¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
;
— ¿Una comandante Nación Hielo? — hablo Titus mientras quitaba un poco de sangre del rostro de la rubia con sus dedos para examinarla más cerca de él. Después de caer en cuenta que todo lo que había echo la Reina tenía sentido, ambos trataron de convencerla de abandonar el desafío.
Lexa dió una leve explicación de el porque la sangre de la morena era color negra y no Roja como era lo común. La comandante ordenó dejarla a solas con la rubia, dejando con la duda ahora a ella.
Después de intercambiar varias palabras, Juliette trató de hacer nuevamente que ella se echará para atrás, sin alguna respuesta. Titus entró avisando que era la hora de el combate, en donde probablemente Lexa pudiera perder.
— Entonces me despido. — la ojíverde tragó saliva disimuladamente apretando sus labios y teniendo como respuesta un simple asentimiento con la cabeza por parte de Juliette, y un paso dejándola pasar.
Después que todos salieron de la sala, la rubia soltó un par de sollozos tomando asiento en un escalón tratando de mantener la vista al frente, la puerta se abrió captando rápidamente su atención y un par de disculpas por la parte contraria.
— ¿Estás bien? — preguntó el rubio acercándose lentamente a lo que la rubia asintió con la cabeza tratando de limpiar las pocas lágrimas que salieron de sus ojos. — Creí que iríamos apoyar a Lexa.
— Apoyar su muerte, querrás decir. — la rubia dijo sin humor, negó con la cabeza apoyando sus manos contra sus muslos al igual que el chico, solo que sin las piernas hacía afuera.
— Tu no la has visto pelear — dijo admirando a su comandante, y la rubia notó rápidamente que Aden le tenía demasiada admiración. — ¡Ella ganará! No quiero que te lo pierdas.
— ¿Y si muere?
— ¿No crees qué por algo es Heda?
La puerta se abrió nuevamente pero esta vez dejando ver ambos rubios hasta el lugar en donde Lexa se enfrentaría a Roan. Al llegar la comandante abrió un poco sus labios para después sonreír, y darle unas palabras mientras se colocaba su armadura.
— Más te vale salgas allá y salves tu maldito trasero. — Lexa sonrió por unos momentos haciéndo un ademán de soldado y después colocarse al frente de el príncipe.
