Capitulo 4: Puerto Santander y un sargento habilidoso

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Nos aproximamos hacia las costas de Puerto Santander, más no podríamos llegar hacia las orillas, no porque fuera un sitio con baja marea, según Leila, este puerto tenía varios metros de profundidad, literalmente la isla era una roca gigante que flotaba sobre las aguas solo sostenida por una delgada piedra en forma de columna que hacía de soporte.

—Iros, esta isla es un centro de carga y abastecimiento, es algo así como un foco comercial, además muchos prisioneros de guerra se encuentran ahí —Interrumpí. —Mi padre podría estar ahí entonces(...) Debo ir a buscarle—. Mí tono de voz se tenso, pero tenía la esperanza de ver a mi padre ahí y ayudarle a escapar.

Leila interrumpió mi pensamiento. —¿Que estas esperando Iros?, ¡Ve, ve y busca a tu padre!.

Leila abrió su enorme boca, las aguas potentes vinieron arremolinadas hacia mí, la entrada abrupta de esta me llevo hacia atrás, pero con mi gran fuerza avancé con apenas algo de dificultad.

Me dirigí rápidamente nadando hacia  la orilla y mientras lo hacía logré observar bajo el agua que lo que Leila decía era real, la isla se encontraba flotando y apenas era ligeramente sostenida por una piedra que servía de columna, a su alrededor habían peces enormes, como atunes y  el fondo de este lugar no era siquiera visible(...)
 
Me concentré en el objetivo de llegar hacia la orilla, y por suerte di con un enorme barco que estaba atado a un mástil del puerto, me sujete de él y logré salir. Estaba empapado, el agua de la orilla olía bastante mal; no habían tenido cuidado por el ambiente. Al estar en tierra firme revisé el agua, todo estaba sucio en esa orilla, probablemente llegaban miles de barcos cargueros diariamente.

Sentí frío; necesitaba cambiar mis ropas, estaban desechas por los años en uso, decidí ir a buscar prendas decentes y algo de comer, Lao me había dejado bastantes piedras preciosas y unas cuantas monedas de oro.

Caminé por el puerto y después de un rato  de estar analizando el entorno marítimo, un entorno(...) De hombres grandes y tatuados, de jovencitas en los muelles despidiéndose de amores pasajeros y de varias tiendas de peces y mariscos. También se hallaban bares para beber en tierra firme puesto que en los barcos había ley seca.

Me alejé un poco de la costa y llegué hacia una gran plaza; en ésta se encontraban ubicados varios locales de ropa, y en este lugar, un prostíbulo esquinero, desde el cuál muy bellas pero extremadamente maquilladas mujerzuelas  me hacían señas con la mano para que me acercará.  No tenía tiempo para ello.

Me gustó mucho el nombre y aspecto de una tienda de ropa. Habían vestimentas de estilo militar, ropas oscuras, artículos de bandas de rock; probablemente los marineros escuchaban rock en sus barcos.

Entre allí y una chica dulce con un gran gorro militar me atendió.

—¡Bienvenido  joven!, ¿que se te ofrece guapo?. —No les mentiré, era una chica bastante linda, tenía ojos color morado, una cara bastante delicada, con rizos definidos y una camisa que le quedaba apretada por sus notables pechos.

Un poco apenado pregunté. —¿S-señorita, tendría usted ropa cómoda pero llamativa? —me interrumpió en seco. —Uhhhh tengo lo perfecto para tí.

Se dirigió dando saltos pequeños hacia una sección de la tienda y me mostró un una camisa de mangas largas, color negro, y a su vez poseía una capa larga y una capucha. —Wow, se ve genial. —Espera, aún no terminó—. Se agachó frente a mi y disimuladamente mire su trasero redondeado, me apene un poco y aparte la vista.

—¡Taraaan!, Mira esto—. Me mostró un pantalón, y una correa con una gran chapa dorada, la chapa poseía un grabado, un gran martillo y una calavera. —Uhh y por ultimo, mira, apuesto que esto te quedará espectacular—. Ante mis ojos estaban unas botas militares, muy geniales la verdad.

—¡Señorita que ropa tan cool vende usted aquí!.

—No hay mejores prendas que aquí, uh y espera, no solo vendo ropa, apuesto con solo verte que eres un formidable Guerrero —exclamó mientras me analizaba y ponía un dedo sobre su mejilla.

Se dirigió hacia la parte derecha de la edificación y entonces me tomó de la mano, me jaló hacia una pequeña habitación oculta, y no, no lo mal piensen. En este sitio se encontraban múltiples espadas y armas de filo colgadas en la pared, unas grandes, otras pequeñas, anzuelos gigantes  y armas de fuego también, aunque estas últimas eran todas de uso personal, como revólveres y 9mm;  excepto por un gran rifle de precisión, con marcados y un nombre escrito en él. Iba a leer pero la chica me interrumpió.

—Mira, esta es una espada Brutier, son un tipo de espadas sagradas, forjadas por herreros griegos, ¡y esta en específico fue bendecida por Hefesto!.

WoW, esta tienda tiene muchas cosas interesantes(...)

Sed de justiciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora