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Ya habían pasado 3 meses desde la destrucción de la montaña, en esos días la rubia nunca había cruzado palabra con Bellamy por la radio en ningún momento tal y como fue su promesa.
Juliette vió como la otra rubia de gente cielo salía de la tienda tratando que nadie fuera a verla, por su seguridad y la de rubia que solía tener en común a las dos staikru, sin saberlo, o al menos eso creía Juliette.
Bajó cuidadosamente de el árbol entrando sin tocar alertando y haciéndo saltar un poco a la rubia mayor, ambas sonrieron pues solían ser buenas amigas dentro de lo que cabe.
— Siempre cuando Wanheda se va, justo a la hora chica cielo. — cargó unas cosas dejándolas en la mesa y después ofrecerle un trago a la ojíazul que rápidamente negó con la cabeza y manos. — ¿Lo mismo de siempre, Ludus?
Juliette asintió dejando de ponerle atención para colocar su vista en los objetos que estaba en la pared de la famosa tienda de cambio. Corrió sus dedos por algunas cosas viejas con aspecto de su mismo nombre quitando la mugre que tenían, llegó a una espada cruzando su dedo por el filo sacando un poco de sangre.
— Es de mi padre. — Juliette volteó a verla rápidamente alzando las cejas, la terrestre se acercó a ella tomándola de los hombros por detrás causando un salto de su parte — Ahora es tuya, Ludus. — la rubia volteó a verla confundida pues en ningún momento le había mencionado su nombre clave. — ¿Quién no puede conocerte? Eres la chica de la montaña.
— Lo sé, cada día se encarga de recordarme las muertes. — le sonrió quitándose de su tacto yéndose a la venta y tener la misma vista que siempre tenía.
El rostro de la terrestre se acercó rápidamente sin darle tiempo a Juliette de actuar, solo quedar viendo como sus labios se acercaban a los de ella apuntó de formar un cálido beso.
Lexa. Rápidamente a su cabeza se vinieron pequeños momentos que ambas habían vivido durante toda la alianza para hacer caer a la montaña, varias risas de Lexa y terminar en el beso que recibió de su parte.
— No eres ella — se apartó sumiendo sus labios volteando hasta el otro lado evitando a toda costa entrar en el campo de visión de su compañera. La terrestre se alejó dándole espacio y las previsiones que necesitaba por todos los días.
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Subió su arco tocando la flecha con la comisura de sus dedos apuntó de disparar, divisó en objetivo que tenía a Clarke entre sus manos tratando de matarla o cazarla, ambas habían hecho cierta fama a través de los meses.
