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Tomé mis cosas decidido a salir de la isla. Mire todo lo que había dejado atrás y solté una lágrima de Felicidad despidiendo el lugar que me había visto crecer como Guerrero.

-Este sitio me cuido durante tanto tiempo -dije a mi mismo.

Tomé las cenizas oxidadas de mi maestro Lao, las puse en un viejo jarrón y lo introduje en un bolso que se encontraba en su habitación.

Me dirigí a la playa, lentamente entré al agua y zarpe nadando hacia el horizonte.

Aquí comenzó mi viaje hacia lo desconocido, nadé y nadé kilómetros hacía mar adentro, después de todo mis brazos eran muy fuertes.

En medio de las vastas extensiones de agua me sentía perdido, Lao me entrenó muy bien sin embargo no me enseñó como debía ubicarme al salir de la isla, ¿que rumbo debía tomar?.

Del abismo oceánico surgió un fuerte estruendo, era la melodía del cantar de unas ballenas, estás subieron a la superficie en cuestión de minutos; Era un grupo de ballenas azules, aunque había algo más, había una ballena que era mucho más grande que las demás y nadaba con cautela alrededor del grupo.

Era ese monstruoso cetáceo que azotó las costas de la isla ese día donde me encontraba meditando con mi maestro a la orilla del mar, ahora que me encontraba en medio del océano, lograba apreciar sus enormes dimensiones, incluso en ese momento sentí miedo.

¿Por qué ese cachalote gigante estaba rodeando a las demás ballenas?.

Resulta que había un detalle el cual no había tomado en cuenta y era que un enorme tiburón estaba también rodeando a las ballenas azules, así que Leviatán parecía estar defendiendo a las ballenas azules.

Aguanté la respiración y comencé a nadar hacia esa multitud asustada de cetáceos.

El tiburón fijó su atención en mí, se acercó rápidamente con su enorme mandíbula abierta para devorarme. Prepare un puño "Honda de choque"y con la fuerza del impacto provocada por ese golpe en el agua, logré asustar al tiburón.

Sentí un poco de pena ya que quizá estaba hambriento, pero jamás había presenciado una conglomeración de ballenas intentando protegerse.

El enorme Leviatán se acercó a mí, quizá en señal de agradecimiento, nadé cerca a su cuerpo para apreciar sus dimensiones; estaba lleno de cicatrices y en su piel estaban incrustados arpones y flechas, así que con cautela fui retirando esas armas que habían dañado su preciosa superficie.

Le acaricie la cabeza y de pronto este ser enorme me habló, almenos eso pensé podía escuchar una voz ronca y apacible agradeciendo por haber espantado al tiburón y por cuidadosamente retirar los arpones y flechas de su cuerpo.

De pronto comencé a escuchar una voz suave agradecerme, más no había nadie más conmigo.

Pregunté entonces.

-¿Leviatán, cachalote enorme, acaso eres tú él que me habla?

-Sí, soy yo, y primero déjame decirte que soy una cachalote, no soy macho.

(...)

-Oh bueno, igualmente solo quería ayudarles, les he visto en apuros y de alguna forma siento gran admiración por ustedes y sus semejantes.

-Muchas gracias, desde la lejanía de costa te pude ver meditando y entrenando con aquel Tengú. Sé de tu misión y de alguna forma quiero ayudarte por haberme auxiliado. Como recompensa, seré yo quien te guíe hacia donde debes ir.

Me quedé en shock, me encontraba hablando mentalmente con una ballena.

Sed de justiciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora