Capitulo 7: Las armas biologicas ocultas.

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Terror, terror puro y humano, eso sentí al escuchar esa voz de inframundo, tan gutural y corroída. Con algo de temor entramos los que estábamos presentes. Un grande y amplio salón dio la bienvenida a nuestros miedos. En el medio se encontraba un hombre inexpresivo pero con una gran sonrisa, no se como explicarlo, parecía no tener emociones ni vida, aunque portaba con una sonrisa de oreja a oreja, ojos amarillentos que contrastaban con el sucio portar de sus dientes oxidados, de seguro no se lavaba la boca en un buen tiempo. Parecía haber enfocado una luz teatral sobre él mismo, para resaltarse sobre aquella oscuridad infernal que rodeaba el salón.

El silencio se quebró con la voz de ese hombre, quien entre ticks nerviosos y crujidos de sus huesos, nos dijo:

—Seáis todos bienvenidos a la magnificencia de la perfección humana. Vosotros sois parte de un mundo primitivo. Me llamo Alan Walker, científico prestigioso de la Corporación Rayo, bajo mandato del nuevo Orden Mundial que vosotros llamáis "Insurgente" —dijo aquel hombre con esa voz tan respectiva.

Japo entonces le encaró, se notaba muy molesto y le dijo:

—¡YA VEO, CON QUE ESO PRETENDEN, USTEDES. MALDITOS INSURGENTES, DAÑARON EL SUEÑO DE LA PAZ MUNDIAL. —El hombre no se inmutó, sin embargo cambio su semblante, aquella sonrisa se desvaneció en una cara tristemente hipócrita. —La paz es solo una utopía a la que aspiran unos pocos. Los humanos no están preparados ante semejante perfección, por eso he sido yo quien inicie el proyecto expansivo de la Terra Nova. Ese tal proyectó Armonía que vosotros generais en su mundo risueño, fue el causante de la pérdida total de mi empleo. ¡FUERON DÉCADAS PERDIDAS DE EXPERIMENTOS!.  Por suerte los ideales de los guerrilleros han sido tan corruptos y simples, que en ningún momento se negaron a mis proposiciones para tomar el mundo que ellos siempre han anhelado.

Estábamos estupefactos, lo noté en la mirada de todos. Realmente ningún entrenamiento me preparó para aquellas palabras. Tanto esfuerzo humano destruido por los ideales de un maldito científico loco.

Enfurecido en sangre hirviendo di la orden de apuntar —¡muchachos, vamos a dejarlo como coladera!—. Unos malditos tentáculos salieron desde la bata del científico, activando una palanca que se encontraba a su izquierda. Una escotilla se abrió abajo de él y este se esfumó, escapando de nosotros. Fue demasiado rápido, pensé entonces que debían haber más sistemas de este tipo por todo el lugar.

Intentamos bajar la palanca pero ahora está estaba atascada. Era muy astuto este desgraciado. Dejó una nota a la derecha de la palanca, se trataba de una hoja sucia que tenía escrito en un color morado muy oscuro las palabras "Escapar-sobrevivir".

Sin pensarlo dos veces, tomé a Vanessa de la mano. Japo y Elgar me siguieron por instinto. La salida no estaba muy lejos, así que corrimos con todas nuestras fuerzas, mientras intentaba comunicarme desesperadamente con el pelotón, sin embargo nadie respondió la radio.

Al llegar a la sala donde se encontraban las escaleras, una enorme escotilla se  abrió bajo nuestros pies. Caímos. Solo vino oscuridad y gritos desenfrenados  de mis compañeros, hasta que sentimos caer en agua. Había un hedor horrible a putrefacción. En desespero busqué una linterna, sin embargo Vanessa fue más veloz y contaba con una de bolsillo. Ella alumbró hacia todos lados y nadie hablo ante lo que vimos. Nos encontramos rodeados de una especie de muros orgánicos, como si una masa de carne creciera en las paredes.

No terminaba de asimilar la situación cuando de pronto una voz en un parlante dijo:

—Ustedes serán la prueba para mis bebés biológicos. JAJAJAJAJAJA —se corto la transmisión. Era la voz de ese maldito loco.

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