esta listo comandante —dijo el soldado al haber finalizado su misión.

Rompí las esposas.

—¿Saben algo muchachos?, deberían pensarlo muy bien antes de rodear con sogas y filo el cuello de inocentes.

Todos estaban plasmados. No había palabra alguna.

Velozmente crucé entre los soldados, como el agua que rodea las piedras de un río y destruí sus armas.

Se armó un gran alboroto, todo el mundo gritaba y salía corriendo hacia sus casas, los presos comenzaron a correr desesperados y algunos caían por los balazos propinados por soldados, quienes nerviosamente estaban siguiendo las órdenes del comandante.

Derrumbe a los soldados a los cuales había roto sus armas segundos antes; ésto con una patada en remolino.

De un salto llegue a la guillotina y patee la gran hoja de acero. Esta cayó encima del comandante partiéndolo a la mitad y desparramando sus tripas por el suelo.

Mire al sujeto muerto y luego solo levanté mi voz por los aires e Interrumpí el escándalo.

—!ESCUCHEN TODOS, YO SOY UN DEFENSOR DE LA JUSTICIA, HE VENIDO HASTA AQUÍ EN BUSCA DE MI PADRE Y DE ALGUIEN QUE PUEDA AYUDARME!.—Los soldados detuvieron el fuego al escuchar mis gritos y al ver a su comandante caído(...) O bueno, partido.

En ese momento los militares ahí presentes salieron corriendo, supuse que habían huido.

—Pueblo, es hora de que dejen de vivir bajo el miedo de no poder hablar. He venido hasta aquí porqué es el inicio de mi aventura, una aventura para liberar a todas las naciones de la tiranía. ¿Alguno de ustedes quisiera acompañarme por este basto mundo y ser parte de este movimiento?—. Hubo un silencio sepulcral, nadie respondió.

Analicé a todo el público esperando una respuesta, algunos parecían pensárselo.

Un preso levanto sus cadenas.

—Yo, yo quiero, necesito vengar la muerte de mi mujer. ¡Soy Guapol Filtch, ex sargento de la Marina, he visto las atrocidades que comete este mal gobierno global hacia sus habitantes!. —Las palabras de este tipo de dieron una sensación extraña de felicidad.

Sonreí.

Nadie más quizo aceptar mi oferta, probablemente por miedo o simplemente ignorancia, no lo veían necesario.

Llamé a los presos que quedaban los cuales se mostraban incrédulos y corté sus cadenas con mi espada. Uno por uno.

Todos ellos salieron corriendo en dirección desconocida luego de agradecerme. Entre esa gente pude ver músicos, artistas, maestros y verdaderos espías que trabajaban en movimientos revolucionarios, podía ver sus corazones y recuerdos.

—¿Y bien Guapol, aceptas ser mi compañero?

—Si —respondió en seco y con nuestras miradas fijas estrechamos nuestras manos.

Sed de justiciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora